Mayo de 1968
Se est¨¢ conmemorando largamente el d¨¦cimo aniversario del famoso mayo de 1968, del ?mayo franc¨¦s? que hizo estremecerse al mundo, sacudirse en una expectativa de transformaci¨®n, cambio, revoluci¨®n creadora. ?La imaginaci¨®n al poder?, entre todos los lemas de entonces.?Qu¨¦ queda de entonces? Se ve que los comentaristas, a pesar de sus buenos deseos, no encuentran respuestas claras. La consecuencia inmediata de aquel mayo fue el afianzamiento del general De Gaulle en el poder. Tambi¨¦n actu¨® de revelador de muchas conductas e ideas que antes no se hab¨ªan manifestado claramente (Raymond Aron y Jean-Paul Sartre, por ejemplo). Hubo unos ?h¨¦roes? instant¨¢neamente famosos, pero que se han hundido en el olvido, del que penosamente se intenta rescatarlos para la conmemoraci¨®n. Hace ya varios a?os que suelo preguntar a mis estudiantes -americanos, porque no he podido tenerlos espa?oles-, qu¨¦ saben de tres nombres: Mario Savio, Daniel Cohn-Bendit, Rudi Dutschke. La respuesta es, invariablemente: nada. S¨®lo una vez, un estudiante de doctorado, algo mayor, me dijo que cre¨ªa recordar que Rudi Dutschke hab¨ªa sido un dirigente estudiantil. Esto es lo que queda entre los j¨®venes del Free Speech Movement de Berkeley y del mayo de Par¨ªs.
?Extra?o? No para m¨ª. En mayo de 1968 estaba releyendo ese estupendo e inacabado libro que se titula Baza de espadas, el tercer volumen de El Ruedo Ib¨¦rico, la prodigiosa serie de novelas en que Valle Incl¨¢n cont¨® los preliminares de la revoluci¨®n espa?ola de 1868, que destron¨® a Isabel II, la ?Gloriosa?. Mi estupor era constante al advertir que lo que se declamaba en la Sorbona, lo que contaban los peri¨®dicos, lo que despu¨¦s hab¨ªan de glosar innumerables libros (el mayo franc¨¦s fue, m¨¢s que otra cosa, un acontecimiento editorial), se parec¨ªa tanto a lo que dicen los personajes de Baza de espadas, especialmente los pasajeros del ?Omega?, buque ingl¨¦s abanderado en C¨¢diz, que navega de Gibraltar a Londres con su carga mixta de conspiradores espa?oles, revolucionarios internacionales y personajes varios: desde Bakunin y Ferm¨ªn Salvochea, hasta do?a Baldomera, la hija de Larra, pasando por Pa¨²l y Angulo, el Pollo de los Brillantes, la Sofi, don Teo, Inda, el Boy y el capit¨¢n Meana. Conviene recordar algunos textos.
?A la sombra del foque -cuenta Valle Incl¨¢n-, un gigante barbudo, imprecador, enorme la boca desdentada, los ojos azules arrebatados de alocada inocencia, reun¨ªa un grupo de franceses e italianos: Hablaba gesticulante, con grandes ademanes: Le o¨ªan, cambiado gui?os burlones, dos pr¨®jimos que fumaban recostados en la amura de babor: Hab¨ªan embarcado por la ma?ana y se manten¨ªan aislados del pasaje, con un secreto y agresivo resentimiento de espa?oles fuera de Espa?a.? (Rep¨¢rese, por cierto, que en este texto de 1932 se encuentran algunas de las ?innovaciones? de puntuaci¨®n de escritores actuales de ?vanguardia?.)
Claudio Ner¨®n (Pa¨²l y Angulo) grita:
? ?Que no acabe con toda esa canalla un c¨®lera morbo asi¨¢tico! ?Una viruela negra! ?Un rayo del infierno! ?
Bakunin, asombrado, pregunta a Ferm¨ªn Salvochea:
?-?Ese violento, sin duda, es tu amigo Pa¨²l y Angulo?
-El mismo, maestro.
-Present¨ª que lo era. ?De qu¨¦ maldice?
-Es el estilo nacional. La revoluci¨®n espa?ola significa la protesta de todo un pueblo que exige buenos ejemplos en las alturas.
-Una revoluci¨®n no es una bullanga rom¨¢ntica, ni un cadalso. ?Qu¨¦ fruto promete al pueblo espa?ol el castigo de su reina? ?Le concede libertades? ?Establece el reinado de la justicia social?... Las nuevas revoluciones no son contra los reyes, sino contra la burgues¨ªa. Una revoluci¨®n es como el soplo del esp¨ªritu eterno, que no destruye y no suprime, sino por ser fuente de toda vida. La pasi¨®n de la destrucci¨®n es una pasi¨®n creadora. ?
M¨¢s adelante, el Boy, disc¨ªpulo kalmuco de Bakunin, a quien mira con admiraci¨®n y rencor mezclados, dice:
?La desigualdad social es tan irritante, que los atentados contra la propiedad, cualquiera que sea su forma, son avances en el camino de la revoluci¨®n comunista. Nuestro deber es defenderlos, ampararlos y provocarlos. No hacerlo es una traici¨®n a la causa.
Hablaba sin gestos, con una pasi¨®n fr¨ªa y dogm¨¢tica: Sus ojos, encendidos de rencores, acabaron levant¨¢ndose audaces sobre el maestro. El capit¨¢n Meana, que todo el tiempo hab¨ªa asentido con un movimiento de las cejas, le alarg¨® la mano:
-Cuanto usted ha dicho, es el evangelio de la revoluci¨®n social...
