Ataque de las Brigadas Rojas al coraz¨®n del Estado
Los peri¨®dicos italianos han tenido siempre las mejores p¨¢ginas de sucesos de Europa. Es un g¨¦nero que cultivan incluso los diarios m¨¢s circunspectos. Por lo general se trata de relatos exhaustivos y novelados de cada caso, a los que acompa?an croquis de situaci¨®n, dibujos con la reconstrucci¨®n de los hechos y grandes fotograf¨ªas (estado en que qued¨® la casa, la pareja de carabinieri que descubri¨® el cad¨¢ver, la v¨ªctima el d¨ªa de su primera comuni¨®n y as¨ª sucesivamente).El caso es que hoy ese estilo period¨ªstico ha invadido tambi¨¦n las p¨¢ginas dedicadas a la pol¨ªtica. No por gusto, ni por sensacionalismo barato, sino porque los acontecimientos pol¨ªticos de los ¨²ltimos meses son, en s¨ª, cronaca nera. Un ejemplo: las previsiones pol¨ªticas que la agencia Ansa envi¨® a sus abonados para el 10 de abril previsiones que, como se vera, constitu¨ªan pura cr¨®nica de tribunales. Eran las siguientes: ?Roma, proceso Lockheed. Roma, investigaciones sobre el secuestro Moro. Roma, proceso sobre el golpe Borghese. Bolonia, proceso por los incidentes de marzo de 1977. Brescia, proceso por los sucesos de Plazza della Logizia. Catanzaro, proceso por los sucesos de Piazza Fontana. Tur¨ªn, proceso contra las Brigadas Rojas."
Nada explica mejor la situaci¨®n de un pa¨ªs que la atenta lectura de sus peri¨®dicos. Y nada mejor para conocer la actual situaci¨®n italiana, que las noticias de escaso relieve. La del miembro de la escolta del senador Umberto Agneli, hermano del patr¨®n de la FIAT, al que los nervios le hacen disparar una r¨¢faga de metralleta que hiere levemente a dos personas en el aeropuerto romano de Ciampino. La de la joven lapidada en las afueras de G¨¦nova por un asunto de drogas y en cuyo cad¨¢ver, desnudo alguien ha escrito dos palabras de violencia: ?Brigadas Rojas?. La del tipo bien parecido que se presenta en una sucursal bancaria de G¨¦nova y que sin amenazas f¨ªsicas de ning¨²n tipo, s¨®lo con decir que viene de parte de las Brigadas Rojas, consigue llevarse impunemente ochenta millones de liras. En fin, la de una profesora de instituto. Anna Giraldi, sometida a proceso popular condenada a no comparecer durante dos d¨ªas en clase por ?reaccionaria y represiva?. Su delito: negarse a que los alumnos celebraran asambleas pol¨ªticas en horas de estudio. Sus jueces: una veintena de j¨®venes entre los diecis¨¦is y los diecisiete a?os pr¨®ximos a la izquierda extraparlamentaria.
Proceso al ?palazzo?
El proceso popular contra Aldo Moro no puede separarse de este contexto. No es un caso aislado aunque se trate del m¨¢s grave. La sociedad italiana, crispada, desorientada y cansada est¨¢ sometiendo a juicio con medios cat¨¢rticos su historia pol¨ªtica m¨¢s reciente. Pier Paolo Pasolini muerto violentamente. hab¨ªa hablado de un proceso al palazzo: esto es al poder, a la Democracia Cristiana gobernante enestos ¨²ltimos treinta a?os. Las Brigadas Rojas, grupo maniqueo, maximalista, lo ha planteado en estos otros t¨¦rminos: ?Un ataque al coraz¨®n del Estado?.
?Por qu¨¦ un ataque al coraz¨®n del Estado, por qu¨¦ un proceso al palazzo? La respuesta hay que buscarla quiz¨¢ en otro proceso, el llamado de la Lockheed abierto en Roma el pasado d¨ªa 10. La compra de catorce aviones H¨¦rcules C130 para el Ej¨¦rcito italiano, lleva al banquillo de los acusados por primera vez en la historia de la Rep¨²blica a dos ex ministros de Defensa: el democristiano Luigi Gui, de 63 a?os, seis veces ministro. Y el socialdem¨®crata Mario Tanassi de 62 a?os, dos veces ministro y una vicepresidente del Gobierno. Se les acusa de cobrar comisiones por valor de 113 millones de pesetas.
