La formaci¨®n de los asistentes sociales, ausente en la ley general de Educaci¨®n
La ley general de Educaci¨®n no contempla de manera expl¨ªcita ni los estudios ni las escuelas dedicadas a la formaci¨®n de los asistentes sociales. Desde su promulgaci¨®n, en 1970, tanto los profesionales como las propias escuelas han estado luchando por su integraci¨®n en dicha ley. En el contexto de esta lucha se sit¨²a la solicitud formal, dirigida al Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia durante el curso 1976-77, para que mediante un real decreto se procediese a la integraci¨®n de la ¨²nica escuela oficial existente en la Universidad.Como en todos los casos precedentes, el Ministerio remiti¨® la solicitud para su preceptivo informe a la junta de rectores de la Universidad, y en concreto al rectorado de la Complutense, por depender de su campus la escuela oficial de Madrid. Su junta de gobierno rechaz¨®, en principio, la posibilidad de integraci¨®n, entre otras razones porque la Universidad Complutense se encuentra ya en una situaci¨®n de saturaci¨®n de alumnado tal que la asunci¨®n en su seno de una nueva escuela universitaria no har¨ªa sino contribuir a complicar a¨²n m¨¢s su compleja y macroc¨¦fala estructura. Ello unido a que ?la Universidad se encuentra abocada a una pr¨®xima reordenaci¨®n?, motiv¨® el acuerdo de que el proyecto se aplace para ulterior ocasi¨®n.
En la actualidad s¨®lo existe, como ya se ha dicho, una escuela oficial de formaci¨®n de asistentes sociales con sede en Madrid. Los 32 centros restantes son de car¨¢cter privado, y de ellos veintitr¨¦s son escuelas de la Iglesia, cuatro funcionan vinculadas a organismos e instituciones diversas, conocidas como ?Independientes?, otras cuatro dependen provisionalmente del Ministerio de Cultura, y una funciona en la Universidad Laboral de Zaragoza.
A los estudios de asistente socia se accede con el t¨ªtulo de bachiller superior y su duraci¨®n es de tres cursos acad¨¦micos, al t¨¦rmino de los cuales el alumno debe superar una prueba de rev¨¢lida ante un tribunal designado por el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, y en muchas escuelas se exige al aspirante al t¨ªtulo de asistente social la presentaci¨®n de una tesina.
El plan de estudios, regulado por ¨®rdenes ministeriales de los a?os 1964 y 1966 y acusado por estudiantes y profesionales de excesivamente te¨®rico, es ?contestado? cada curso por las diversas promociones estudiantiles, que encuentran en ¨¦l reminiscencias de una concepci¨®n caduca y arcaica de la profesi¨®n, con una preponderancia de asignaturas ?confesionales?, por lo que el rechazo sistem¨¢tico de los alumnos a las mismas ha tra¨ªdo como consecuencia que s¨®lo se mantengan a nivel te¨®rico.
La reivindicaci¨®n de una formaci¨®n universitaria para estos estudios est¨¢ unida a la de una nueva concepci¨®n de la profesi¨®n que ha de actuar sobre una variedad casi infinita de campos. Esta variedad de campos de acci¨®n requiere, cuando menos, el establecimiento de un sistema de estudios que contemple la especializaci¨®n, hoy pr¨¢cticamente inexistente, y la labor de una investigaci¨®n cient¨ªfica sobre t¨¦cnicas, materias y programas para la acci¨®n social, absolutamente in¨¦dita entre nosotros.
Seg¨²n una resoluci¨®n adoptada por los delegados del comit¨¦ de ministros del Consejo de Europa, ?los Gobiernos deber¨¢n comprobar si las escuelas de servicio social existentes tienen los necesarios medios para responder a las exigencias de su funci¨®n, considerando el hecho de que los asistentes sociales tienen campos de acci¨®n diversos, sea porque aseguran servicios sociales de base, sea porque operan en calidad de supervisores, consultores, administradores, maestros o investigadores. Puede ser necesaria una formaci¨®n a distintos niveles?.
