"La ley de Acci¨®n Sindical no ha tenido la informaci¨®n p¨²blica imprescindible"
Pregunta. ?Cu¨¢l es su opini¨®n sobre el anteproyecto de ley de representaci¨®n de los trabajadores en la empresa?Respuesta. Mire usted, el tema es tan complejo que, a mi juicio, parece preciso puntualizar sus muy diversos matices, implicados -qui¨¦rase o no- en el texto sobre el que me pregunta. En primer lugar se ha permitido que este tema, sin duda trascendente saltara a la calle sin una dosis de informaci¨®n p¨²blica imprescindible. Quiero decir, que la opini¨®n del pa¨ªs, en general, se muestra perpleja antela, marea, en parte demag¨®gica, que el asunto ha generado en los dos sectores afectados, empresarios y trabajadores. En este sentido es de agradecer a los medios de comunicaci¨®n la tarea apresurada que se han impuesto para llenar, o intentarlo al menos, esa laguna informativa y clarificadora. Indispensable, por otra parte, cuando se trata, en cierto modo, de aplicar, a nivel de empresa y de centro de trabajo, una interpretaci¨®n del orden econ¨®mico propio de una sociedad pluralista en lo pol¨ªtico.
P. A su juicio, ?cu¨¢les son los aspectos m¨¢s importantes del tema?
R. Podr¨ªamos enumerar los siguientes:
-La filosof¨ªa de fondo que informa la cuesti¨®n.
-Los condicionantes pol¨ªticos.
-El texto del Proyecto remitido por el Gobierno a las C¨¢maras.
-La oportunidad del tema.
-El texto presentado por la ponencia.
-Las actitudes pragm¨¢ticas que, a mi juicio, son posibles al punto a que se ha llegado.
P. Hablemos de la filosof¨ªa de fondo.
R. Se relaciona con la empresa en s¨ª misma y la legislaci¨®n que la regula. Las disposiciones legales y la realidad socio-empresarial en la Europa occidental presentan hoy claros ejemplos de cu¨¢l debe ser la forma de ordenaci¨®n de la vida econ¨®mica y social de una sociedad pluralista, y ello tanto a nivel de ordenamiento supra-empresarial como a nivel de organizaci¨®n en la empresa y en el centro de trabajo. La Comunidad Econ¨®mica Europea, que sigue en este punto la gran experiencia acumulada por la ordenaci¨®n de la vida econ¨®mica y social en la Rep¨²blica Federal de Alemania, ha trazado claras directrices respecto de cu¨¢l debe ser la ordenaci¨®n que apoye la consolidaci¨®n y desarrollo de una sociedad pluralista. No debe olvidarse que las interdependencias entre la empresa, el orden econ¨®mico y el orden de la sociedad son muy fuertes y que se condicionan mutuamente. No puede organizarse una de ¨¦stas aisladamente sin incidir en las otras.
Por otra parte, y siguiendo en el mismo punto, es de igual modo evidente que tal reforma en profundidad de la empresa y su legislaci¨®n constituye como fen¨®meno socio-econ¨®mico, un proceso complejo, y ah¨ª est¨¢ el largo camino de gestaci¨®n del Estatuto de la Sociedad An¨®nima Europea, abordado por la CEE, pero cuyo contenido, sin embargo, rige en la legislaci¨®n europea de varios pa¨ªses desde hace ya muchas d¨¦cadas. Este es el camino europeo para una reforma de la empresa. No es algo que debe inventarse, sino que constituye ya toda una estructura afianzada, no s¨®lo en el plano legislativo, sino en la pr¨¢ctica industrial de pa¨ªses altamente avanza dos.
P. ?A qu¨¦ se refer¨ªa usted cuando citaba los condicionamientos pol¨ªticos?
R. Pienso que la fase en que nos encontramos de consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a, sobre todo en lo que se refiere al tema de la Constituci¨®n, pasaba y pasa por una necesaria pol¨ªtica de consenso, que ha tenido su concreci¨®n real en la firma de los pactos de la Moncloa, especie de ?Carta Magna? de la transici¨®n y que as¨ª hay que aceptar. Es natural, en consecuencia, que las formaciones pol¨ªticas m¨¢s cercanas a la representaci¨®n de los intereses de los trabajadores forzaran el que, entre los compromisos adquiridos en los pactos de la Moncloa, figurara este de la regulaci¨®n de la participaci¨®n de los trabajadores en la empresa. Por ello no hay que achacarle al Gobierno ni a UCD fallo alguno en lo que se refiere a la remisi¨®n del proyecto de ley a las Cortes, porque es preciso contemplar tal acci¨®n como una consecuencia de ese deseado e imprescindible consenso.
