"Eurocomunismo" y leninismo"
Miembro del Comit¨¦ Ejecutivo del PSUC
La querella en torno al leninismo entre los comunistas espa?oles, vista desde fuera, puede parecer puro bizantinismo. Algunos observadores, perdidos en a mara?a bizantina. han interpretado la pol¨¦mica como una oposici¨®n entre ?eurocomunistas? y ?leninistas?.
Las cosas no van por ah¨ª Me atrever¨ªa a decir que la inmensa mayor¨ªa de los cuadros y militantes activos del PCE y del PSUC, tanto si han votado a favor o en contra de la inclusi¨®n del t¨¦rmino ?leninista? en la definici¨®n del PCE se identifican plenamente con el llamado ?eurocomunismo?. El refuerzo m¨¢s contundente a esta opini¨®n es el hecho de que el Comit¨¦ Central del PSUC haya aprobado una resoluci¨®n donde se estima que no hay diferencias de fondo entre la definici¨®n propuesta para el PCE (?partido marxista revolucionario?) y la aprobada el pasado noviembre por el IV Congreso del PSUC (partido basado ?en el marxismo, el leninismo y otras aportaciones de la pr¨¢ctica y el pensamiento revolucionarios?).
Las pol¨¦micas, a veces agrias, han girado m¨¢s bien sobre la oportunidad de un cambio tan rotundo, sobre el desconcierto que ha sembrado en las filas del partido y sobre la ligereza intelectual de un debate que exig¨ªa m¨¢s estudio y reflexi¨®n. La defensa del ?leninismo? ha servido, en no pocas ocasiones, para expresar el temor a una evoluci¨®n del partido hacia la derecha. sin poner por ello en duda la justeza del ?eurocomunismo?.
No se trata, pues, si exceptuamos casos muy minoritarios y marginales, de una oposici¨®n entre ?eurocomunistas? y ?leninistas?, sino de la manifestaci¨®n de divergencias en la manera de entender varios problemas, siempre dentro del marco del ?eurocomunismo?.
El ?eurocomunismo? -expresi¨®n nada exacta, pero ¨²til- no es otra cosa que el comunismo apto para pa¨ªses capitalistas muy desarrollados. M¨¢s all¨¢ de sus insuficiencias de elaboraci¨®n (que son muchas), m¨¢s all¨¢ de sus variantes nacionales y de su diversidad t¨¢ctica, es una corriente de renovaci¨®n profunda en el seno del movimiento comunista. Es una corriente que se esfuerza por elaborar y llevar a la pr¨¢ctica una pol¨ªtica comunista independiente y adaptada al Occidente europeo (y a otros pa¨ªses como el Jap¨®n), libre de la seducci¨®n ejercida durante a?os sobre el comunismo europeo por el modelo sovi¨¦tico de revoluci¨®n y de socialismo.
El ?eurocomunismo? ha puesto en revisi¨®n o ha abandonado ideas de Lenin, y no ahora, sino desde hace muchos a?os. Revisar, criticar a los fundadores, innovar, es una pr¨¢ctica elemental y l¨®gica en todo movimiento que pretenda influir sobre la realidad: lo contrario es propio m¨¢s bien de una secta.
La rectificaci¨®n m¨¢s importante hecha por el > se refiere a las relaciones entre democracia y socialismo. Frente a la infravaloraci¨®n bolchevique de las libertades pol¨ªticas, los comunistas hemos tenido que rectificar a la luz de dos experiencias traum¨¢ticas. La primera fue la del nazifascismo. que revel¨® claramente que la democracia burguesa, por muy burguesa que sea, es mil veces preferible a la dictadura terrorista del gran capital bajo forma de fascismo. El corolario es que la defensa de la democracia pol¨ªtica -aun en r¨¦gimen capitalista- es un deber inexcusable del movimiento obrero. La segunda experiencia traum¨¢tica fue la del estalinismo, que mostr¨® c¨®mo un r¨¦gimen genuinamente popular y democr¨¢tico en sus inicios puede degenerar hacia un estado tir¨¢nico y totalitario si no se aseguran los mecanismos de control y de participaci¨®n democr¨¢tica de todo el pueblo.