Sigue recomendando el Consejo de Europa que ?con objeto de armonizar la formaci¨®n en el servicio social a un nivel europeo y de facilitar la conclusi¨®n de acuerdos bilaterales concernientes al reconocimiento de t¨ªtulos equivalentes, se deber¨ªa buscar que aceptasen los mismos niveles de formaci¨®n en los Estados miembros?.
En relaci¨®n con los programas de formaci¨®n de los asistentes sociales, el mismo organismo europeo entiende que aqu¨¦llos ?deben ofrecer el mismo conjunto de conocimientos en las siguientes tres principales materias: estudio del hombre, estudio de la sociedad y de los servicios sociales, teor¨ªas y m¨¦todos del servicio social?. Por otra parte, se considera importante dar particular atenci¨®n a la ense?anza del servicio social de grupo, del servicio social de comunidad y ?de la administraci¨®n de los servicios sociales en los pa¨ªses en que tales materias no forman todav¨ªa parte del programa?.
Por ¨²ltimo, a?ade que ?deber¨¢n darse posibilidades para la formaci¨®n superior a aquellos asistentes sociales que desean dedicarse a la ense?anza del servicio social, asumir cargos directivos en los servicios sociales o iniciar investigaciones. Se deber¨ªa estudiar la posibilidad de conjugar la formaci¨®n superior con la ense?anza universitaria?.
De hecho, en Europa los estudios de asistente social est¨¢n considerados como estudios superiores y en algunos pa¨ªses, como Inglaterra, incorporados a la Universidad. Asimismo, en Estados Unidos, Canad¨¢, Puerto Rico y muchos otros pa¨ªses latinoamericanos los centros de formaci¨®n de los trabajadores sociales son facultades universitarias.
Desinter¨¦s oficial por la profesi¨®n
El desinter¨¦s de la Administraci¨®n por el tema de la formaci¨®n de los asistentes sociales parece ser un reflejo l¨®gico de la falta de atenci¨®n a los problemas sociales en los que aqu¨¦llos tienen que actuar. Es revelador en este sentido la excesiva importancia que todav¨ªa tiene la beneficencia p¨²blica como inevitable corolario de la ausencia de una pol¨ªtica coherente de acci¨®n social. Lo grave del caso es que no s¨®lo se mantiene la vigencia de ?lo ben¨¦fico?, sino que en los ¨²ltimos tiempos hay s¨ªntomas alarmantes de su resurrecci¨®n como ¨²ltima panacea para hacer frente a las tristes secuelas de la grave crisis econ¨®mica que desde hace a?os atraviesa el pa¨ªs. La persistencia en las alarmantes cifras de paro y la limitaci¨®n del subsidio de desempleo est¨¢n originando que diariamente pasen a engrosar las listas de la beneficencia numerosos trabajadores de todas las ramas profesionales. Hace escasos d¨ªas el presidente de C¨¢ritas Espa?ola se?alaba ante las c¨¢maras de televisi¨®n el grave s¨ªntoma que pod¨ªa representar el crecimiento del n¨²mero de personas que acuden a los ?comedores sociales?.
Como no pod¨ªa ser menos, tambi¨¦n el paro afecta gravemente a la profesi¨®n de asistentes sociales. De los 9.000 profesionales existentes en Espa?a actualmente, s¨®lo 4.500 ejercen su actividad, y de ellos, 1.500, aproximadamente, en condiciones de inestabilidad laboral. Los 3.000 restantes, que ejercen su profesi¨®n en organismos oficiales, perciben unos ingresos por t¨¦rmino medio de unas 30.000 pesetas.
La causa del paro reside en gran parte en el intrusismo potenciado por instituciones como la Iglesia, fundaciones, y toda clase de organismos ben¨¦ficos que se nutren para sus programas de asistencia social de un voluntariado que carece en la mayor¨ªa de los casos de la necesaria capacitaci¨®n t¨¦cnica. Y, en el mejor de los casos, cuando dichas instituciones ocupan a profesionales aut¨¦nticos del trabajo social los retribuyen con sueldos que en ocasiones no alcanzan los niveles del salario m¨ªnimo interprofesional.
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