De la alfabetizaci¨®n a la ense?anza permanente
Intimamente relacionado con el cambio profundo que representa, por una parte, la revoluci¨®n industrial y, por otra, la revoluci¨®n burguesa, que convierte al s¨²bdito. en ciudadano y al campesino en obrero industrial, aparece el ensayo de una ense?anza generalizada a toda la poblaci¨®n que permita a todos acceder a la condici¨®n de ?letrados?, a conocer las letras, a saber leer y escribir y las cuatro reglas fundamentales de las operaciones matem¨¢ticas.Cuando en 1857, en nuestro pa¨ªs, por la ley Moyano, la ense?anza se hizo general y obligatoria para toda la poblaci¨®n infantil -aun cuando en la pr¨¢ctica la dotaci¨®n de escuelas y de maestros se qued¨® muy debajo de los buenos deseos del legislador- y se se?al¨® como objetivo el que todos los ni?os aprendieran a leer y a escribir y las cuatro reglas, se plante¨® la grave evidencia de que una inmensa mayor¨ªa de los que hab¨ªan pasado ya la edad escolar eran analfabetos y la ense?anza de adultos se identific¨® con su alfabetizaci¨®n. En la propia ley Moyano se crearon las clases nocturnas para adultos y cursos de alfabetizaci¨®n, que se impart¨ªan los domingos.
El esfuerzo de alfabetizaci¨®n de los adultos, aunque siempre aparece justificado por razones de justicia social e ¨ªntimamente ligado a la necesidad de hacer buenos ciudadanos -en la Gaceta de Madrid del 9-10-1906 se afirmaba que las clases ?pretenden formar ciudadanos amantes de la Patria, laboriosos, instruidos, sobrios y respetuosos con la Ley, con la propiedad y con el pr¨®jimo-, se realiza, pr¨ªncipalmente, sobre los obreros industriales; las clases para las mujeres adultas aparecen con retraso y, de todas formas, condicionadas a la posibilidad de su trabajo en la f¨¢brica. La educaci¨®n para mujeres adultas (1906) se establece ?para satisfacer el plausible deseo que se advierte en la mujer espa?ola de capacitarse para obtener por s¨ª misma una situaci¨®n econ¨®mica por medio de un trabajo honroso ?. En los primeros a?os del siglo XX las disposiciones se suceden: en 1915 se establece que existan clases para adultos en todas las provincias; en 1917 se ordena que en todas las escuelas de ni?os y en las mixtas regidas por maestro se den clases nocturnas para adultos; en 1920 se crea la Junta contra el Analfabetismo, y dos a?os m¨¢s tarde la Comisi¨®n Central, para combatir el analfabetismo mediante escuelas diurnas, especiales, ambulantes, en vacaciones o en d¨ªas festivos, en f¨¢bricas, cuarteles, colonias especiales de analfabetos...
Concluida la guerra, la alfabetizaci¨®n vuelve a ser el objetivo principal, y ya en 1945 se establece la obligatoriedad de la asistencia a clase a los adultos que no tengan certificado de estudios primarios. En 1950 se crea la Junta Nacional contra el Analfabetismo y se anuncia una amplia campa?a que elimine y erradique el mismo. Se crea en 1953 el censo de analfabetos y, en 1963, se inicia la Campa?a Nacional de Alfabetizaci¨®n, a la que se dota de 5.000 escuelas especlales para adultos. La campa?a terohina en 1973, a?o en el que se considera solucionado el problema y se su primen todas las escuelas especiales de alfabetizaci¨®n de adultos.
La ense?anza complementaria y la Promoci¨®n profesional
Aun cuando existen antecedentes en el per¨ªodo anterior a la segunda Rep¨²blica, tales como las clases nocturnas previstas en el real decreto de 4 de octubre de 1906, en las que los adultos pod¨ªan perfeccionar los estudios recibidos en las escuelas primarias y la creaci¨®n de clases complementarias para los mayores de doce a?os y menores de dieciocho, previstas en 1922, hasta 1931 no se establece, como objetivo prioritario en la ense?anza de adultos, el proporcionar una nueva oportunidad de ampliar estudios a los que s¨®lo tuvieron acceso a la ense?anza primaria obligatoria. En ese a?o se establece un servicio de bibliotecas p¨²blicas, como instrumento de cultura popular y, en 1932, se unifican la ense?anza posescolar de adultos y la complementaria y, poco despu¨¦s, las clases de hombres y mujeres. En 1936, y en el campo republicano, se establece un bachillerato abreviado para trabajadores.
