Una ciencia que "aprende" de la vida
La bi¨®nica es la ciencia que aplica las soluciones dadas por los seres vivientes a los problemas que plantea la realidad en cualquier campo: transporte, comunicaci¨®n aprovisionamiento, control, an¨¢lisis, etc¨¦tera. Se trata, pues, de un ciencia que aprende de la vida, una ciencia que imita a los seres vivientes a la hora de dise?ar sistemas tecnol¨®gicos.De hecho toda ciencia tiene algo de bi¨®nico. La mera observaci¨®n de un aeroplano, desde los m¨¢s primitivos modelos a las ¨²ltimas realizaciones supers¨®nicas, nos recuerda la forma y comportamiento de los p¨¢jaros. Los veh¨ªculos nos recuerdan el sistema locomotor de los animales desarrollados. Los sistemas ¨®pticos -microscopios, telescopios, etc¨¦tera- el ojo humano. Sin embargo, la bi¨®nica va m¨¢s all¨¢. Las producciones del ingenio humano -aviones, microscopios, veh¨ªculos de transporte- han sido desarrollados de un modo aut¨®nomo en funci¨®n de la necesidad que se trataba de resolver -navegaci¨®n a¨¦rea, terrestre, ampliaci¨®n de la visi¨®n-, d¨¢ndose el resultado de que se han obtenido organismos mec¨¢nicos similares a los vivientes. La bi¨®nica, sin embargo, parte de esa similitud en lugar de encontrarse con ella.
Imitar la vida
Quiz¨¢ en el dise?o de esas formas de aviones que recuerdan a los p¨¢jaros o esas formas de lentes que recuerdan el ojo haya estado siempre la recreaci¨®n de los modelos vivientes, la inconsciente imitaci¨®n de los seres vivos en la adopci¨®n de soluciones a los problemas planteados. Pero es la ciencia bi¨®nica la primera que se plantea con rigor y metodolog¨ªa cient¨ªfica esa imitaci¨®n de la vida en el desarrollo de ingenios tecnol¨®gicos.
El t¨¦rmino bi¨®nica comenz¨® a ser utilizado en el a?o 1958, por Jack E.Steele, de la divisi¨®n espacial de las Fuerzas A¨¦reas de Estados Unidos. Considerada m¨¢s como ciencia interdisciplinaria que como ciencia especializada, la bi¨®nica describe la construcci¨®n de sistemas artificiales que imiten o posean las caracter¨ªsticas de los sistemas vivientes.
La bi¨®nica no debe confundirse con la bioingenier¨ªa y la biotecnolog¨ªa. Estos campos de investigaci¨®n y tecnolog¨ªa se basan en el aprovechamiento de elementos vivos en procesos cient¨ªficos y tecnol¨®gicos: por ejemplo, el empleo de microorganismos capaces de facilitar el trabajo con metales o el empleo de bacterias para la mejora de combustibles, y similares procesos de aprovechamiento de los vivientes.
Tampoco debe confundirse la bi¨®nica con la cibern¨¦tica, habiendo sido consideradas ambas como el anverso y reverso de un mismo proceso. Lo que hace la bi¨®nica, exactamente, es encontrar nuevas soluciones e ideas para la tecnolog¨ªa imitando el comportamiento de los seres vivos, mientras la cibern¨¦tica se limita a ampliar las posibilidades de esos seres vivos: ampliaci¨®n del pensamiento mediante los ordenadores, etc¨¦tera.
Posibilidades de futuro
La tecnolog¨ªa actual, y m¨¢s a¨²n la del futuro se basa, en buena medida, en la ciencia bi¨®nica. Cabe pensar en las posibilidades casi ilimitadas de futuro que ofrece una imitaci¨®n en profundidad de las soluciones de la vida. La raz¨®n de ello es obvia: la ciencia es un producto de la raz¨®n, es experiencia acumulada y organizada. Pero la vida es mucho m¨¢s antigua que la raz¨®n y, por tanto, m¨¢s poseedora de experiencia acumulada que aqu¨¦lla.
Si bien es cierto, que la aparici¨®n de la inteligencia supone un salto cualitativo en el progreso y evoluci¨®n de la vida, una soluci¨®n mucho m¨¢s avanzada que las anteriores para afrontar ciertos problemas, no sucede eso con todos los mecanismos de la vida. Mientras los p¨¢jaros, careciendo de inteligencia como la humana, vuelan hace cientos de millones de a?os, el hombre ha tardado cientos de miles de a?os en aprender a hacerlo.