Debe, sin embargo, sopesarse que la regulaci¨®n a nivel de empresa y de centro de trabajo de las relaciones entre los distintos grupos sociales que configuran la actividad de las mismas no puede hacerse, como se ha se?alado anteriormente, de forma aislada. En realidad es imposible concebir la definici¨®n de esta regulaci¨®n entre los distintos grupos sociales sin que, en primer lugar, la Constituci¨®n haya definido el marco del ordenamiento econ¨®mico y social, as¨ª como los principios a los que deben someterse en sus actuaciones los distintos grupos sociales, y, en segundo, sin haber definido el contenido y funciones de esas otras organizaciones de car¨¢cter supra-empresarial, fundamentales en una sociedad pluralista, como son las federaciones sindicales y las federaciones empresariales. No mezclemos lo que debe realizarse a nivel de estas dos instituciones supra-empresariales y lo que debe regularse dentro del centro de trabajo y dentro de la empresa.
Por ello debe considerarse que es delicada la disposici¨®n actual en tomo a la acci¨®n sindical en la empresa sin haber definido cu¨¢les son las funciones de los propios sindicatos fuera de la empresa, esto es, darle contenido a lo que. es pieza clave en una sociedad pluralista: las federaciones sindicales. Si los sindicatos entran en la empresa no pueden considerarse ajenos a los fines y a la eficacia de la empresa misma, y nadie dice qu¨¦ responsabilidad van a tener en estos aspectos tan decisivos.
P. ?Cree, en consecuencia, que no ha habido ning¨²n error por parte del Gobierno en este tema?
R. A mi parecer, por parte del Gobierno no ha habido fallo ni en remitir el proyecto, a lo que ven¨ªa obligado como consecuencia de los pactos de la Moncloa, ni en el contenido del mismo. El error, el fallo, parece que deber¨ªa imputarse al partido gubernamental, a UCD. Y ello, por haberse, aparentemente, desentendido un tanto de lo que pod¨ªa suceder, y de hecho ha sucedido, en el seno de la ponencia. Sin detenerme en la cualificaci¨®n de los representantes, la misma composici¨®n num¨¦rica de la ponencia, en la que, a mi parecer, podr¨ªa haber exigido UCD la mayor¨ªa y en la que solamente han figurado cuatro miembros de UCD frente a un total de miembros de la ponencia de trece, habla por s¨ª misma de esta falta de atenci¨®n a un tema tan un portante. Ello parece que ha determinado el que el texto aprobado por la ponencia tenga un matiz preferentemente autogestionario y que es lo que ha despertado la alarma general en el mundo empresarial, con caracteres de fuerte radicalizaci¨®n.
P. Algunos afirman que el proyecto ha sido inoportunamente planteado.
R. Desde el punto de vista de los condicionamientos pol¨ªticos -los pactos de la Moncloa- no parece que quepa referirse a oportunidad o inoportunidad. Se pact¨® entonces y hab¨ªa que ser consecuentes.
Ahora bien, objetivamente, parece que el mismo hecho de que se haya planteado un tan claro y fuerte antagonismo entre los dos sectores afectados directamente por el proyecto parece revelar una dosis importante de inoportunidad, aunque esa inoportunidad en el planteamiento habr¨ªa que cargarla al ?debe? de la Oposici¨®n. Por otra parte, hay otros aspectos que inciden sobre la posible inoportunidad de plantear esto ahora, como son la falta de una regulaci¨®n econ¨®mica en el marco constitucional y la falta de una definici¨®n de las actividades y funciones de las instituciones supra-empresariales mencionadas: federaciones empresariales y federaciones sindicales.
P. Ha comenzado ya la discusi¨®n en la Comisi¨®n de las Cortes del texto informado por la ponencia. No obstante, el texto est¨¢ ah¨ª y la pol¨¦mica tambi¨¦n. ?Qu¨¦ cree que se puede hacer en este punto?
