Manzanares, en figura del toreo
Por fin -? a la d¨¦cima !- el corrid¨®n, el gran espect¨¢culo. Ayer s¨ª se gan¨® afici¨®n, y e! la maravilla que fuera a despecho de todos los trucos, de todas las incongruencias del taurinismo, que no escarmienta, ni creemos vaya a escarmentar jam¨¢s. Bast¨® que saliera un toro cornal¨®n y bast¨® que dos figuras de este tiempo se olvidaran de los remilgos, de las adulaciones y de la cartilla que les tienen le¨ªda los mangantes del espect¨¢culo, y salieran arrancados a competir en un tercio de quites memorable.La corrida empez¨® en esc¨¢ndalo y lleg¨® un momento en que temimos que fuera a producirse un conflicto de orden p¨²blico. El primer toro volvi¨® al corral antirreglamentariamente porque se rompi¨® una pezu?a, y en su lugar sali¨® un inv¨¢lido que de ninguna manera pod¨ªa soportar la lidia y se cay¨® como para morirse en cuanto Andr¨¦s V¨¢zquez le baj¨® un poco la muleta. El segundo era un especimen renqueante, anovillado y pobre de cabeza, que desat¨® las iras del p¨²blico y tambi¨¦n fue devuelto al corral. El sobrero, terciado y romo, apenas ten¨ªa resuello, y la faena que le hizo Manzanares transcurri¨® en su primera mitad en medio de las rechiflas de los aficionados. Luego hubo una tanda de cuatro naturales hondos y con las protestas se mezclaron las ovaciones, y ya al aire de cierto tr¨ªunfalismo, que empezaba a desatarse, y una estocada certera, la presidencia concedi¨® una oreja, que protest¨® con furia la mayor parte del p¨²blico, pues ya era demasiado que a la comodidad con que ha venido este torero a la feria le a?adieran las bendiciones de un trofeo regalado.
Plaza de Las Ventas
D¨¦cima corrida de feria. Toros de Manuel Gonz¨¢lez, el primero devuelto porque se rompi¨® una pezu?a, el segundo tambi¨¦n, por flojo y escaso de trap¨ªo; inv¨¢lido el cuarto, que se corri¨® en primer lugar; sin presencia el tercero; ideal el quinto y manejable el sexto, estos dos ¨²ltimos bien presentados. Y dos sobreros de Socorro S¨¢nchez Dalp, el lidiado en segundo lugar sin fuerzas y aborregado, el que sali¨® en cuarto puesto bien armado, de media arrancada, con genio. Andr¨¦s V¨¢zquez: bajonazo, del que sale volteado (divisi¨®n de opiniones). Media estocada (fuerte divisi¨®n y saludos). Jos¨¦ Mari Manzanares: Estocada desprendida y rueda de peones (oreja protestadisima). Estocada ca¨ªda (dos orejas). Ni?o de la Capea: Pinchazo hondo, rueda de peones, aviso cori casi un minuto de retraso, estocada y tres descabellos (divisi¨®n y saludos). Pinchazo, estocada y rueda de peones (pelici¨®n y vuelta).Manzanares sali¨® a hombros por la puerta grande. Hubo grandes protestas por la presentaci¨®n de la primera parte de la corrida y estuvo a punto ole que se le fuera de las manos al presidente-comisario Pajares. Hubo lleno total.
Tambi¨¦n era un animalito anovillado el tercero, y el Ni?o de la Capea le mulete¨® con prisas y enganchones, en una faena horrorosa m¨¢s propia de pri?c¨ªpiante que de matador con oficio. Pero el cuarto toro era serio y cornal¨®n, se le ovacion¨® de salida y as¨ª empez¨® a cambiar el signo de la fiesta. Andr¨¦s V¨¢zquez le instrument¨® algunos muletazos reposados y mandones, pero el toro, que apretaba para los adentros, le acos¨® un par de veces y pronto se qued¨® con media arrancada. Ali?o con torer¨ªa -ayudados a dos manos del m¨¢s puro clasicismo- y mat¨® de media estocada en la cruz.
