El Sahara, dos a?os despu¨¦s / 6
En el transcurso del ¨²ltimo a?o el PSOE ha insistido con frecuencia en su prop¨®sito de mantener ?relaciones privilegiadas? con el partido ¨²nico de Argelia, el FLN. Desde la folcl¨®rica liberaci¨®n de los pescadores capturados por el Polisario hasta la clausura de la emisora de Cubillo con motivo de la visita a Argel de Felipe Gonz¨¢lez -regalo ofrecido a este a cambio de su oposici¨®n a la ratificaci¨®n del acuerdo pesquero con Marruecos en el que se reconoc¨ªa de facto la jurisdicci¨®n marroqu¨ª sobre las costas saharianas-, nuestro primer partido de oposici¨®n no ha regateado ninguna ocasi¨®n de manifestar su apoyo incondicional al Polisario y a sus protectores de Argel.
Escritor
Duod¨¦cima corrida de feria. Toros de Jos¨¦ Murube, bastos, mansos, varios protestados por cojos y fueron devueltos tercero y quinto. Un sobrero de Camaligera (quinto lugar), grande y pr¨¢cticamente sin pitones, protestad¨ªsimo; manso absoluto. Y otro de Guardiola Dom¨ªnguez (sexto), bien presentado, tan manso como el anterior. Ra¨²l S¨¢nchez: pinchazo y muy buena estocada (aplausos y saludos). Media estocada (silencio). Dos pinchazos y buena estocada (silencio). Antonio Guerra: estocada, de la que sale cogido y pasa a la enfermer¨ªa (aplausos y saludos). Justo Ben¨ªtez: media estocada (escasa petici¨®n y vuelta con protestas). Media estocada (silencio). Antonio Guerra sufre fractura de mu?eca.Y dos toros de Los Guateles, para rejones, el primero bravo, el otro con querencia a tablas. Rafael Peralta: un rej¨®n bajo (oreja). Joao Moura: un rej¨®n que rebota, otro bajo y otro descordando (palmas y pitos). Presidi¨® sin acierto el comisario Del R¨ªo. No se explica c¨®mo permiti¨® la lidia del antirreglamentario sobrero de Camaligera.
Pero si el descalabro de la pol¨ªtica exterior del Gobierno, puesto de relieve por el sost¨¦n masivo del Consejo de Ministros de la OUA a la ?africanidad? de Canarias es may¨²sculo, el sufrido por la pol¨ªtica proargelina del PSOE no ha sido menor. Despu¨¦s de habernos afirmado repetidas veces, tras el voto de la primera resoluci¨®n del Comit¨¦ de Liberaci¨®n, que ?Argelia no hab¨ªa tenido que ver con ¨¦l? o que ?su actuaci¨®n no hab¨ªa sido determinante?, y de seguir agitando contra toda evidencia el espantajo de una presunta amenaza marroqu¨ª respecto a Canarias, siendo as¨ª que por razones obvias Mauritania y Marruecos son los ¨²nicos pa¨ªses africanos que se han declarado sin equ¨ªvocos en pro de la hispanidad del archipi¨¦lago, los dirigentes del PSOE se han visto obligados a cesar sus dif¨ªciles piruetas y reconocer la amarga verdad de los hechos, aunque sin abandonar del todo sus irrealistas esperanzas.
Seg¨²n informan las agencias, Felipe Gonz¨¢lez declar¨® en Tenerife: ?Argelia ha cometido una torpeza y un error al votar en favor de la resoluci¨®n?, pero que ?confiaba en un cambio de postura en el futuro?. La calificaci¨®n del misterioso atentado contra Cubillo de ?actuaci¨®n criminal contra el proceso independentista de los pueblos de ?frica?, por parte de Buteflika, ha sido la respuesta inmediata de Argel a sus buenos deseos: para quien conozca el control absoluto del partido ¨²nico argelino sobre los medios de informaci¨®n, las extravagantes acusaciones respecto a la participaci¨®n del PSOE en el atentado no han podido ser hechas sin el benepl¨¢cito previo del r¨¦gimen de Bumedian.
