La crisis autonomista asturiana
del Consejo Promotor de Unidad Regionalista Asturiana
Las autonom¨ªas est¨¢n sobre la mesa de negociaciones entre el Gobierno y los representantes de todas las regiones y nacionalidades. En cada una de ellas, no obstante, sigue latente la contradicci¨®n entre los partidarios de darles un verdadero contenido y aquellos que quieren reducirlas a un vago significado administrativo y m¨ªnimamente descentralizador.
En este panorama de pasos adelante y atr¨¢s est¨¢ siendo inadvertida, a nivel estatal, la crisis autonomista asturiana. Y es que somos muchos los que en esta regi¨®n -la primera en nacer como tal en Espa?a- estamos constatando la falta de peso espec¨ªfico que Asturias tiene en el conjunto del Estado y lo muy poco que hacen nuestros parlamentarios para superarlo.
Al amanecer del 16 de junio de 1977 un diputado electo del PSOE y un senador de UCD, partidos ampliamente mayoritarios en Asturias, sostuvieron p¨²blicamente que la falta de votos de Unidad Regionalista -candidatura independiente que s¨®lo consigui¨® el 2%- mostraba la escasa audiencia de la autonom¨ªa asturiana e incluso el desinter¨¦s popular. Esta afirmaci¨®n no era exacta y fue rebatida por los dem¨¢s elegidos, pero revelaba ya el primero de una cadena de errores que, por acci¨®n o por omisi¨®n, seguir¨ªan. As¨ª, cuando Catalu?a consegu¨ªa el restablecimiento provisional de la Generalidad, varios parlamentarios declararon que ?no quer¨ªamos en Asturias preautonom¨ªa?, aunque despu¨¦s rectificaron. M¨¢s adelante Manuel Clavero nos volver¨ªa a dar un sobresalto, tras su primera ojeada al mapa, adelantando que nos pod¨ªamos ?unificar? con Santander (Cantabria, claro) y hasta con La Rioja, mientras alg¨²n otro ministro se inclinaba desde Madrid por nuestra ?integraci¨®n? en Le¨®n Hubo, con ello, protestas, pero si en Navarra los diputados de UCD pusieron el grito en el cielo ante una vinculaci¨®n al Pa¨ªs Vasco, por lo dem¨¢s fundada hist¨®ricamente, aqu¨ª, al ser la soluci¨®n de distinto signo, no parec¨ªa trascendente para ese partido la p¨¦rdida de nuestra identidad.
Luego vino el revuelo del borrador constitucional de Cuadernos para el Di¨¢logo y la marginaci¨®n impl¨ªcita de Asturias por el n¨²mero de habitantes que, enseguida, Peces-Barba y otros socialistas se apresuraron a matizar, aclarando que no habr¨ªa contradicci¨®n con una futura autonom¨ªa asturiana. Y ahora, por ¨²ltimo, aparece el definitivo dictamen de la ponencia constitucional y su famoso art¨ªculo 136, que sanciona, antes del debate, definitivamente el asunto en nuestra contra.
Todo esto se produce en medio de algunos rasgos negativos de la pol¨ªtica regional:
a) Ineficacia de la representaci¨®n asturiana en su conjunto
No pongo en duda la capacidad individual de nuestros parlamentarios, y en los casos concretos de G¨®mez Llorente, su labor en la Mesa del Congreso, y en el de Rafael Fern¨¢ndez, la que llevaba al frente del Grupo Socialista senatorial, pero lo cierto es que Asturias cuenta muy poco, en las Cortes, y nada en la ponencia constitucional. Adem¨¢s, se unen diversas ausencias: Ricardo Le¨®n (UCD) y Dolores Ib¨¢rruri (PCE), ni son de aqu¨ª, ni pisan Asturias, ni est¨¢n en contacto con las organizaciones regionales de sus propios partidos; Luis G¨®mez, ya citado antes, por muchos esfuerzo que realiza para compenetrarse con la realidad regional, su trabajo en la direcci¨®n del PSOE y en la vicepresidencia del Congreso le impiden un contacto permanente con el electorado; y un intelectual de la categor¨ªa de Wenceslao Roces, por su edad y situaci¨®n f¨ªsica, no ha podido ejercer su representaci¨®n desde que fue elegido hace diez meses y se vio obligado a dimitir. Ahora para mayor inri est¨¢ convocado a elecci¨®n este ¨²ltimo esca?o y cualquiera de los que tienen verdaderas posibilidades de ganarlo mantienen como caracter¨ªsticas comunes que son honrad¨ªsimos ciudadanos, excelentes profesionales (en la diplomacia y la medicina) y una total desvinculaci¨®n de los problemas regionales.