Correcto de presencia y bien armado el quinto, un colorao de alegre embestida. Manzanares le ve ronique¨® decidido y lo puso en suerte mediante un galleo por chicuelinas. La novedad era esta: que Manzanares se empleaba con el capote, cuando lo usual es que se inhiba en los prim , eros tercios. Hizo, un quite por ver¨®nicas nada m¨¢s que regularcillo y he aqu¨ª que en el siguiente turno sali¨® arrancado el Ni?o de la Capea y dio unas chi cueJinas ce?idas que pusieron en pie la plaza. Est¨¢ claro que aquello fue demasiado para Manzanares, y sin esperar a que pusieran de nue vo en suerte al toro, se precipit¨® al centro del ruedo, se ech¨® el capote a la espalda, y tore¨® por gaoneras, entre ol¨¦s estruendosos. El delirio era cuando remat¨®, y no tanto por la calidad de los lances -que se quedaban en valentones, pero mediocres-, sino porque inesperadamente se hab¨ªa producido la competencia en quites y dos figuras de la comodidad y de la mandanga otras tardes estaban engalladas esta vez, en la disputa m¨¢s torera que puede concebirse.
Hasta las cuadrillas se crecieron, y Corbelle y Pirri se superaron en los pares de banderillas. Lanzada ya la corrida por el camino del triunfo, y con la colaboraci¨®n de un toro boyante a m¨¢s no poder, Manzanares cuaj¨® una faena de apoteosis. Quiz¨¢ t¨¦cnicamente se le podr¨ªa poner reparos. Por ejemplo, los pases apenas eran ligados porque el torero cortaba las tandas para ejecutar el unipase dichoso, y hubo pico, en varios pasajes del trasteo, perc, nadie pod¨ªa sustraerse -nosotros tampoco- a la emotividad del momento y a la belleza, de las suertes, que se desgranaban con ritmo y continuidad. El diestro hac¨ªa alarde de poder¨ªo, se sab¨ªa figura seguramente indiscutible, y esto trascend¨ªa a los tendidos que aceptaban la supremac¨ªa del diestro, y pues ¨¦ste reclamaba el bast¨®n de mando, se lo entregaban sin reservas. La locura fue cuando lig¨® una serie de naturales impecables; cuando instrument¨® los de pecho relajado, solemne- apuntados hasta el hombro contrario; cuando dibuj¨® los derechazos, desmayada la muleta, mientras la figura permanec¨ªa erguida, marcando el eje de la suerte, y cuando, finalmente, agarr¨® una estocada de r¨¢pidos ef¨¦ctos.
El Ni?o de la Capea, despu¨¦s de este alarde, ten¨ªa un serio compromiso, que apenas pudo resolver. Se embiaguet¨® en las ver¨®nicas, dio unas chicuelinas espeluznantes por la inverosimil proximidad con que le pasaron los pitones, derroch¨® valor y voluntad en la faena de muleta. Pero aparte de que tuvo un toro, que s¨ª manejable, no era ideal, como el anterior, su tarea no resist¨ªa la m¨¢ s m¨ªnima comparaci¨®n con lo que liab¨ªamos visto antes. Hab¨ªa esa abismal distancia que queda entre el arte y el destajo.
En triunfo abandon¨® Las Ventas Manzanares. Un triunfo leg¨ªtimo que le pone en la cima del toreo, con toda la gloria y toda la servidurribre que este puesto conlleva. De aqu¨ª en adelante s¨®lo puede ser eso: ligura; sin inhibiciones y sin componendas. En una dura responsabilidad que s¨®lo pueden soportar los elegidos. El tiempo dir¨¢ si Manzanares tiene casta y torer¨ªa. para tanto.
El Viti y los guateles
Llega hoy El Viti a la feria con una corricla de Los Guateles, que tiene muchos reparos de presentaci¨®n, si no es que han sustituido varios de los toros que permanecieron en la Venta del Bat¨¢n. Ayer, una vez m¨¢s, el p¨²blico exigi¨® toros y hubo fuertes esc¨¢ndalos cuando en lugar de reses con trap¨ªo saltaban a la arena animalitos anovillados e inv¨¢lidos. La condici¨®n de figura indiscutible que tiene El Viti, cimentada durante muchos a?os de profesi¨®n, no puede quedar, en entredic h o por una torpeza m¨¢s en el planteamiento de la corrida, por lo que al ganado se refiere.
Babelia
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