El conocimiento en profundidad de los complejos mecanismos de los vivientes en multitud de campos: transmisi¨®n de impulsos o sensaciones, formas de desarrollo y crecimiento, t¨¦cnicas de mantenimiento o creaci¨®n de ambientes vitales, dise?o de instrumentos de transporte o movimiento, correcci¨®n de errores o anomal¨ªas, acumulaci¨®n de la experiencia aprendida, tratamiento de los problemas energ¨¦ticos, transformaci¨®n de la materia, elaboraci¨®n de alimentos, desarrollo de la comunicaci¨®n, multiplicaci¨®n de los procesos intelectuales..., puede influir considerablemente en la ciencia del futuro.
Aprender con rigor la mec¨¢nica de esa constelaci¨®n de hechos, esos modos de comportamiento que. definen cualquier manifestaci¨®n de vida, es aumentar hasta extremos hoy impensables las posibilidades de la ciencia misma. Es ni m¨¢s ni menos, que unir la dimensi¨®n inteligente de la vida, esa adquisici¨®n reciente, de unos pocos millones de a?os, creadora de la raz¨®n y la ciencia, con las m¨¢s profundas y arcaicas dimensiones de los vivientes, la sabidur¨ªa acumulada de centenares y, quiz¨¢, miles de millones de a?os de existencia.
Supone, en parte, la so?ada reconciliaci¨®n de la raz¨®n con la vida, que est¨¢ en el n¨²cleo de multitud de sistemas de pensamiento filos¨®fico o de las creaciones art¨ªsticas. Una raz¨®n m¨¢s integrada en la misma vida, orientada a su potenciaci¨®n y desarrollo, partiendo de ella misma y en consonancia con sus m¨¢s profundos y secretos resortes, en lugar de una raz¨®n enfrentada con la vida y la naturaleza, actuando como elemento parcial y mal integrado en el viviente hombre y dirigido a la lucha contra esa vitalidad interna a la que no acaba de entender y con la que no acaba de identificarse, dado lo reciente de su aparici¨®n.
En ese proceso de s¨ªntesis que llevar¨¢, sin duda, milenios y millones de a?os, hasta el logro de nuevas s¨ªntesis inteligencia-vida, la bi¨®nica podr¨ªa ser definida como la ciencia nueva que aprende la inteligencia propia de la vida.
Numerosas escuelas de pensamiento han considerado el mundo an¨ªmico, la vida misma entendida en su totalidad, como una fuente de conocimiento, de relaci¨®n con lo real, superior a la inteligencia. Schopenhauer, en su concepci¨®n de la voluntad como algo previo a la aparici¨®n del pensamiento, acepta una consideraci¨®n teol¨®gica del mundo muy anterior a la aparici¨®n de la dimensi¨®n intelectual, al surgimiento de la inteligencia. Probablemente inspirado en ¨¦l, un alumno suyo, Sigmund Freud, ha sentado las bases para la consideraci¨®n de algo interior a la inteligencia, el inconsciente humano, como causante subterr¨¢neo de nuestra conducta.
Tanto las hip¨®tesis freudianas, al explicar multitud de hechos de nuestro comportamiento como el resultado de motivaciones inconscientes, como las tesis del fil¨®sofo alem¨¢n al conferir a la voluntad universal un car¨¢cter finalista y superintelectual, entroncan, a su vez, con viejas teor¨ªas, especialmente patentes en el mundo del arte y otras ¨¢reas.
Inspiraci¨®n en la vida
Multitud de realizaciones humanas est¨¢n inspiradas en las formas vivientes. No s¨®lo el dise?o de aut¨®matas, sino la creaci¨®n de los primeros veh¨ªculos, desde el primitivo tipo de helic¨®ptero so?ado por Leonardo da Vinci hasta las naves de transporte marino o fluvial est¨¢n inspirados en las formas y funcionamiento de los seres vivientes.
La bi¨®nica parte del estudio de los seres vivos en la b¨²squeda de nuevas ideas, en la creaci¨®n de nuevas formas. Los delfines, por ejemplo, se mueven a gran velocidad utilizando un m¨ªnimo esfuerzo; estudiar e imitar las caracter¨ªsticas de su movimiento permitir¨ªa crear nuevos y r¨¢pidos veh¨ªculos. Lo mismo sucede en otros ¨¢mbitos de la actividad humana: el procesamiento de datos en inform¨¢tica tiene mucho que aprender del funcionamiento de las neuronas; la mec¨¢nica de los motores, de la fisiolog¨ªa muscular, las t¨¦cnicas de comunicaci¨®n, de los dispositivos sensoriales de los vivientes; el tratamiento de la energ¨ªa, del metabolismo celular, etc¨¦tera.
Respecto a la arquitectura, la distribuci¨®n de los ¨®rganos y las partes de los organismos en los seres vivientes puede inspirar nuevas formas arquitect¨®nicas del futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.