b) Inhibici¨®n ante un regionalismo popular
En otras partes del Estado los partidos parlamentarios y los que no lo son han llevado a cabo grandes concentraciones populares en favor de la autonom¨ªa, reforzando su capacidad de negociaci¨®n frente al Poder central. De esta y otras formas se ha evidenciado la enorme capacidad de convocatoria de regiones cuyo trabajo en los ¨²ltimos tiempos en favor de su autogobierno ha sido sobresaliente (Arag¨®n, el Pa¨ªs Valenciano, Andaluc¨ªa...) y han alcanzado casi las mismas condiciones de respuesta popular de las llamadas nacionalidades hist¨®ricas. En contraste, en Asturias, salvo la manifestaci¨®n por Ensidesa del 26 de febrero, que cog¨ªa el problema de refil¨®n, no se han puesto todos los medios para conseguir algo semejante. De un lado, Alianza Popular y UCD, que en otras latitudes apoyan, aunque sea d¨¦bilmente, se han mostrado decididamente en desacuerdo; de otro, el PSOE y en mayor medida el PCE, partidos de una gran tradici¨®n y arraigo, se desentendieron de una iniciativa en ese sentido de Conceyu Bable, tras haber elaborado un documento aceptable, con la disculpa de ?no estar al lado de los extraparlamentarios?, como si los partidarios de Asturias o del centralismo se definiesen por su capacidad electoral.
Estamos en crisis, tambi¨¦n, por que la mayor parte de nuestros representantes sienten una gran desconfianza hacia nuestra cultura aut¨®ctona y no son capaces de esgrimir, sin rubor, la reivindicaci¨®n de recuperar nuestra lengua, que no debe, bajo ning¨²n concepto, morir. No hay tampoco suficiente empuje para elaborar un an¨¢lisis conjunto de la problem¨¢tica social y econ¨®mica. La izquierda sale a la calle contra el desmantelamiento industrial y la dependencia pol¨ªtica regional del INI, la derecha se coloca a la defensiva. Algo tan simple como pedir responsabilidades por la falta de protecci¨®n de nuestro tesoro hist¨®rico art¨ªstico, agudiz¨® tambi¨¦n la susceptabilidad de nuestro derecho.
La falta de iniciativa no es, sin embargo, patrimonio exclusivo de los pol¨ªticos conservadores. Un ejemplo concreto es que siempre fue objetivo de todos mejorar las comunicaciones de Asturias, su salida a la meseta y ahora la autov¨ªa proyectada puede retrasarse tres a?os con la total inhibici¨®n de la derecha y la izquierda de momento, sin una pregunta en las Cortes. La desuni¨®n ante problemas graves del campo, las caracter¨ªsticas peculiares de la comisa cant¨¢brica, su falta de atenci¨®n cotidiana, ha supuesto el que la izquierda, sin ra¨ªces suficientes todav¨ªa en el sector, convoca dividida dos concentraciones de campesinos el mismo d¨ªa y con cien kil¨®metros de por medio, con un diputado del PSOE en cada una de ellas. ?Y qu¨¦ pasa con los montes comunales?, ?qu¨¦ con mil problemas espec¨ªficos nuestros?
Hubo s¨ª un atisbo de enfocar la unidad regional ante los problemas de Asturias y para eso la Asamblea de Parlamentarios, que no se reuni¨® desde su constituci¨®n m¨¢s que en dos o tres ocasiones, encarg¨® a la firma SADEI un estudio global de la situaci¨®n. Han pasado nueve meses y no se han podido entregar porque los parlamentarios asturianos ?carecen de recursos financieros para pagarlo?. Recursos propios y energ¨ªa para buscarlos...
Es ¨¦sta una cr¨ªtica pesimista, pero necesaria, a diputados y senadores asturianos, con todos los cu¨¢les habl¨¦ leal e individualmente en muchas ocasiones. Asturias, con ellos y adem¨¢s de ellos, tiene que tomar un nuevo rumbo que recupere las cotas econ¨®micas perdidas y su confianza en los valores propios. No hay m¨¢s que mirar a otras regiones. En el esfuerzo podemos confluir gentes de todas las ideolog¨ªas, empezando quiz¨¢ por una reflexi¨®n profunda del momento preauton¨®mico. El gran Castelao, en Sempre en Galiza, reprochaba a las autoridades republicanas asturianas de la ¨¦poca de la guerra el desprecio que fomentaban hacia sus conciudadanos gallegos. Sin duda que los dem¨®cratas de hoy ya no caer¨ªamos en los defectos hist¨®ricos que criticaba el l¨ªder galleguista, pero podemos cometer el terrible error de dejar para nunca las bases firmes de una Asturias aut¨®noma y solidaria con el resto de Espa?a, consciente de la gravedad de su problem¨¢tica.
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