En la Espa?a franquista este enfoque de la ense?anza de adultos no aparece -al menos con car¨¢cter generalizado- hasta 1963, en que, por decreto, se regulan los estudios nocturnos de ense?anza media para mayores de catorce a?os. Por otra parte, y en 1964, aparece el programa de Promoci¨®n Profesional Obrera -PPO- que, bajo la dependencia del Ministerio de Trabajo, se impone como objetivo el reconvertir el peonaje sin especializ'aci¨®n en trabajadores especializados y de oficio. Al propio tiempo se acelera el programa de formaci¨®n profesional acelerada, que desarrolla la Organizaci¨®n Sindical, cuyo objetivo es el lograr una adecuaci¨®n de los conocimientos profesionales de los trabajadores a las necesidades del mercado de trabajo en esta ¨¦poca de desarrollo. En 1968 se establece el plan de estudios del bachillerato nocturno para trabajadores adultos y, en 1970, en la ley Villar Palas¨ª de Educaci¨®n General se encuentra el principio de que ?el sistema educativo asegurar¨¢ la unidad del proceso de la educaci¨®n y facilitar¨¢ la continuidad del mismo a lo largo de la vida del hombre para satisfacer las exigencias de educaci¨®n permanente que plantea la sociedad moderna?, y este principio se desarrolla en diversas disposiciones complementarias, una de ellas es el acceso a la Universidad de los mayores de veinticinco a?os, siempre que cubran unas pruebas de aptitud, disposici¨®n a la que sigue la creaci¨®n, en 1971, de la Subdirecci¨®n General de Educaci¨®n Permanente y Especial que, a su vez, crea el Gabinete de Educaci¨®n Permanente para ?promoci¨®n y coordinaci¨®n de las actividades encaminadas a impartir conocirnientos de los distintos niveles y modalidades de la educaci¨®n a quienes no pudieron adquirirlos en la edad correspondiente, as¨ª como la? actualizaci¨®n de los conocimientos generales de la poblaci¨®n adulta?. Siguiendo esta l¨ªnea, en 1972 se implanta la formaci¨®n profesional de adultos de primer grado, as¨ª como, poco despu¨¦s, los programas de la educaci¨®n permanente de adultos para cursos de ense?anza general b¨¢sica. Por otra parte, se desarrolla y se establece tanto el funcionamiento del Instituto de Enle?anza Media a Distancia, como la Universidad a Distancia.
La nueva orientaci¨®n de la Educaci¨®n Permanente de Adultos -EPA- queda, pues, perfectamente definida a partir de la ley General de Educaci¨®n de 1970, como un instrumento que permite a los adultos que lo deseen alcanzar niveles y titulaciones, tanto de estudios generales, como de estudios profesionales, que no obtuvieron durante la edad escolar correspondiente, lo que supone una posibilidad de promoci¨®n. Se trata de un sistema de correcci¨®n que no rompe, en absoluto, con los planes de educaci¨®n formalizada y con sus objetivos generales. En una cierta medida sirve de mecanismo de ?reciclaje? de cara a las fluctuacio,nes del mercado de trabajo.
Escasez de recursos
Sin embargo, como en el caso de la funci¨®n de alfabetizaci¨®n que se asign¨® en la etapa anterior, hay que constatar que el objetivo queda sin cumplir por la escasez de medios que se asignan a la EPA. Algunas cifras pueden darnos una cierta idea de esta escasez de recursos:
En estas cifras se encuentran incluidos tanto la ense?anza estatal como la privada, y hay que tener en cuenta que este nivel de EPA es el que se encuentra m¨¢s desarrollado y que es el punto de partida b¨¢sico para todos los dem¨¢s.
En formaci¨®n profesional es el PPO quien ha asumido, a partir de 1973, las tareas del sector p¨²blico en la EPA, sin que, pr¨¢cticamente, existan centros propios a este nivel de la EPA. El PPO tiene un centenar de centros en todo el Estado.
En los estudios de bachiller nos ,da una cierta idea de la escasez de medios el hecho de que sobre cerca de un mill¨®n de alumnos matriculados no llegan a 100.000 los que siguen cursos nocturnos, casi todos ellos en centros estatales. El Instituto Nacional de Ense?anza Media a Distancia inicia ahora su andadura en sustituci¨®n de otro organismo similar que ven¨ªa funcionando desde 1963, y que tiene en la actualidad una matr¨ªcula de 21.000 alumnos, en su mayor parte adultos.
La educaci¨®n permanente de adultos no agota su sentido en los esfuerzos y programas institucionalizados que hemos examinado y que, de una u otra forma, se enmarcan en el ¨¢mbito de la escuela y de? sistema de ense?anza, ampliando y extendiendo sus efectos a los que ya han dejado de ser escolares, corrigiendo y complementando las limitaciones del sistema, tratando de facilitar la promoci¨®n profesional, el reciclaje y la adecuaci¨®n de los conocimientos a las necesidades del mercado de trabajo, sino que, en la pr¨¢ctica, desborda el marco de la escuela y del aprendizaje e invaden cotidianamente la vida de cada uno en un proceso permanente de integraci¨®n social o de liberaci¨®n renovadora.
La televisi¨®n, la radio, la prensa y las revistas, los libros, los espect¨¢culos, las bibliotecas y los museos, los seminarios de estudio y las conferencias, los ateneos y los centros culturales, los esl¨®ganes publicitarios o doctrinales, los cursos de formaci¨®n pol¨ªtica o sindical.... constituyen un tupido entramado de mecanismos de educaci¨®n permanente.
Al largo per¨ªodo de estricto control estatal de estos procesos de educaci¨®n permanente de adultos -la creaci¨®n de cadenas estatales de medios de comunicaci¨®n de masas, la exclusiva de la televisi¨®n por el Estado, la censura y las leyes limitativas del derecho de expresi¨®n han sido los medios m¨¢s importantes, aunque no ¨²nicos, para este control- sucede, en la hora actual, una relativa liberalizaci¨®n democr¨¢tica. Si en la ¨¦poca del franquismo se pod¨ªa hablar de una ¨²nica educaci¨®n permanente de adultos a trav¨¦s de estos medios controlados de una u otra forma por el Estado, y se pod¨ªan precisar sus objetivos por el an¨¢lisis de los contenidos que transmit¨ªan a la poblaci¨®n, hoy, la cuesti¨®n resulta mucho m¨¢s compleja y, aun cuando permanece una dominaci¨®n de los objetivos integradores, no puede negarse la existencia de esfuerzos de liberaci¨®n y de contestaci¨®n al sistema.
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