El error de la oposici¨®n
Cuando el secretario de Relaciones Internacionales de la UCD reprochaba ?la complacencia de ciertas fuerzas pol¨ªticas que han colaborado gustosa e ingenuamente en una bien preparada maniobra de pol¨ªtica exterior paralela -haciendo referencia a su oposici¨®n al acuerdo pesquero con Marruecos-, ?como-si la espa?olidad de Canarias pudiera ser negociable con Argelia a cambio de intereses? (EL PA?S, 1-3-78), es triste reconocer que, desde el punto de vista de cualquier Gobierno, los hechos le dan raz¨®n. Pese a su inconsiderado incondicionalismo proargelino, ni el PSOE ni los restantes partidos de izquierda han obtenido de Argel que las Canarias dejaran de ser objeto de sus tradicionales presiones y chantajes.
Para ?castigarles? por su fracaso en la ratificaci¨®n del acuerdo pesquero, Buteflika se ha sacado de la manga sus principios de quita y pon -que, como hemos visto, aparecen y desaparecen seg¨²n las circunstancias- y ha concretado sus viejas amenazas abriendo el dossier ?colonial? canario ante -las instancias supranacionales del continente. En realidad, como escribe el corresponsal de EL PA?S en Argel, ?ni a ¨¦l ni a sus jefes les importa un adarme el MPAIAC, al que no conceden mayor importancia, por m¨¢s proclamas que hagan en sentido contrario. El Sahara es lo que importa hasta niveles de obsesi¨®n? (18-4-78).
Dos nacionalismos opuestos
Cuando hace dos a?os defin¨ª el conflicto del Sahara como el choque de intereses entre dos nacionalismos opuestos y subray¨¦ el car¨¢cter oportunista y las intenciones hegem¨®nicas que motivaban la actuaci¨®n argelina en el problema, mis razones se estrellaron contra el muro de las opiniones ya hechas y fueron descartadas con nobles, pero indocumentadas declaraciones de principio, cuyos argumentos, m¨¢s que argumentos, eran actos de voluntad, cuando no de fe. Las peripecias de las ¨²ltimas semanas han puesto a dura prueba con todo la tesis de la intervenci¨®n desinteresada de Argel en el asunto y, pese a la manifiesta parcialidad de algunos medios informativos, la opini¨®n p¨²blica comienza a plantearse preguntas a las que nuestros partidos marxistas tendr¨¢n tarde o temprano que responder.
Ning¨²n parentesco
No dudo que en el plano de la pol¨ªtica interior el r¨¦gimen argelino sea uno de los mejores o -para ser m¨¢s exactos- menos malos entre los sistemas autoritarios del Tercer Mundo. Pero de ah¨ª a evocar imprudentemente como oigo a menudo de boca de los dirigentes del PCE y sobre todo del PSOE unas supuestas ?afinidades ideol¨®gicas?, media un buen trecho que impone un m¨ªnimo de clarificaci¨®n. ?Cu¨¢l es el parentesco existente entre un partido democr¨¢tico como el PSOE, instalado en el marco de una sociedad pluralista, con un r¨¦gimen de partido ¨²nico, de origen golpista y militar, vaga ideolog¨ªa nacionalpopulista y praxis burocr¨¢tica? Al evocar sus afinidades con Argel, ?no incurren acaso en el mismo error que los partidos eurocomunistas cuando siguen otorgando la etiqueta ?socialista? al tecnoburocratismo represivo de la URSS y dem¨¢s pa¨ªses del Este?
Que existe una serie de elementos muy positivos en el r¨¦gimen argelino es una cosa. Que dicho r¨¦gimen sea socialista, algo muy diferente. Para cualquier lector de la obra de Marx ¡ªal parecer no abundan en nuestras latitudes¡ª, el socialismo no es una v¨ªa para conseguir un desarrollo acelerado de la econom¨ªa, sino una consecuencia de dicho desarrollo. El ?socialismo? de los pa¨ªses atrasados, como nos prueba lo ocurrido en los ¨²ltimos sesenta a?os, no es m¨¢s que un capitalismo de Estado controlado por una peque?a o mediana casta de bur¨®cratas que expropia la plusval¨ªa del proletariado en beneficio de sus propios intereses. Seguir hablando de ?socialismo? argelino o libio (por no mencionar la parodia sangrienta de reg¨ªmenes ?marxistas? del tipo de Etiop¨ªa o Guinea ecuatorial) no sirve m¨¢s que para confundir las cosas.
No hay un socialismo ¨®ptimo, desarrollado y maduro para nosotros, y otro miserable, explotador, y represivo para ellos. Las l¨®gicas diferencias entre pa¨ªses de muy diverso grado de avance pol¨ªtico y social no invalidan el hecho de que libertad, participaci¨®n y democracia sean nociones vigentes a escala planetaria o tiendan a convertirse en una gigantesca mixtificaci¨®n.
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