Marcel Mart¨ª
Una obra bien hecha es ya una buena acci¨®n. Etica y est¨¦tica se dan la mano en la aceptaci¨®n m¨¢s literal de tan llano aforismo, y sin el harto recurrido car¨¢cter te¨®rico-reivindicativo-panfletario de que suelen adornarse no pocas proclamas y manifiestos al uso. Quien dijo que ?la est¨¦tica del futuro hab¨ªa de ser la ¨¦tica? andaba en lo cierto, aunque omitiese que tambi¨¦n lo fue del pasado y lo es del presente, siempre y cuando ¨¦l hacer constituya un buen hacer y atienda el hacedor al por qu¨¦ originario, a la naturaleza de lo que hace, y resplandezca lo hecho en la forma adecuada de su propia manifestaci¨®n y ejemplifique el mirar de quien a ello se asoma y de ello participa.Disculpe el lector el tono l¨ªrico-moralizante de esta introducci¨®n y no le parezca excesiva su referencia al simple acontecer de una exposici¨®n en Madrid, donde tantas y tantas se abren y clausuran al cabo de la semana. La de Marcel Mart¨ª es, en todo caso, excepci¨®n, y lo es porque todos sus afanes se centran y concluyen en enaltecer ese dato tan obvio para el menester del arte como sistem¨¢ticamente olvidado por los mil improvisadores que de un tiempo a esta parte mienten ejercerlo: que la obra est¨¦ bien hecha y de ella dimane alguna ejemplaridad.
Marcel Mart¨ª
Galer¨ªa PoncePlaza Mayor, 23
Una com¨²n idea de ?perfecci¨®n?
Todas y cada una de las esculturas de Marcel Mart¨ª participan de una com¨²n idea de perfecci¨®n, entendiendo por tal, y ante todo, la recta adecuaci¨®n entre lo que incit¨® la vocaci¨®n del artista y lo que el artista dej¨® hecho y bien hecho, bien consumado, bien acabado. El, Marcel Mart¨ª, ha acertado a trasladar al arte, y con los medios propio del arte, aquella nota, peculiar entre las peculiares, del producto derivado de la tecnolog¨ªa: el buen acabado. Esa misma cualidad (es, buen acabado que tantos desvelo acarrea al proyectista tecnol¨®gico, tanta complacencia procura a usuario) es la que destella y recaba el atractivo en cada modulaci¨®n arista, curvatura y recodo de las esculturas de Marcel Mart¨ª.Todo en ellas es pulcro, perfecto bien acabado, como el producto tecnol¨®gico, pero sin que el escultor haya pedido nada a pr¨¦stamo de la tecnolog¨ªa. Todo aqu¨ª obedece a instancia del arte, a conocimiento del oficio, a la naturaleza de los materiales y a la exigencia del proceso elaborador. El m¨¢rmol de Carrara y la piedra de B¨¦lgica hallan, de la mano de Mart¨ª, su pulimento definitivo y definitorio; la madera ha sido trabajada con santa paciencia artesanal, y el bronce (?qu¨¦ bien se funde en Barcelona y qu¨¦ medianamente en Madrid!) consol¨ªdase en el l¨ªmite de su propia posibilidad, fruto exclusivo de un buen hacer, de una buena acci¨®n.
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