La pareja y Eddy Williams
El expr¨¦s de medianoche, de Allen Parker, ha sido, sin duda, una de las primeras sorpresas agradables de la XXXI edici¨®n del festival de Cannes, y ello por varios motivos: en primer lugar, porque el tema conecta perfectamente con buena parte de la poblaci¨®n occidental de hoy: la detenci¨®n, en Estambul, de un joven norteamericano que se propone pasar unas tabletas de hach¨ªs.Detenido, procesado, condenado a cuatro a?os de c¨¢rcel. Su caso, por circunstancias ajenas al mismo, se ve revisado en otro tribunal -tras el cumplimiento de casi toda la primera condena- y vuelto a condenar, esta vez a cadena perpetua. Unos ataques de Nixon al Gobierno turco sobre su falta de beligerancia acerca del comercio de la droga provoca una reacci¨®n extrema por parte de Estambul: el recluso norteamericano ser¨¢ juzgado de nuevo y condenado a treinta a?os de c¨¢rcel. Por ¨²ltimo, el joven consigue huir de la prisi¨®n turca.
El filme narra espl¨¦ndidamente la vida en la c¨¢rcel, una prisi¨®n en la que la ¨²nica regla fija es la de la brutalidad y la corrupci¨®n. Pel¨ªcula basada en un relato autobiogr¨¢fico, su autor se pasea estos d¨ªas por la croisette entre la admiraci¨®n de ajenos y extra?eza propia.
Adem¨¢s del tema, la pel¨ªcula est¨¢ narrada con un evidente dominio del que hacer cinematogr¨¢fico m¨¢s ortodoxo. Todo vale para conseguir crear el clima de ansiedad y angustia que la historia necesita. El resultado final son cerca de dos horas de cine a la antigua usanza, en las que la aventura personal, los sentimientos, se imponen al an¨¢lisis o a la denuncia racional. Brad Davis, su actor protagonista, es ya uno de los firmes candidatos al premio de interpretaci¨®n masculina.
La mujer zurda, primer largometraje del dramaturgo Peter Handke, es otro asunto muy distinto. Handke, joven y brillante intelectual de la Rep¨²blica Federal de Alemania, intenta en su primer filme algo que las m¨¢s elementales reglas desaconsejan: experimentar con un medio que se conoce s¨®lo indirectamente (ha trabajado en varios guiones de Win Wenders). La confusi¨®n y la osad¨ªa se entremezclan en un proyecto fallido. Reflexionar sobre la crisis de la pareja de alto status social requiere no s¨®lo el conocimiento sociol¨®gico y psicol¨®gico de las gentes sobre las que se va a reflexionar, sino, tambi¨¦n, el conocimiento exhaustivo del medio que se va a utilizar para narrarla. Si falla uno de los dos componentes -y en el caso de Handke es claro que falla el segundo de ellos-, el resultado puede ser una cat¨¢strofe. De esta forma asistimos a una pel¨ªcula que, junto a aciertos evidentes y espor¨¢dicos, existen recursos visuales excesivamente osados (planos de atardeceres, de la Luna entre las nubes, de los ¨¢rboles y las florecillas que se deshojan), m¨¢s propios del aficionado en super ocho que piensa que cada plano, por bella que sea su composici¨®n, es v¨¢lido por s¨ª mismo.
Jueves 18 de mayo. 16.00 horas. Terraza del hotel Carlton. Una multitud discreta y mirona espera ver a cualquier famoso. De repente surge Eddy Williams, reina de un determinado cine porno norteamericano. M¨¢s de cuarenta a?os entre pecho y espalda. Mini short y zapatos de tenis. Blusa en lam¨¦ dorado. Eddy, que ha sido un poco la madre er¨®tica de varias generaciones USA, se sube a una silla de la terraza y, delante de un nutrido grupo de fot¨®grafos y cameramen de televisi¨®n, comienza a hacer publicidad de su ¨²ltima pel¨ªcula: Zamb¨²llete profundamente. Ense?a en repetidas ocasiones un gran cartel de promoci¨®n que la muestra desnuda en una gran piscina, y el rito se cumple hasta el final. Poco a poco comienza a desnudarse entre la emoci¨®n y el regocijo de los mirones. En un momento dado se cae sobre una mesa repleta de consumiciones. No pasa nada y comienza el mismo proceso. Eddy lo hace todo con la desgana de una profesional. Ovaciones, gritos pidiendo la repetici¨®n, una locura discreta y civilizada que le permitir¨¢ a la Williams, en poco m¨¢s de media hora de sesi¨®n, acaparar la atenci¨®n de todos los medios informativos presentes en el festival.
Todos sab¨ªamos que all¨ª se estaba representando una de las leyendas de segunda fila m¨¢s entra?ables para los adolescentes yanquis. Por un momento todos recordamos nuestra juventud insatisfecha.
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