R. Responder a esto parece tan pretencioso como erigirme en gobernante amateur, y no lo soy. Sin embargo, como hombre de la calle y como empresario, me parece razonable lo siguiente:
En funci¨®n de los compromisos adquiridos en los pactos de la Moncloa no parece pol¨ªtico, en absoluto, el preconizar la retirada del proyecto, sin m¨¢s, por el Gobierno, puesto que tal iniciativo podr¨ªa generar -como ya se ha ad vertido abiertamente- una respuesta muy dura por parte de la centrales sindicales que agravar¨ªa a¨²n m¨¢s la situaci¨®n. Otra cosa es que UCD venga obligada, en funci¨®n de los sectores sociales que la siguen, a batirse en el seno de la comisi¨®n correspondiente, con mucha m¨¢s atenci¨®n de lo que lo ha hecho en el ¨¢mbito de la ponencia e intentar mejorar el texto informado para su aprobaci¨®n en el Pleno
Al fin y al cabo, pienso que un deseo semejante es el que ha llevado a UCD a pedir la suspensi¨®n de los debates en el Congreso para tratar de buscar un consenso.
Como hombre de empresa creo, en primer lugar, que no deber¨ªa dramatizarse. Pero, sobre todo, hay algo m¨¢s que puede hacerse de manera muy esencial. Me estoy refiriendo a una serie de hechos objetivos que pueden arrojar luz al problema. Tales como:
- La econom¨ªa de mercado, producto de la libre iniciativa econ¨®mica reconocida en todas las constituciones del mundo occidental, es el ¨²nico orden econ¨®mico compatible con una democracia pluralista como la que estamos tratando de afianzar.
- Si nadie pone en duda que la actividad empresarial no es otra que la de generar riqueza y puestos de trabajo, pocos se preocupan en nuestro pa¨ªs -a excepci¨®n de los especialistas econ¨®micos- de divulgar e interpretar el significado, composici¨®n y reparto de esa riqueza. Y esta riqueza generada por la empresa se expresa en rentabilidad, y la empresa que no logra rentabilidad, ni crea riqueza, ni crea, a la larga, puestos de trabajo. Ahora bien, la distribuci¨®n de la riqueza no puede hacerse solamente a trav¨¦s de la empresa que la genera. La empresa remunera, naturalmente, los factores de producci¨®n, entre ellos al personal; pero el Estado, como ¨®rgano supra-empresarial, busca el que la distribuci¨®n de la riqueza se realice bajo factores de justicia social para todos los grupos de la sociedad.
De todos modos, la simple constataci¨®n, en los ¨²ltimos a?os, del fuerte incremento porcentual que la masa salarial ha experimentado en el reparto de la riqueza generada a nivel sectorial o nacional da buena idea de c¨®mo, al margen de los beneficios recibidos por el trabajo mediante la pol¨ªtica fiscal del Gobierno, la empresa viene directamente contribuyendo, de forma decisiva, en el aumento de nivel de vida de los m¨¢s necesitados.
- Por ¨²ltimo, es una realidad el que, cada vez m¨¢s, la complejidad de la empresa ha hecho m¨¢s relevante la figura de los directivos profesionales. El capital pasa a ser recurso financiero individual o colectivo impulsor y motor de la empresa. Entonces, esta presencia de una direcci¨®n profesional a la que se puede acceder desde la base va adquiriendo la forma de un poder moderador entre los otros dos poderes: capital y trabajo. Como su responsabilidad consiste en garantizar la supervivencia, el futuro de la empresa, y ello exige asegurar una rentabilidad adecuada a los capitales invertidos, no deja de sorprenderme que se est¨¦ considerando como relvindicativa, por parte del personal, la informaci¨®n sobre la empresa y su entorno, siendo as¨ª que una de las caracter¨ªsticas m¨¢s singulares que cualifica a una direcci¨®n profesional es la de delegar. Y esto no puede hacerse sin informaci¨®n descendente, del v¨¦rtice a la base. Varias de nuestras empresas trabajan en el marco de modernas t¨¦cnicas de gesti¨®n que s¨®lo son operativas con transparencia informativa. Y estoy seguro que, en este aspecto, la empresa espa?ola en general ha progresado en t¨¦rminos iguales.
En una palabra. Yo creo que e empresario espa?ol no rechaza la participaci¨®n del personal en la gesti¨®n. Acepta y necesita de esa participaci¨®n si es que ¨¦sta responde a un modelo de empresa que fuera considerada instrumento de colaboraci¨®n arm¨®nica, de paz social y, por tanto, de mayor creaci¨®n de riqueza y m¨¢s equitativo reparto de la riqueza producida.
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