Una rica pol¨¦mica marxista
El libro recoge cuatros trabajos escritos en diferentes ¨¦pocas, de 1935 a 1974.En todos ellos el autor emprende la tarea de reivindicar la teor¨ªa econ¨®mica marxista y lo que para Mattick es su imprescindible correlato: la praxis revolucionaria. El m¨¦todo elegido es siempre el mismo, es decir, la cr¨ªtica de obras y te¨®ricos tenidos por ?neomarxistas?, como dice el t¨ªtulo, y no por marxistas aut¨¦nticos. Quiz¨¢ el primer cap¨ªtulo sea el m¨¢s atractivo para quienes se interesan por el marxiswo en su totalidad y no s¨®lo por su vertiente econ¨®mica. En su contribuci¨®n m¨¢s ?pol¨ªtica?, Mattick reprocha a Sindney Hook el haber pretendido separar la teor¨ªa marxista de la praxis revolucionaria del proletariado. Negando que ambos planos puedan separarse, nuestro autor defiende su tesis del socialismo como pr¨¢ctica de fa clase proletaria -o clase revolucionaria per se-, para lo cual denuncia tanto a la socialdemocracia como al leninismo, o autoritarismo que suplanta a la genuina acci¨®n proletaria por una nueva casta burocr¨¢tica que prolonga la opresi¨®n del Estado derrocado. Mattick, como ya se hab¨ªa adivinado, es uno de los m¨¢s brillantes mantenedores del ?comunismo de los consejos? (postura tambi¨¦n defendida por Pannekoek), que se neg¨® a identificar al socialismo con la sovietizante dictadura de partido.
Cr¨ªtica de los neomarxistas
Paul Mattick Pen¨ªnsula, Barcelona, 1977.
Los restantes cap¨ªtulos defienden la teor¨ªa ortodoxa marxista del valor y de la tasa decreciente de beneficio, por medio de sucesivas objeciones. A Gillman, el autor achaca una falsa argumentaci¨®n estad¨ªstico-emp¨ªrica que vendr¨ªa a negar la mencionada ley de la tasa decreciente. Ciertamente, insiste Mattick, Gillman, prueba que durante una ¨¦poca del siglo XX tal descenso no se da en la econom¨ªa capitalista de EEUU; pero esto no quiere decir que el capitalismo en su conjunto siga el mismo camino. Parecido argumento emplea Mattick con Mandel, cuyo t¨¦rmino ?capitalismo tard¨ªo? constituye para ¨¦l una parcialidad en el an¨¢lisis. Para nuestro autor, en efecto, Mandel erige en nuevo momento del desarrollo capitalista una fase que, examinada, de nuevo, en su conjunto planetario, no difiere gran cosa de las constantes del proceso capitalista examinadas por Marx. Por fin, Mattick polemiza con Baran y Sweezy, arguyendo que su trabajo El capital monopolista apunta hacia una excesiva valoraci¨®n del monopolio capitalista, la cual confunde el ¨¢rea de la producci¨®n (¨²nica cuyo cambio permitir¨ªa hablar de nuevas etapas capitalistas) con el ¨¢rea del mercado (terreno en el que para Mattick queda confinada la tendencia monopolista).
Por supuesto que no he hecho m¨¢s que sintetizar unos punt os que el autor desarrolla sobradamente, con un meritorio rigor anal¨ªtico, Otra cosa, claro est¨¢, es que se est¨¦ de acuerdo o no con ¨¦l. No obstante, repito, los argumentos de Mattick son de obligada consideraci¨®n por su importancia, en lo concerniente al marxismo contempor¨¢neo, sobre todo, la cr¨ªtica de Baran y Sweezy y Mandel, cuyas aportaciones son, desde luego, capitales para la econom¨ªa marxista de la segunda mitad de nuestro siglo.
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