Arango y Morales
No. Aunque as¨ª lo parezca o a ello nos suene, no constituyen estos dos apellidos ninguna firma asociada. Se trata de dos artistas singulares (Rom¨¢n Arango y Pin Morales son sus identidades y advocaciones respectivas) que exponen en com¨²n porque as¨ª gustan de hacerlo (y as¨ª lo hicieron en anteriores ocasiones), sin que les una otra raz¨®n visible que su com¨²n voluntad. Nada, fuera de ello, les emparenta, ni en t¨¦cnica, ni en argumento, ni en otras peculiaridades de la expresi¨®n. Rom¨¢n Arango presenta una serie de collages refinadamente ejecutados, y Pin Morales nos ofrece una colecci¨®n de pinturas de marcado corte expresionista. De mediar entre ellos alg¨²n lazo, ser¨ªa de naturaleza complementaria, a favor de su propio antagonismo.Los collages de Rom¨¢n Arango tienen no poco de perfume mortecino, tomadas ambas voces en su m¨¢s leg¨ªtima ra¨ªz etimol¨®gica. Es el aroma de lo marchito, de lo ido para siempre, lo que el artista se propone circunscribir en la suma y sucesi¨®n de unos marcos perpetua y lit¨²rgicamente negros como el luto: referencia de una referencia sin plazo, y recuerdo de un recuerdo m¨¢s y m¨¢s indefinido. Otras veces el collage abandona el enmarcado y pasa a sobrevolar un amplio fondo monocromo y rigurosamente estructurado (azulado, rojizo o ceniciento) a manera de gasa o gir¨®n blanquecino, que en parte es c¨¢lida s¨¢bana nupcial y, en parte, fr¨ªo sudario; blanda tela que se expande y oscila entre el t¨¢lamo y el t¨²mulo.
Arango y Morales
Galer¨ªa Ynguanzo. Antonio Maura, 12.
Las pinturas de Pin Morales desarrollan toda su fuerza expresionista de una forma ascendente y a tenor de esta ley: comienza el rasgo por ser puro garabato, que, en un proceso ulterior, se transforma en caligraf¨ªa y termina por asemejarse a un bordado denso (trazo por trazo y brizna por brizna) y compacto (¨¢tomo por ¨¢tomo y pulsi¨®n por pulsi¨®n) cual florido tel¨®n o paisaje de fondo. Es curioso observar c¨®mo a medida que se intensifica la complejidad formal (el crescendo) del tejido pict¨®rico, va menguando el formato material de los cuadros sucesivos hasta convertirse cada uno de ellos casi en miniatura de s¨ª mismos.
Cada cual por su cuenta y a su aire, pueden ambos incurrir en un riesgo com¨²n, por bordear, uno y otro, la inminencia de un l¨ªmite. Los collages de Arango se hallan al borde mismo de su propia insignificancia. Un paso m¨¢s all¨¢, y el perfume mortecino en que flotan las alusiones a la realidad (rostros sin nombre, cartas sin mensaje y objetos sin memoria) a punto est¨¢ de desvanecerse en la nada. Tambi¨¦n pueden ir a la nada los ejercicios abstraccionistas de Morales, merced al grado reductivo con que el rasgo se convierte en caligraf¨ªa, y la caligraf¨ªa, en bordado, y ¨¦ste, en total ambig¨¹edad.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.