El futuro del sector el¨¦ctrico espa?ol / y 3
Ingeniero de Minas. EconomistaComo se deduce de lo expuesto en la segunda parte de esta serie, el sistema el¨¦ctrico espa?ol, al no tener, como los de propiedad p¨²blica, la ventaja de su integraci¨®n, ni la elevada productividad de algunos de propiedad privada, se encuentra en una posici¨®n desfavorable respecto a los dem¨¢s pa¨ªses del mundo occidental. En estas circunstancias, la continuidad de las empresas el¨¦ctricas privadas, poco eficaces y a contracorriente hist¨®rica frente al proceso de intervenci¨®n p¨²blica, no puede presentar buenas expectativas. Esto es un hecho, por otra parte evidente, del que son conscientes las propias empresas en primer lugar y la banca que las controla y hasta ahora las hab¨ªa respaldado.
A partir de esta situaci¨®n de base se han acentuado en los ¨²ltimos cuatro a?os (especialmente en los dos m¨¢s recientes) dos factores que han ensanchado a¨²n m¨¢s la contradicci¨®n interna existente en el sector entre negocio privado y actividad esencial p¨²blica. El primer factor es el deterioro de las cotizaciones en Bolsa de las acciones el¨¦ctricas. Las el¨¦ctricas, junto con los bancos, hab¨ªan constituido tradicionalmente uno de los valores m¨¢s s¨®lidos de la Bolsa. Las el¨¦ctricas, sin embargo, no s¨®lo no se beneficiaron mucho del boom de 1972-73, sino que, tras haber acabado 1972 por debajo del ¨ªndice general, comienzan ya a descender a primeros de 1973, un a?o antes de la bajada general de la Bolsa. Cuando esta ¨²ltima tiene lugar, a partir de 1974, las el¨¦ctricas acent¨²an una ca¨ªda que las separa por completo de los bancos.
Esta ca¨ªda de las cotizaciones, que ha supuesto un importante quebranto a un gran n¨²mero de accionistas modestos, es probable que refleje en parte el resultado de la poco adecuada pol¨ªtica financiera que, como ya se ha comentado, ha llevado al sector el¨¦ctrico en los ¨²ltimos a?os, aunque dicha ca¨ªda podr¨ªa haberse acentuado si los bancos y algunos de los grandes accionistas se hubieran desprendido de paquetes importantes por falta de confianza en el sector.
El segundo factor amplificado en los ¨²ltimos a?os, que ha acentuado la dimensi¨®n p¨²blica del suministro el¨¦ctrico, es el de la incorporaci¨®n de la energ¨ªa nuclear a la generaci¨®n el¨¦ctrica. No es este el momento de referirnos al tema nuclear en su conjunto, ya que por su complejidad exige ser tratado aparte. Unicamente puede se?alarse que el planteamiento conjunto de la energ¨ªa nuclear desborda por completo el marco empresarial privado. Este planteamiento abarca, en efecto, las siguientes fases:
1. Aspectos pol¨ªtico-estrat¨¦gicos relacionados con la seguridad de aprovisionamiento de reactores y su combustible.
2. Seguridad y aceptaci¨®n p¨²blica de las centrales y del ciclo del combustible, tanto meramente radiactivo-ambiental, como frente a posibles derivaciones para explosivos at¨®micos.
3. Financiaci¨®n de un programa nuclear global (combustibles, reactores, investigaci¨®n).
4. Quemado del combustible nuclear en las centrales.
5. Almacenamiento-reprocesamiento del combustible gastado.
6. Disposici¨®n de los residuos radiactivos y clausura final de las centrales ya desechadas.
De las seis fases anteriores, las empresas privadas necesitan que les sean resueltas por el Estado todas menos la cuarta, que es la rentable. En el pasado, las empresas han intervenido parcialmente en las cinco primeras fases indicadas, pero la nueva pol¨ªtica antiproliferaci¨®n internacional compromete seriamente las fases uno y cinco si ¨¦stas no son abordadas a nivel de Gobierno, que a su vez habr¨ªa de respaldar financieramente (fase, tres) un programa nuclear privado de envergadura. La fase seis es por completo responsabilidad de la Junta de Energ¨ªa Nuclear. Por su parte, los aspectos de imagen y aceptaci¨®n p¨²blica derivados de la seguridad (fase dos) han sido tan comprometidos por un enfoque de las empresas orientado fundamentalmente hacia sus beneficios, que al Gobierno actual le han planteado un serio problema de enmendar o atenuar actuaciones en gran parte irreversibles para construir una confianza p¨²blica inexistente hoy, pero imprescindible para cualquier programa futuro.
El sector el¨¦ctrico en el Plan Energ¨¦tico
La ca¨ªda en Bolsa y los problemas nucleares han acentuado en los ¨²ltimos a?os la crisis del sector el¨¦ctrico, de forma que el Gobierno Su¨¢rez se ha encontrado con la necesidad de iniciar, con una serie de medidas t¨¦cnicas, una potenciaci¨®n y adaptaci¨®n del sector a las circunstancias de eficacia, servicio p¨²blico y control que hoy priman en los otros pa¨ªses del mundo occidental. Frente a esta actuaci¨®n se ha producido, sin embargo, una reacci¨®n de algunos dirigentes del sector el¨¦ctrico que han tratado de politizar un tema que es fundamentalmente t¨¦cnico-econ¨®mico, al ser conscientes del perjuicio que toda medida que favorezca la transparencia y racionalizaci¨®n puede originar a sus intereses.