En el banquillo de los acusados se sientan tambi¨¦n dos hermanos: Ovidio y Antonio Lefebvre d'Ovidio de noble cuna napolitana hoy encarcelados en Regina Coeli, codo a codo con el hampa romana. Se les acusa de corrupci¨®n. enga?o y perjuicios al Estado. Los hermanos Lefebvre mediaron en la compra a la Lockheed. a?adieron a la factura de los catorce H¨¦rcules el dinero empleado en sobornos y luego a trav¨¦s de ficticias compa?¨ªas paname?as o de cuentas codificadas en bancos suizos, hicieron llegar a los sobornados el importe de las comisiones.
Antonio Lefebvre, de 65 a?os, alto, elegante, simp¨¢tico, m¨¢xima autoridad de Italia en Derecho Mar¨ªtimo, frecuentado por el alto clero integrista, amigo ¨ªntimo del presidente de la Rep¨²blica (Giovanni Leone) y al mismo tiempo am igo del jefe de la CIA en Roma (Howard Stone?, conocido en el mundo de las finanzas con el tratamiento de il consigliere y llamado por sus pr¨®ximos don Tann¨®, es a efectos fiscales un muerto de hambre. El valor de su fortuna, puesta a buen recaudo en Panam¨¢ y Suiza, se ignora. S¨®lo se sabe que su casa de Roma tiene 59 habitaciones, 101 pinos, siete sirvientes y un cocinero chino.
No es ese, efectivamente, el palazzo al que alud¨ªa Pasolini. Tampoco lo es la villa que Sof¨ªa Loren se hizo construir en Marino, vendida luego por trescientos millones r¨¢pidamente transferidos a Liechtenstein. El palazzo de Pasolini es la arquitectura pol¨ªtica, de clientelismo y corrupci¨®n, y es s¨®lo un ejemplos. entre tantos. que ha permitido a hombres como Carlo Ponti transferir al extranjero una cifra equivalente a 2.000 millones de pesetas.
Se trata, naturalmente, de otro proceso, iniciado el 2 de abril con la orden de detenci¨®n dictada contra Carlo Ponti de 67 a?os. productor de m¨¢s de doscientas pel¨ªculas, casado en 1957, en Ciudad Ju¨¢rez (M¨¦xico), con Sof¨ªa Scicolone, en el cine Sof¨ªa Loren, sex-simbol en los a?os del boom econ¨®mico Itallano, mujer de p¨®mulos eslavos, el pecho abundante de las culturas de cereal y el encanto na?f de la napolitana que llora o r¨ªe sonoramente.
Carlo Ponti es acusado de sacar divisas del pa¨ªs, para producir pel¨ªculas y, con las debidas autorizaciones, pero en cantidades muy superiores a los costes reales. Luego esos restos iban a parar a cuentas corrientes de Francia, el Benelux y Llechtenstein. Entre las veintiocho personas envueltas en el caso, de ellas diecis¨¦is funcionarios de banca, figuran los actores Richard Harris. Kenneth Ross v Ava Gardner.
A Sof¨ªa Loren, aparte de complicidad con su marido, se le acusa de cotripra y venta, con enga?o al Cisco, de obras de arte y joyas. Fue ella, al ser detenida en marzo del 77 en el aeropuerto de Fiumicino (viajaba con el nombre falso de Mercedes Prentice), la que puso sobre la pista a la Guardia de Finanza italiana.
A la c¨¢rcel van siempre los mismos
Sin embargo, no es probable que los esposos Ponti se sienten jam¨¢s en el banco de los acusados. Ciudadanos franceses desde hace trece a?os, con residencia habitual en un edificio de estilo napole¨®nico de la rue de George V de Par¨ªs, no existen acuerdos que concedan la extradici¨®n en los casos de fraude al Estado y tr¨¢fico de divisas.
Un preso com¨²n de la c¨¢rcel milanesa de San Vittore dec¨ªa, hace pocos d¨ªas, a un periodista de La Repubblica: ?A la c¨¢rcel van siempre los mismos, siempre los proletarios. Y si le ocurre algo a un burgu¨¦s como a Lefebvre (Ovidio Lefebvre, intervertido recientemente de pr¨®stata en Regina Coeli), lo meten en la cl¨ªnica y lo hacen operar por grandes m¨¦dicos. Mientras que a nosotros, para cualquiera que sea la enfermedad, siempre vale un supositorio.? ?Demagogia? No, estad¨ªstica. El preso de San Vittore lo hab¨ªa le¨ªdo en un tratado de Derecho Penal.
