Jerry Sheerin
Pas¨¢ndolo en grande es el t¨ªtulo que Jerry Sheerin dedica a uno de sus cuadros, cifra e indicio del juego (en el doble sentido, de riesgo y diversi¨®n, impl¨ªcito en el vocablo) que ¨¦l, en su d¨ªa, se propuso y no nos propone. En grande debi¨® pasarlo el artista cuando pint¨® este cuadro y otros cuantos m¨¢s (Un poco asustado, Una peque?a amenaza, Siempre hay d¨ªas as¨ª, Eramos cinco menos uno ... ), y en grande quiere que lo pase quien ahora se lo echa a los ojos. Todo en esta exposici¨®n es juego o sin¨®nimo de juego, con su faz placentera, su env¨¦s inquietante y un desenfadado sentimiento de magnanimidad.Para pasarlo en grande se requiere concebir y aceptar una perspectiva sin l¨ªmites en que las reglas del juego excedan todo c¨¢lculo y, de espaldas a las manecillas del reloj, se convierta el acto del jugar en pasatiempo absoluto. Procedente del campo de la arquitectura, Jerry Sheerin (nacido en Chicago hace 45 a?os y afincado, hace diez, entre nosotros) conoce a las mil maravillas el juego del perspectivismo en general. Sepa el lector que Sheerin ha trabajado con arquitectos de la talla de Elbasani, Isozaki, Charles Moore.... y que al lado (?nada menos!) de Kenzo Tange logr¨® el primer premio en el plan de reconstrucci¨®n de la ciudad de Skoplie, en Yugoslavia.
Jerry Sheerin
Galer¨ªa Kreisler Dos.Hermosilla, 8
Un buen d¨ªa Jerry Sheerin abandon¨® la profesi¨®n, convirti¨® los planos de arquitecto en carta de navegaci¨®n y, en alas de un viaje sin t¨¦rmino, dio en trasladar hacia otras regiones de la contemplaci¨®n su cong¨¦nito sentido de la perspectiva, en cuyos meridianos y paralelos el nuevo quehacer constituyera absoluto pasatiempo y ¨¦l mismo pudiese pasarlo en grande. Transport¨® la visi¨®n de la ciudad a las alturas y desde ellas, a vista de cometa, despleg¨® un proyecto definitivo, reduciendo a la m¨ªnima expresi¨®n el espect¨¢culo de los edificios y sus habitantes, y acentuando al m¨¢ximo la enigm¨¢tica y diaria redondez del medio envolvente: el clarear del alba, el amarillear del mediod¨ªa, el creciente azularse de los cielos, el universal sonrojo vespertino.
Jerry Sheerin ha trazado una grandiosa perspectiva que, por ser tal, le permite pasarlo en grande y concluye por definir el acontecer general con aquella caracter¨ªstica com¨²n que mejor lo certifica: un puro (gozoso o arriesgado) pasatiempo. Del resto no queda otra se?al que la ambigua referencia a un conf¨ªn sin se?ales ni posibilidad siquiera de ellas. Todo es juego a la redonda, gozo a la redonda, riesgo a la redonda, infinito girar y girar a la redonda. La ciudad ha quedado en el aire, y juguetes del viento son sus pretenciosas moradas y confiados moradores.
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