Un anarquista
Joan Ferrer, delgado, viejo, menudo, blanco, terroso, silente. Joan Ferrer, ochenta a?os de anarquisimo y cuarenta de exilio. Joan Ferrer, bajo los artesonados pesantes del Palace Madrile?o, entre las frutas barrocas del postre.-?Qu¨¦ Madrid ve usted hoy?
-Madrid fue la ciudad m¨¢s rebelde de la guerra, la m¨¢s fuerte, la que mejor resisti¨®. Madrid dio h¨¦roes como Mera, h¨¦roes anarquistas que no dio el comunismo ni ning¨²n otro partido. Hoy, Madrid me parece una bella ciudad de pastel que prefiero no conocer.
-?Se puede decir Espa?a?
-Yo Espa?a le llamo a Catalu?a. Cuando vengo aqu¨ª digo que vengo a Castilla. Esta es mi compa?era.
La se?ora que est¨¢ con ¨¦l anda tambi¨¦n por los ochenta. Ochenta a?os de miseria y fe anarquista.
-?Por qu¨¦ compa?era y no mujer, esposa, se?ora, algo de eso?
-Porque eso son t¨ªtulos de propiedad. Ella es mi compa?era porque me ha acompa?ado siempre en la vida y en la lucha. Y ya ve usted, ahora, aqu¨ª, comiendo en el Palace, por cuenta de un gran editor.
El compa?ero y la compa?era se est¨¢n tomando un postre de nata. Ella dice que es mejor la nata de Barcelona.
-No puedo con mi compa?era. Viene dispuesta a que no le guste riada de Madrid. "Yo no particip¨¦ en la defensa de Madrid, pero vine a catarla, a conocer aquella ¨¦pica.
Joan Ferrer tiene una bondad pajaril y recelosa en la cara. Joan Ferrer viste de marr¨®n y lleva gafitas. Joan Ferrer es menudo y seguramente muy en¨¦rgico.
-Los pol¨ªticos espa?oles actuales.
-Ex franquistas.
-El mayor enemigo de la CNT.
-El Partido Comunista. Pero todos se han sometido a la Corona. No hay Oposici¨®n. No hay Oposici¨®n.
-?Qu¨¦ est¨¢ pasando en Espa?a?
-Que los partidos y los sindicatos contienen a las masas, las someten y encalman. Pero las masas obreras volver¨¢n a nosotros, porque todo eso es pol¨ªtica y enga?o.
-La pol¨ªtica.
-No creo en la pol¨ªtica, sino en la bondad del hombre. Pero, ?c¨®mo saber qu¨¦ hombre es bueno?
-La violencia.
-Yo no creo en la violencia. He tenido que pasar por ella. La he vivido. Estoy vivo de milagro. Pero no es necesaria la violencia.
-Tarradellas.
-Invirti¨® toda su fortuna personal en mantener esa Generalidad que ahora ha conseguido. Yo, en el exilio, fui su amigo. Nunca su subordinado.
Ferrer dice Generalidad, y nunca Generalitat, como los auton¨®micos locutores de televisi¨®n. Ferrer y yo paseamos un poco por las amplitudes aburridas del Palace, bajo la luz cenital de la gran c¨²pula de iglesia sin culto. Caemos en cansados divanes que alivian en seguida la tensi¨®n senil de este anarquista regresado. Un camarero le ofrece un clavel rojo a la h¨ªspida compa?era de Ferrer, que seguramente no se va a dejar sobornar por ese clavel.
-?Habr¨¢ pronto un gran movimiento de masas en Espa?a?
-No lo s¨¦, no lo creo, no soy profeta.
-Al anarquismo se le han atribuido ¨²ltimamente algunos graves actos de terrorismo en Barcelona.
-Dudo mucho de que hayan sido ellos. En el a?o veinte se nos atribuy¨® un tremendo atentado, en un cabaret de Barcelona, y luego se demostr¨® que hab¨ªa sido alguien pagado por la derecha. Yo en lo de ahora veo una Fibra negra.
-El anarquismo juvenil.
-Tiene poco que ver con nosotros. Le leo a usted en EL PAIS. Me parece estar leyendo El Sol.
Baltasar Porcel ha escrito un libro sobre Joan Ferrer.
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