Demagogia, arrogancia y fanatismo de catec¨²meno marxista hay, en cambio, en otro de los procesos de estos d¨ªas, quiz¨¢ el m¨¢s sonado, el que se celebra en Tur¨ªn contra los jefes hist¨®ricos de las Brigadas Rojas. El principal de todos, Renato Curcio, de 37 a?os, hijo natural de Renato Zampa (hermano de Luigi, el conocido director cinematogr¨¢fico). Educado en la fe protestante y convertido despu¨¦s al catolicismo, licenciado en Ciencias Qu¨ªmicas, alumno de Sociolog¨ªa en la Universidad cat¨®lica de Trento (el Berkeley contestarlo de Italia), Renato Curcio est¨¢ acusado de tres secuestros y de varios atracos a mano armada.
Una mofa a la justicia
El proceso de Tur¨ªn es una mofa a la justicia. Los acusados que no se consideran tales (son dicen, prisioneros de guerra) ni aceptan los abogados que se les han nombrado de oficio (?no estamos aqu¨ª para defendernos, sino para acusar?) ni asisten todos a las vistas del juicio (s¨®lo tres por riguroso orden alfab¨¦tico en calidad de ?observadores militares?), han convertido el proceso en un mitin en un ataque sistem¨¢tico a los partidos, los sindicatos y las instituciones republicanas. Uno de ellos, Alberto Franceschini, de 31 a?os de edad, dijo el d¨ªa que comenz¨® el verdadero proceso, encar¨¢ndose con el presidente del tribunal: ?No tengo nada contra usted, sino contra su toga. Si disparo contra su toga y dentro hay un hombre lo lamento, pero no puedo hacer nada. Puede ocurrir tambi¨¦n que dentro haya un maniqu¨ª... ?Qu¨¦ s¨¦ yo! Es la funci¨®n la que queremos eliminar. Usted no es un hombre, es un juez.?
No hay entre los quince procesados de Tur¨ªn (en total son 46) grandes diferencias. Parecen cortados por el mismo patr¨®n: visi¨®n sumamente esquem¨¢tica del mundo. concepci¨®n terrorista de la pol¨ªtica nacida de un maximalismo ideol¨®gico y un rigor implacable consigo mismos y con los dem¨¢s.
Sin embargo, entre los procesados menores hay figuras que sintetizan las contradicciones pol¨ªticas y sociales del pa¨ªs y que permiten enmarcar el fen¨®meno Brigadas Rojas. Uno es Silvano Girotto, de 39 a?os. hijo de un suboficial de carabineros. que ha sido sucesivamente todo esto: ladr¨®n, atracador, legionario en Argelia, desertor, hermano franciscano, misionero en Latinoam¨¦rica (Frate Leone) y guerrillero en Bolivia (Frate Mitra: es decir, hermano metralleta). Vuelto a Italia, Silvano Girotto cuelga los h¨¢bitos. se casa, tiene una hija y acepta infiltrarse en las Brigadas Rojas a sueldo de la polic¨ªa.
El otro personaje es una vieja de 66 a?os, due?a de un modesto puesto de quincaller¨ªa en el mercado de Tur¨ªn, diecisiete veces encarcelada por cuestiones pol¨ªticas, procesada y deportada por los alemanes durante los a?os de la resistencia a la que todo el mundo llama Abuela Mao. Se le acusa de haber servido de correo de las Brigadas Rojas. El d¨ªa que compareci¨® ante el tribunal. la Abuela Mao dijo lo siguiente: ?Despu¨¦s de 33 a?os me encuentro ante el mismo tribunal y bajo las mismas imputaciones? (los alemanes la procesaron por hacer de enlace en la resistencia). Entonces fui torturada desde los pelos a la punta de los pies. D¨ªgame, se?or presidente, ?para qu¨¦ cosa ha servido todo esto?? Exactamente, la misma pregunta que hoy se hacen muchos italianos. ?Para qu¨¦ ha servido todo esto?
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