Entrevista con Camacho
?P. El pacto de la Moncloa, firmado en vuestro nombre por Santiago Carrillo, ?constituye una de esas contradicciones?R. No, no hay que olvidar en qu¨¦ proceso hist¨®rico nos encontramos en Espa?a. La elecci¨®n de una pol¨ªtica de reconciliaci¨®n era vital, deb¨ªamos innovar o perecer, y hemos innovado con tanto ¨¦xito que Maquiavelo mismo a nuestro lado parece un aprendiz.
Para las Comisiones Obreras, la alternativa era la misma. Hoy, el realismo es obligatorio, aunque les sea desagradable escucharlo a los trabajadores. La pol¨ªtica de un l¨ªder sindical no puede permitirse que sea artesana (...).
No hay que calificar a este pacto de pacto social, como el que existe en Inglaterra, por ejemplo, y que descarga todo el peso de la crisis sobre los trabajadores. Aqu¨ª, los sacrificios est¨¢n divididos. Como prueba, la reforma fiscal, que tarda, tal vez, en aplicarse, pero que ha sido votada por el Parlamento.
P. En esas condiciones, ?qu¨¦ queda de la acci¨®n sindical?
R. Lo esencial: las huelgas. Pero es un arma que hay que emplear con prudencia. En 1976 hemos perdido 110 millones de jornadas de trabajo. El a?o pasado, solamente diecinueve. Este a?o tendremos menos
P. La inflaci¨®n ha sido el ¨²ltimo a?o de un 27%. El paro ha alcanzado la cifra de un mill¨®n de personas, sobre una poblaci¨®n activa de doce millones, y es particularmente aguda en Andaluc¨ªa, donde la situaci¨®n es dram¨¢tica. ?Los trabajadores tendr¨¢n tanta paciencia como usted cree?
R. Es indispensable. Para Andaluc¨ªa hay que preparar, de urgencia, un plan de solidaridad nacional, pues el paro es peligroso. Arrastra a algunos, los m¨¢s desesperados, hacia aventuras pol¨ªticas que pueden ser explotadas por los enemigos de la democracia. ?
25 abril
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