Clausura de las Jornadas de Filosof¨ªa en homenaje a Alfredo Dea?o
Conferencia de Javier Muguerza
Las jornadas de filosof¨ªa en homenaje a Alfredo Dea?o se clausuraron anoche con una conferencia de Javier Muguerza en el Colegio Mayor Isabel de Espa?a, donde tambi¨¦n han tenido lugar los restantes actos. El ciclo se inici¨® el pasado 11 de abril.
En opini¨®n del conferenciante, que glos¨® las aportaciones de Alfredo Dea?o como fil¨®sofo de la l¨®gica y centr¨® su disertaci¨®n en la obra in¨¦dita del autor sobre Las concepciones de la l¨®gica, carece de sentido renegar de la l¨®gica a cuenta de su identificaci¨®n con la racionalidad tecnoburocr¨¢tica de nuestra sociedad industrial, con la raz¨®n burguesa de la Ilustraci¨®n o con el logos socr¨¢tico de nuestra tradici¨®n filos¨®fica occidental. ?La l¨®gica -la racionalidad formal- no es la ¨²nica racionalidad, aunque sea un componente necesario de la racionalidad en general.? Tras caracterizar a la l¨®gica como el estudio de los principios que regulan la relaci¨®n de implicaci¨®n entre enunciados, se detuvo especialmente en la concepci¨®n anal¨ªtica de la l¨®gica, para la que aquellos principios no ser¨ªan actos mentales (como sostendr¨ªa el psicologismo) ni entidades ideales (como los interpretar¨ªa el platonismo l¨®gico), sino sencillamente piezas de lenguaje. La filosof¨ªa de Dea?o parte de dicha concepci¨®n, pero tambi¨¦n de la conciencia de la radical insuficiencia de una filosof¨ªa puramente ling¨¹¨ªstica de la l¨®gica, pues la l¨®gica es una disciplina reflexiva llamada a preguntarse por sus propias condiciones de posibilidad, lo que inevitablemente nos conduce a una suerte de reflexi¨®n trascendental. Dentro de esa concepci¨®n trascendentalista que, inspirada en Kant y pasada por el Wittgenstein del Tractatus Logico-Philosophicus, hace suya Dea?o, la unidad de la l¨®gica vendr¨ªa garantizada por el hecho de que ?la l¨®gica no es un juego, o bien, si es un juego, es un juego que fatalmente jugamos, un juego que nos constituye como seres racionales, un juego que no podemos abandonar, so pena de dejar de entendemos.?Al final de su exposici¨®n, Javier Muguerza examin¨® el obst¨¢culo opuesto a semejante concepci¨®n de la l¨®gica por la historiograf¨ªa de la ciencia de Kuhn, cuya aplicabilidad al caso de la historia de la l¨®gica sugerir¨ªa la posibilidad de l¨®gicas alternativas e incluso cambios de paradigmas l¨®gicos. Pata el racionalista que fue Alfredo Dea?o, las llamadas ?l¨®gicas no-cl¨¢sicas? habr¨ªan de ser entendidas o bien como reducibles a la l¨®gica cl¨¢sica o bien como ampliaciones de esta ¨²ltima, pero no exactamente como alternativas paradigm¨¢ticas. Pero, en cualquier caso, ?la l¨®gica era tan s¨®lo, para Dea?o, la porci¨®n emergente del gigantesco iceberg de la racionalidad, tanto te¨®rica como pr¨¢ctica, la mayor parte del cual se hallar¨ªa sumergida bajo las aguas; y el fil¨®sofo no ha de perder de vista a profundidad y se ha de interesar tambi¨¦n por esas zonas bajas -a veces, abisales- de la raz¨®n humana?. As¨ª lo hizo el Wingenstein te las Philosophische Untersuchungen, provocando en el seno de a filosof¨ªa contempor¨¢nea una generalizaci¨®n del ?giro ling¨¹¨ªstico?, del que hoy no s¨®lo -ni principalmente- participa la filosof¨ªa anal¨ªtica, sino otras diversas corrientes filos¨®ficas, como la hermen¨¦utica o la teor¨ªa cr¨ªtica. Una filosof¨ªa trascendental as¨ª entendida no hablar¨¢ ya, a la manera kantiana, de un ?sujeto trascendental? a quien cargar abstractamente con la estructura del pensamiento racional, sino de la comunidad de los sujetos racionales en tanto que ?comunidad de comunicaci¨®n?. Dicho de otra manera, la racionalidad -tanto en los dominios de la l¨®gica y de la ciencia como en los de la ¨¦tica y la pol¨ªtica- no ser¨¢ ya un mon¨®logo, sino un di¨¢logo.
?Como buen lector que era de Plat¨®n -concluy¨® diciendo Muguerza-, Alfredo Dea?o valor¨® siempre el di¨¢logo como la manifestaci¨®n m¨¢s alta de la reflexi¨®n filos¨®fica; y su ejemplar manera de cultivarlo constituye el mejor recuerdo que hoy conservamos de ¨¦l.?
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