La matanza de focas el espect¨¢culo sangriento de cada primavera
Dura ya catorce a?os la batalla para impedir la matanza anual de las cr¨ªas de focas. Al principio, era s¨®lo un pu?ado de amantes de los animales los que se hallaban preocupados por el ba?o de sangre que se produc¨ªa cada primavera en las corrientes heladas del golfo del r¨ªo de San Lorenzo y en las afueras de la costa de Newfoundland y Labrador, en Canad¨¢, donde las focas dan a luz a sus hijos.Muchas organizaciones dedicadas al cuidado de los animales, as¨ª como personalidades tan populares como Brigitte Bardot, han llamado la atenci¨®n sobre estas matanzas. Brian Davies, que se halla al frente del International Fund for Animal Welfare (Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales), ha llevado a periodistas al lugar donde la citada matanza se produce y se ofreci¨® a pagar sumas de dinero a aquellos cazadores que renuncien a matar las cr¨ªas de las focas.
Miembros de la organizaci¨®n Greenpeace (Paz Verde, literalmente) se han enfrentado personalmente con los cazadores en el mismo lugar en el que se hallan las posibles v¨ªctimas, a las que han prestado sus cuerpos como escudos ante quienes pretenden matarlas.
Muchos de los que participan en estas manifestaciones recuerdan haber sido reprendidos por autoridades pesqueras de Canad¨¢, porque estas actividades de protesta pueden resultar ilegales. No es l¨ªcito cambiar una foca de lugar, incluso si se teme que va a ser muerta por los cazadores o por la quilla de las embarcaciones que ¨¦stos utilizan. Tampoco es legal, de acuerdo con la ley de protecci¨®n de las focas, extraer viva del hielo una de estas.
Pero, por supuesto, es perfectamente legal golpear a una foca hasta que muera. La Fundaci¨®n Franz Weber, de Montreux (Suiza), ha tratado de conseguir dinero vendiendo una mu?eca hecha con piel sint¨¦tica de foca. C¨®mpreme a m¨ª para salvar una cr¨ªa de foca. El Instituto de Protecci¨®n Animal de Am¨¦rica tambi¨¦n ha protestado por estas matanzas, el pasado a?o consigui¨® un mill¨®n de firmas y ¨¦ste organiza env¨ªos de postales a Pierre Trudeau, primer ministro de Canad¨¢.
Han sido promovidos tambi¨¦n viajes al golfo de San Lorenzo. Se trata de un intento m¨¢s de demostrar al Gobierno de Canad¨¢ que hay una gran preocupaci¨®n p¨²blica por las focas y que a mucha gente le gustar¨ªa que fueran protegidas oficialmente. Tambi¨¦n podr¨ªa demostrarse a los cazadores que el ingreso por los gastos de los turistas, que vienen a ver las focas vivas, superan los que puedan alcanzarse con la matanza de tales animales.
Fuentes cercanas a las autoridades canadienses y representantes de la industria han reconocido recientemente que es dif¨ªcil vender las pieles de las beb¨¦-focas. Las pieles han sido prohibidas en Estados Unidos y en Francia. El precio de las pieles de las focas menores de tres semanas decrece d¨ªa a d¨ªa. Christian Rieber, que procesa las pieles en Noruega, dice ahora que este trabajo forma una parte tan min¨²scula de su negocio, que no merece la pena tomarse la molestia de seguir cultiv¨¢ndolo.
El Gobierno noruego tambi¨¦n comienza a preocuparse por la reputaci¨®n que adquiere al participar personas de su nacionalidad en las matanzas. Algunos barcos noruegos y canadienses pierden dinero debido a las dificultades que estas pieles padecen en el mercado. La Frankfurt Fur Auction (Subasta de pieles de Francfort) ha prohibido la venta de las pieles, aunque todav¨ªa pueden hallarse en diversos lugares de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Estados Unidos conden¨® en 1977 la matanza de las cr¨ªas de foca y pidi¨® al Gobierno de Canad¨¢ que reconsiderara su pol¨ªtica en este sentido. A pesar de que los cazadores de Newfoundland han amenazado con abandonar la caza si el precio de las pieles no sube, es improbable que la matanza termine esta primavera. Los cuerpos innumerables de las cr¨ªas de las focas volver¨¢n a aparecer despellejadas y ensangrentadas sobre la blancura del hielo.
