De la guerra convencional al terrorismo
En mayo de 1973 nac¨ªa en la ciudad mauritana de Chinguetti el Polisario, como una escisi¨®n del Frente para la Liberaci¨®n y Anexi¨®n del Sahara a la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Mauritania. Hecho por y para este pa¨ªs, cuando sus hombres entraron en acci¨®n contra las tropas espa?olas, fue este pa¨ªs el que sufri¨® en sus ciudades fronterizas sobrevuelos y ametrallamientos de la aviaci¨®n espa?ola.La luna de miel entre Nuakchott y el Polisario dur¨® hasta el Acuerdo de Madrid. Trece d¨ªas despu¨¦s de su firma el Polisario creaba la Rep¨²blica Arabe Socialista Democr¨¢tica (RASD) y ese mismo d¨ªa ocupaba La G¨¹era y desencadenaba ataques contra las fuerzas mauritanas desde Zuerat y Bir Mogrein. Los mauritanos no ten¨ªan capacidad de reacci¨®n alguna. Baste decir. que para conquistar La G¨¹era solicitaron discretamente el consejo del c¨®nsul de Espa?a en Nuadibu, Miguel Sedano, capit¨¢n de Infanter¨ªa en situaci¨®n de retiro que desempe?aba su puesto diplom¨¢tico -y a¨²n lo desempe?a- desde hac¨ªa trece a?os. La ciudad pudo ser desalojada s¨®lo despu¨¦s de que interviniera la artiller¨ªa marroqu¨ª.
Los hombres del Polisario aparec¨ªan por cualquier parte del territorio mauritano, atravesando mil o mil quinientos kil¨®metros de desierto en caravanas de hasta un centenar de veh¨ªculos, perfectamente pertrechados con fusiles Kalachnikov, coheter¨ªa y misiles Sam, todo ello de procedencia sovi¨¦tica. Llegaron a bombardear en dos ocasiones la propia Nuakchott y, lo que parece a¨²n m¨¢s incre¨ªble, a esfumarse en el desierto para regresar a sus lejanas bases, presumiblemente en la zona argelina de Tinduf o, incluso, en los confines noroccidentales de Mal¨ª.
?No eran las t¨ªpicas razzias que los pueblos n¨®madas han practicado a trav¨¦s de su historia. Era una guerra en toda regla, en la que se ve¨ªa la mano de instructores muy cualificados y posiblemente no s¨®lo argelinos?, opina uno de los agregados militares europeos acreditados en la capital mauritana.
Las columnas del Polisario, en sus repetidas acciones contra el ferrocarril minero Zuerat-Nuadibu, hicieron prisioneros a ocho s¨²bditos franceses a lo largo del pasado a?o. Ello cambi¨® el signo de la guerra. Hasta entonces, los numerosos encuentros entre los combatientes del Polisario y las tropas mauritanas y, sobre todo, marroqu¨ªes, no pasaban de ser escaramuzas, aumentadas y aireadas por los respectivos servicios de propaganda. Quiz¨¢ el choque m¨¢s importante fue el habido en la zona marroqu¨ª de Amgala, en el que, seg¨²n Rabat, cayeron prisioneros 99 argelinos, entre soldados y oficiales.
La captura de los franceses provoc¨® la inmediata reacci¨®n de Par¨ªs, que no renuncia a mantener su influencia en la zona, donde tiene intereses econ¨®micos muy importantes. Los Nord-Atlas y los Jaguar franceses basados en Uakam (Dakar) tomaron a su cargo vigilar las infiltraciones del Polisario en el Norte y lo hicieron con eficacia: los d¨ªas 13 y 21 de diciembre pasado aniquilaron en el ¨¢rea de Zuerat a dos columnas, integradas cada tina de ellas por cerca de cien veh¨ªculos. Los aviones mostraron su puesta a punto y el napalm -fabricado en Sevilla- tambi¨¦n: dos d¨ªas despu¨¦s de la segunda intervenci¨®n, los rehenes eran liberados en Argel.
?Desde entonces -dice Abdalahi Uld Bah, antiguo ministro de Sanidad y de Defensa y actual gobernador de Nuadibu- el signo de la guerra ha cambiado. El Polisario ya no se arriesga a enviar columnas motorizadas, que ser¨ªan de inmediato descubiertas y aniquiladas; ahora prefiere infiltrar comandos de uno o dos hombres para provocar acciones terroristas.?
Dentro de la nueva estrategia cabr¨ªa enmarcar el ¨²ltimo y m¨¢s importante acto atribuido al Polisario: la voladura del tren minero Zuerat-Nuadibu el pasado d¨ªa 28 de febrero, a escasos dos kil¨®metros de su puerto terminal. Saltarcn por los aires 48 vagones mineraleros, que a¨²n pueden verse frente a la zona residencial que la Sociedad Nacional Industrial y Minera (SNIM) tiene en Cansado, junto a Nuadibu.