El capit¨¢n Meana, que, como antiguo garibaldino. era un afiliado de la secta carbonaria, se proclamaba ateo y anarquista por principios:
-Es siempre oportuno despertar los malos instintos y aniquilar cualquier asomo de moral individualista, para construir una moral social.
Bakunin sonre¨ªa entre las barbas, porque eran aquellas sus propias expresiones, en la gu¨ªa secreta.?
?Bakunin, con sus barbas fluviales, sus melenas de bohemio, sus gestos de inspirado, sus ademanes prof¨¦ticos, atra¨ªa las miradas: Sentado a la cabecera, en la mesa de los revolucionarios espa?oles, hablaba con abundante verba, enredado en una de esas m¨ªsticas y pueriles divagaciones tan gratas a los eslavos:
-La vida, al modo de los sue?os, tiene una cuarta dimensi¨®n que apenas podemos intuir... Indiferente, ser santo o asesino, marchar hacia la derecha o hacia la izquierda... Todo intento de interpretar la vida dentro de fines morales es absurdo. El mal y el bien desaparecen en la ¨²ltima intuici¨®n, que todo lo reduce a unidad... Es preciso desencadenar todas las malas pasiones, pero no con un fin particular, sino universal. No contra el individuo, sino contra el Estado. El Estado es la negaci¨®n m¨¢s odiosa del concepto de humanidad: Su ley suprema es el aumento de poder¨ªo, con el fracaso de todos los derechos innatos que dignifican al hombre... Contra el orden impuesto por los intereses de una minor¨ªa burguesa, el proletariado debe imponer un excelente y bienhechor desorden. La rebeld¨ªa es un estado de gracia. Marx considera el proletariado como clase social, y es el error de ese jud¨ªo intrigante.?
Sigue la traves¨ªa; ha habido un temporal de aguas y viento durante toda la noche. Bakunin prolonga indefinidamente la tertulia, en di¨¢logo con Pa¨²l y Angulo, el capit¨¢n Est¨¦vanez, el capit¨¢n Meana y otros revolucionarios. Algunos ejemplos:
?-El socialismo no es un sofisma.
-Si no es un sofisma, es una utop¨ªa.
-Las utop¨ªas de hoy son las realidades de ma?ana.
-El espa?ol es profundamente individualista.
-Es insolidario, pero no creo que sea individualista.
-El adoquinado de una calle no es individualista. ?Todos los adoquines iguales e insolidarios! ?
Y contin¨²a Bakunin:
?La Asociaci¨®n Internacional de Trabajadores es la aparici¨®n de una nueva tiran¨ªa que amenaza a todos los pueblos: La humanidad, en sus m¨²ltiples fases, esclavizada por los rencores del proletariado... Ate¨ªsmo y antiestatismo. Hoy hemos de destruir el r¨¦gimen pol¨ªtico existente en todos los pueblos europeos, pero ma?ana nuestro destino ser¨¢ combatir el r¨¦gimen comunista tal como lo concibe la Internacional: ?La dictadura del proletariado!
-?Cu¨¢l es, entonces, la revoluci¨®n mundial a que usted aspira, si no es la dictadura del estado comunista?
-El excelente y bienhechor desorden, parteado por una explosi¨®n de las masas. El Socialismo del Estado, conforme a la doctrina marxista, s¨®lo puede alzarse sobre los escombros de las viejas sociedades, por una nueva esclavitud de las masas reducidas, en fuerza de decretos, a la obediencia, a la inmovilidad y a la muerte... La Europa occidental, senil, corrompida, esc¨¦ptica, necesita una transfusi¨®n de sangre b¨¢rbara que la saque de su cretinismo democr¨¢tico. No puede haber revoluci¨®n sin anarquismo: La revoluci¨®n s¨®lo existe donde se abre un horizonte an¨¢rquico, y si no se lleva en su seno el rayo destructor de todos los prejuicios sociales, ser¨¢ una apostas¨ªa. El r¨¦gimen parlamentario, piedra angular en las democracias occidentales, es una de las m¨¢s hip¨®critas ficciones del sentido burgu¨¦s ... ?
Cuando asist¨ªa a los sucesos de hace diez a?os, en Par¨ªs, no pod¨ªa evitar la impresi¨®n desazonante que los psic¨®logos llaman el d¨¦j¨¤ vu. Aquello ya hab¨ªa pasado -en 1868-, ya se hab¨ªa dicho lo que se dec¨ªa en la venerable Sorbona; estaba en la maravillosa novela de don Ram¨®n del Valle Incl¨¢n, anticipada en el diario El Sol, en Madrid, en 1932... Lo volv¨ªa a leer con estupor, apenas pod¨ªa creerlo. Aunque, en verdad, llevaba muchos a?os pensando en lo grave que es que en nuestro tiempo, los ? revolucionarios ? hayan dejado de ser innovadores y se limiten a repetir uno u otro libro del siglo XIX.
Por eso proclaman ?la imaginaci¨®n al poder?, en vez de ejercitar el poder de la imaginaci¨®n. Por lo dem¨¢s, Valle Incl¨¢n, que s¨ª la ten¨ªa, hab¨ªa anticipado con m¨¢s talento, en un solo verso, unos a?os antes, el lema:
S¨®lo es buena a reinar la fantas¨ªa.
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