Una descripci¨®n dram¨¢tica
Las descripciones de lo que de manera eufem¨ªstica se llama la caza son bien conocidas; todas son similares. Describen el clima: el fr¨ªo intenso, el viento, la belleza impresionante de los icebergs. Describen la conducta de las focas: la madre, torpe sobre la tierra, graciosa y ¨¢gil en el agua. Cuando se aproximan los cazadores, la madre vigila, a veces en silencio, otras veces emitiendo llantos ensordecedores. Cuando el cazador est¨¢ m¨¢s cerca, se desliza hacia el agua como si se diera cuenta de que su piel oscura es m¨¢s f¨¢cil de advertir sobre la blancura del hielo, mientras que su hijo se halla m¨¢s protegido sobre el mismo hielo, por la blancura de su piel. En el ¨²ltimo instante, con frecuencia se sit¨²a entre su cr¨ªa y el cazador, en un intento in¨²til de proteger al beb¨¦.
En general, las focas son d¨®ciles. La reacci¨®n de la cr¨ªa es siempre amistosa, curiosa y atrevida. No hay temor en su actitud. Claveland Amory describi¨® as¨ª, literalmente, a una cr¨ªa de foca caminando hacia su asesino: ?Pensaba que el primer ser humano que hab¨ªa visto era alg¨²n objeto con el que se pod¨ªa jugar; curioso, amistoso y regocijado mov¨ªa su cuerpo, hasta que, en el ¨²ltimo momento advirti¨® que algo iba mal y trat¨® de proteger su peque?o cerebro bajo una capa de grasa. Pero era demasiado tarde.?
Pauls Watson, de Greempeace, describi¨® estas cr¨ªas como criaturas que parecen s¨®lo suave piel blanca, con grandes ojos llenos de l¨¢grimas. ?Sus llantos son casi iguales que los de los ni?os.? Tras su muerte, que se produce en circunstancias crueles, la madre se resiste a abandonar los cuerpos sin vida, despellejados, de sus hijos.
El Ministerio de Pesca de Canad¨¢ ha negado que las cr¨ªas de las focas sean despellejadas cuando a¨²n est¨¢n vivas. Si fuera cierto lo que dice el Ministerio, resulta curioso que en 1967 tuviera que reformar la ley de protecci¨®n a las focas se?alando que ?est¨¢ prohibido despellejar focas cuando a¨²n est¨¢n vivas?. El primer ministro Pierre Trudeau sigue insistiendo en que las focas son muertas de un modo muy humano. Puede ser verdad que los cazadores no despellejen a las focas cuando ¨¦stas est¨¢n vivas. Al menos, puede ser que no lo hagan deliberadamente, pero las condiciones son tan duras que es posible que lo hagan sin advertirlo: la temperatura muchas veces es de veintiocho grados bajo cero, los vientos alcanzan velocidades superiores a los doscientos kil¨®metros por hora y la sangre hace que todos los instrumentos utilizados por los cazadores se les escapen de las manos. No es s¨®lo una cuesti¨®n de indescriptible crueldad. La propia existencia de la especie est¨¢ en peligro. Algunos investigadores creen que la matanza ocurrida en 1975 podr¨ªa haber significado la destrucci¨®n de una generaci¨®n completa de focas.
Resulta interesante anotar que las propias focas empiezan a reaccionar contra esta excesiva explotaci¨®n. Uno de las fascinantes y todav¨ªa inexplicadas cosas de la naturaleza es la construcci¨®n del control de nacimiento que algunas especies empiezan a poner en marcha. Las focas hembras est¨¢n ahora dando a luz dos a?os m¨¢s j¨®venes que lo habitual. Es probable que esto no sea suficiente para compensar las matanzas masivas.
Surge, adem¨¢s, un problema filos¨®fico que tambi¨¦n tiene connotaciones pol¨ªticas. Cada marzo y abril, esta clase de focas viene hacia el sur desde el Artico, acompa?adas por sus cr¨ªas. Cuando el clima se hace m¨¢s c¨¢lido, el hielo sobre el que se transportan se quiebra y las focas los adultos y la nueva generaci¨®n, si queda alguna- comienzan su viaje hacia el norte. Por tanto, Canad¨¢, al haber adoptado el l¨ªmite de las doscientas millas marinas, tiene jurisdicci¨®n sobre estos animales durante los dos meses en que se hallan dando a luz. El resto del tiempo las focas viven fuera del territorio canadiense. Se podr¨ªa preguntar si este escaso per¨ªodo de tiempo de residencia en Canad¨¢ le da derecho a este pa¨ªs el derecho de destruir una especie animal. ?Pertenecen estas focas enteramente a Canad¨¢ s¨®lo porque una de las partes de su ruta migratoria pasa por el indicado territorio?
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