De ah¨ª la conclusi¨®n: 1) al socialismo hay que ir por una v¨ªa democr¨¢tica, que conserve y ampl¨ªe las libertades ya existentes, a la vez que se introducen las medidas sociales y econ¨®micas contra el capital, y 2) la democracia es consustancial al socialismo, el cual no florece ni se desarrolla sin libertades.
El comunismo del occidente europeo ha tenido que replantearse muchas otras cosas. Habla de ?transformaci¨®n democr¨¢tica del Estado? y no de ?destrucci¨®n del Estado? -seg¨²n expresi¨®n de Marx y de Lenin- como corresponde al Estado mucho m¨¢s complejo de las sociedades desarrolladas de hoy. No contrapone ?reformas? a ?revoluci¨®n?, sino que ve en las reformas un paso obligado y positivo que permiten a la vez mejorar las condiciones de vida del pueblo y acumular fuerzas para los enfrentamientos decisivos. Da una tiran importancia al combate por una nueva cultura, por nuevas ideas y nuevos valores de signo socialista, aun antes de tener el poder pol¨ªtico. Sit¨²a su lucha en un marco internacional dominado a¨²n por el imperialismo, pero donde las guerras generalizadas son m¨¢s improbables debido a la existencia del campo socialista y a las armas nucleares.
?Quiere esto decir que, con esta revisi¨®n, nos colocamos en las posiciones de la socialdemocracia? Es obvio que no. Lo que s¨ª hacemos es abandonar el exclusivismo con que en otras ¨¦pocas nos atribu¨ªamos la representaci¨®n de la clase obrera. Tratarnos de ser m¨¢s receptivos respecto a la experiencia de otros. en particular de los socialistas. Y aspiramos -en un plazo que no puede ser breve- a rehacer la unidad de socialistas y comunistas rota en 1927-1919. Pero pensamos que los dem¨¢s tambi¨¦n tienen que aprender de nosotros. Nuestra concepci¨®n del partido como instrumento militante de organizaci¨®n y movilizaci¨®n de las masas obreras y populares, nuestra m¨¢s decidida capacidad de antagonismo al sistema burgu¨¦s, nuestro mayor sentido internacionalista, nuestro arraigo mas concreto y activo en la clase obrera son, entre otras, algunas de las aportaciones que podemos hacer, que hacemos ya, al movimiento obrero en su conjunto.
Este acervo, que nos distingue de los partidos socialistas (sin desconocer que entre ¨¦stos hay diferencias), tiene que ver con nuestra matriz leninista. No porque imitemos mim¨¦ticamente lo que Lenin hizo en Rusia, sino porque ¨¦l fue el m¨¢ximo dirigente de la ruptura, en 1917-1919, con una socialdemocracia que hab¨ªa perdido el nervio obrerista, militante e internacionalista que hac¨ªa falta para oponerse al delirio chovinista que las burgues¨ªas imperialistas supieron infundir a sus pueblos en 1914 para lanzarlos a una guerra mort¨ªfera.
Reclamarse hoy de Lenin, para nosotros, no creo que sea obst¨¢culo ni para convencer a la gente de nuestro radical y sincero compromiso con la democracia pol¨ªtica, ni para aproximarnos a los socialistas. Por esto pienso que el debate en torno al leninismo ha sido mal planteado en el PCE. ?Nos encontramos frente a quien nos quiere hacer jurar sobre el leninismo y frente a quien nos pide que abjuremos de ¨¦l?. dice Giorgio Napolitano, destacado dirigente del PC italiano. Y sigue diciendo.: ?Nosotros creemos que son inaceptables una y otra posici¨®n?. De hecho, las propias tesis para el IX Congreso del PCE as¨ª lo reconocen al afirmar, unas l¨ªneas m¨¢s abajo de la definici¨®n del partido como ?partido marxista revolucionario y democr¨¢tico?. que ?nos consideramos herederos de quienes, encabezados por Lenin, supieron dirigir la primera revoluci¨®n socialista del mundo?.
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