Un precio demasiado alto
Autoridades mauritanas y observadores europeos coinciden en mostrar su extra?eza por el modo de operar de estos terroristas. Los ya habituales atentados al ferrocarril, si bien cada vez m¨¢s escasos, al existir el control a¨¦reo franc¨¦s y el terrestre mauritano y marroqu¨ª, tienen el denominador com¨²n de parecer buscar el menor da?o posible a la econom¨ªa mauritana.
Los trenes mineraleros, que invierten unas dieciocho horas en recorrer los seiscientos kil¨®metros de la v¨ªa, van tirados por cuatro locomotoras de tracci¨®n diesel. Los atentados, que en buena l¨®gica deber¨ªan tener como blanco estas locomotoras para colapsar el transporte y la comercializaci¨®n del mineral, van esencialmente dirigidos hacia los vagones. Se instala la carga explosiva -normalmente minas anticarro- bajo la v¨ªa y no m¨¢s cerca de un centenar de metros, v¨ªa arriba, el fulminante. As¨ª, la parte tractora de los convoyes resulta siempre intacta.
?Algunos directivos de la SNIM piensan que muchas de estas explosiones constituyen m¨¢s que actos de terrorismo pol¨ªtico, puro sabotaje?, dice el gobernador Uld Bah.
Por unas u otras causas, la exportaci¨®n de mineral se ha visto seriamente afectada. Aunque las aatoridades dicen que el tr¨¢fico ha alcanzando cotas de normalidad, con dos trenes diarios, fuentes muy bien informadas de Nuadibu aseguran que durante el pasado mes s¨®lo cargaron tres buques, con un total de 100.000 toneladas, cuando la exportaci¨®n mensual prevista, a pleno ritmo de producci¨®n, es casi diez veces mayor.
Es un precio muy alto para un pa¨ªs modesto. Igualmente, resulta insostenible para un pa¨ªs subdesarrollado invertir, como se ve obligado a hacer, la tercer parte de sus presupuestos generales -que ascienden a unos 10.200 millones de uguiyas, equivalentes a unos 20.400 millones de pesetas- en el esfuerzo de la guerra. A¨²n destinar¨¢ para el mismo objetivo una llamada contribuci¨®n al esfuerzo de la defensa nacional, que sustituye este a?o a la existente para paliar los estragos de la sequ¨ªa y que proporcionar¨¢ unos 1.300 millones de pesetas. Esta contribuci¨®n se nutre de un 1% del tr¨¢fico de las empresas y de una trig¨¦sima parte de los salarios devengados por la poblaci¨®n.
Nuakchott ha tenido que poner en pie de guerra a unos 14.000 hombres, instruidos sobre la marcha por oficiales franceses y marroqu¨ªes. Equiparlos debidamente cuesta mucho dinero
Los aliados marroqu¨ªes
Las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos tienen desplegados en a zona norte e pa¨ªs unos 10.000 hombres, que esencialmente vigilan Bir Mogrein, Zuerat y su ferrocarril y Nuadibu. Son tropas bien uniformadas y equipadas. En el aeropuerto de Nuadibu pueden verse tres cazabombarderos marroqu¨ªes F-5 y otros tantos helic¨®pteros Puma.
De inmediato se plantea la vieja historia de la reivindicaci¨®n del Gran Marruecos, con frontera en el r¨ªo Senegal. El ministro mauritano de Asuntos Exteriores ve as¨ª la situaci¨®n: ?Las tropas marroqu¨ªes est¨¢n en Mauritania a petici¨®n nuestra y en virtud de un acuerdo bilateral de asistencia militar y defensa mutua. Nuestra soberan¨ªa no peligra, como no peligra la de la Rep¨²blica Federal de Alemania, porque tenga establecidas en su territorio tropas de varias naciones.?
?El comportamiento de los soldados marroqu¨ªes es ejemplar -dice a su vez el presidente Uld Daddah- y ni las autoridades ni la poblaci¨®n mauritanas tenemos quejas de ning¨²n tipo. Nuestra cooperaci¨®n es total y as¨ª se ha puesto de manifiesto el pasado d¨ªa 20 de abril, en Fez, durante la reuni¨®n del comit¨¦ conjunto.?
Si se le recuerda al presidente que confiaba totalmente en Bumedian hasta el 10 de noviembre de 1975, asiente en su franc¨¦s pausado e impecable: ?S¨ª, y me traicion¨®. Pero tengo la completa certeza de que en el caso del rey Hassan II no va a pasar lo mismo.?
Rabat coincide con sus aliados del Sur en que observar¨¢ escrupulosamente los tratados defensivos bilaterales y que retirar¨¢ las tropas a sus fronteras en cuanto se haya aclarado la situaci¨®n.
Hasta el momento s¨®lo se ha registrado una fricci¨®n entre las tropas mauritanas y las marroqu¨ªes. El pasado a?o, en la academia militar de Atar, se origin¨® una violenta reyerta al enfrentarse un instructor marroqu¨ª con un cadete mauritano por cuestiones de disciplina: el cadete se neg¨® a cargar con una ametralladora hasta un cercano campo de maniobras y estaba empe?ado en que la pesada arma fuera transportada por su boy, su servidor negro.
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?Uld Daddah: Es una cuesti¨®n de dignidad"
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