Para analizar un poco m¨¢s en detalle este aspecto, es, sin embargo, conveniente proceder antes a identificar los distintos grupos de intereses implicados en el desarrollo del sector el¨¦ctrico, seg¨²n se efect¨²a en el cuadro adjunto. Como puede observarse, la dimensi¨®n de los diferentes grupos no guarda relaci¨®n con el poder de decisi¨®n de sus componentes sobre el sector, pudiendo extraerse al respecto tres conclusiones de tipo general:
1. Existe una contraposici¨®n entre los intereses de distintos grupos, lo que exige una intervenci¨®n de la Administraci¨®n para armonizar todos ellos con el inter¨¦s com¨²n.
2. Es necesario un desarrollo institucional que permita a grupos muy numerosos y afectados por el desarrollo del sector intervenir en ¨¦l, de forma que puedan defender sus intereses (consumidores, afectados ambientalmente, accionistas peque?os, empleados).
3. El sector el¨¦ctrico, a pesar de su funci¨®n p¨²blica, se encuentra desproporcionadamente controlado y manejado desde hace muchos a?os por un grupo muy reducido de personas, muy relacionadas en algunos casos con la banca.
Precisamente este grupo olig¨¢rquico, nost¨¢lgico de unos privilegios que cada vez le resultan m¨¢s dif¨ªcil mantener, es el que ha protagonizado la reacci¨®n antes indicada, intentando, mediante tendenciosas notas a la prensa el intervenciones en juntas de accionistas, manipular a la opini¨®n p¨²blica, enfrentando a parte de dichos grupos entre s¨ª y con el Gobierno y frenar cualquier intento racionalizador, al politizarlo y plantearlo como una inexistente y falsa alternativa ?iniciativa privada o colectivismo de Estado?.
D¨¢ndole la vuelta a las palabras pronunciadas recientemente en la Junta general por el presidente de una de las principales empresas el¨¦ctricas, puede decirse que ?el Estado no debe dejar de intervenir de forma directa en el sector el¨¦ctrico por razones pol¨ªticas coyunturales?, ya que frente a la oposici¨®n pol¨ªtica que pueda representar esa minor¨ªa que controla el sector, deben pesar m¨¢s los beneficios que para la gran mayor¨ªa pueden derivarse de una racionalizaci¨®n que lo ponga m¨¢s en l¨ªnea con el existente en el ¨¢rea de Europa occidental en que pretendemos integrarnos.
Intervenci¨®n naturalmente no quiere decir buroratizaci¨®n, sino actuaci¨®n efectiva de una empresa p¨²blica el¨¦ctrica reorganizada, y control por una Administraci¨®n dotada de medios humanos suficientes para garantizar que el sector act¨²e con una mayor eficacia y subordine sus criterios empresariales parciales al inter¨¦s com¨²n. Por su parte, los accionistas, directivos y t¨¦cnicos de las empresas el¨¦ctricas deben comprender que su verdadero inter¨¦s en el sector, no s¨®lo no coincide, sino que es puesto en peligro por la inflexible posici¨®n que trata de mantener la mencionada oligarqu¨ªa. Como indic¨® el actual presidente de UNESA, al tomar posesi¨®n, las empresas el¨¦ctricas ?tendr¨¢n que ceder en algunas ocasiones?. Esta expresi¨®n, pronunciada en unas circunstancias de cambio en LTNESA que se interpretaron como una adaptaci¨®n y sincronizaci¨®n de dicha entidad con la nueva situaci¨®n del pa¨ªs, no se ha visto, sin embargo, luego confirmada por los hechos.
A su vez, la gran banca con intereses el¨¦ctricos debe, por su parte, llevar a cabo ese ?pacto con la realidad?, que se le ped¨ªa en un inteligente art¨ªculo publicado hace algo m¨¢s de un a?o en este peri¨®dico, busc¨¢ndose un nuevo lugar en la sociedad industrial avanzada a la que nos encaminamos; lugar que, como se indicaba en dicho art¨ªculo, ?no est¨¢ ya en el control de los grandes monopolios sin riesgo econ¨®mico?. La necesidad de esta nueva actuaci¨®n de la banca ha sido naturalmente comprendida por su sector m¨¢s progresista, que ha indicado recientemente, por boca del presidente de la Asociaci¨®n de Banca, Rafael Termes, que el papel de la banca ?debe ser el apoyar y propiciar el sistema, pese a que las consecuencias del mismo sean un incremento del riesgo y una tendencia a la disminuci¨®n del beneficio?. S¨®lo falta que esta expresi¨®n sea asimilada por todos y puesta en pr¨¢ctica.
Las empresas el¨¦ctricas americanas, que recibieron ?de u?as? a Carter y a su pol¨ªtica nuclear, ya parecen empezar a comprender la nueva situaci¨®n que puede primar en el futuro y, a la vez que apoyan los esfuerzos de conservaci¨®n, desarrollo solar, etc¨¦tera, y cumplen el nuevo papel nuclear que les ha marcado el presidente, sus elementos m¨¢s conservadores ya han recibido el mensaje de sus compa?eros de California: ?Si cre¨¦is que se nos est¨¢n poniendo mal las cosas con Jimmy, esperada que tengamos a Jerry?, refiri¨¦ndose al gobernador Brown, del estado de California, que mantiene posturas todav¨ªa m¨¢s contrarias a las compa?¨ªas en el tema. ?Es que los que quieren conservar el sector el¨¦ctrico en Espa?a no piensan que puede aplicarse esa misma frase sustituyendo, por ejemplo, a Jimmy y Jerry por Adolfo y Felipe?
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