Infonavit y las barbas del vecino a remojar
El Gobierno podr¨¢ disponer de miles de millones de pesos para construir vivienda de inter¨¦s social. El mismo que por seis a?os no ha podido con el abasto de medicinas
La administraci¨®n Sheinbaum ha decidido apropiarse de la estructura de gobierno del Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit).
Esa es por el momento la ¨²nica verdad de la pol¨¦mica en torno a las modificaciones que har¨¢ el Congreso de la Uni¨®n sobre el organismo creado en 1972. La otra cosa incuestionable es que algunos en el Infonavit vieron por a?os barbas cortar, y nunca pusieron las suyas a remojar.
Se ha vuelto un lugar com¨²n decir que las reformas del llamado Pacto por M¨¦xico del pe?ismo se frustraron porque no hubo desde la c¨²pula un esfuerzo decidido para evangelizar sobre los beneficios de ese cambio estructural.
Que una reforma puede frustrarse por las resistencias de la gente que solo ve riesgos, o por la incomodidad natural ante la modificaci¨®n del statu quo, tiene sentido. Pero qu¨¦ hay de que los intentos reformadores se mueren porque fueron simulaci¨®n o gatopardismo.
Al Infonavit se le ve como instituto noble porque naci¨® y tiene un fin ligado a la dignidad. Se estableci¨® para dar, a quienes menos tienen, la oportunidad de hacerse de un techo. Y de una forma u otra a lo largo de su historia corrigi¨® algunos errores. Pero no todos.
Este mi¨¦rcoles en la ma?anera, el nuevo director del Infonavit, Octavio Romero Oropeza, present¨® la primera explicaci¨®n l¨®gica de por qu¨¦ quiere Sheinbaum cambiar la forma en que se gobierna el Infonavit. Y no es, necesariamente, porque este Gobierno quiera construir casas.
Romero Oropeza dividi¨® su exposici¨®n en dos bloques. En el primero dio detalles sobre cosas no muy racionales en la forma que opera el Infonavit: un director general maniatado, remuneraciones estratosf¨¦ricas a funcionarios y aversi¨®n institucional a auditor¨ªas externas.
Dicho con otras palabras, la actual manera de gestionar el Infonavit, con representantes paritarios de trabajadores, de la patronal y del Gobierno, dejaba a este en minor¨ªa, lo cual no evit¨®, sin embargo, abusos, locuras o corrupci¨®n.
Seg¨²n lo expuesto por Romero Oropeza, el esquema sirvi¨® para la complicidad interna a la hora de tapar fraudes tan inveros¨ªmiles por lo burdo, como inaceptables por su impunidad. De eso se trat¨® el segundo bloque de la exposici¨®n: el cuadro del horror.
Ninguna empresa podr¨ªa validar los esc¨¢ndalos que mostr¨® Romero Oropeza: con complicidad de notarios y gente interna del Infonavit, un mismo inmueble era sujeto de decenas y decenas de cr¨¦ditos; o una indemnizaci¨®n por 5.000 millones de pesos a un proveedor que cotiz¨® en 100 millones un servicio que encima, nunca entreg¨®¡
El Gobierno tiene, pues, argumentos para revisar la forma de operar un organismo que guarda m¨¢s de dos billones de pesos en su panza. Y cuenta con los votos parlamentarios surgidos del proceso electoral donde el Plan C inclu¨ªa el garantizar la vivienda digna.
Una gobernanza impoluta, lo mismo en su gesti¨®n de objetivos que en la correcci¨®n de desv¨ªos, habr¨ªa sido la mejor defensa del Infonavit a un gobierno invasivo. ?Por qu¨¦ los mandos no se bajaron sueldos, por qu¨¦ resistieron la austeridad, por qu¨¦ toleraron la corrupci¨®n?
?De verdad el actual esquema tripartita del Infonavit funcionaba de manera insuperable a favor de los trabajadores? Sobra decir que en M¨¦xico muchas veces el hecho de tener representantes sindicales no es sin¨®nimo de que se defiendan los intereses de la clase trabajadora.
La reforma que pretende Sheinbaum empodera a la presidenta de la Rep¨²blica, que podr¨¢ poner o quitar a discreci¨®n al director del Infonavit, y da margen de acci¨®n al designado, que ahora s¨ª ser¨¢ primo entre pares, no un gestor siempre a merced de lo que acuerden los otros dos sectores.
Ese cambio, que podr¨ªa concertarse una vez que en Morena resuelvan sus problemas internos y la C¨¢mara de diputados y el Senado trabajen coordinadamente, tiene un claro mensaje: el gobierno es el que manda. Y nadie m¨¢s. Eso, precisamente, es lo que preocupa a otros.
Porque las modificaciones dar¨¢n todo el poder a la presidenta Sheinbaum. El Gobierno podr¨¢ disponer de miles de millones de pesos para construir vivienda de inter¨¦s social. S¨ª, el gobierno del mismo signo del que por seis a?os no ha podido con el abasto de medicinas.
Con el nuevo esquema, donde adem¨¢s de gestionar los fondos de los trabajadores ¡ªpara prestar a quienes busquen vivienda¡ª el gobierno se pondr¨¢ el casco, har¨¢ megacompras de materiales y se convertir¨¢ en constructor. Volver¨¢ a hacer cosas en las que ya una vez fracas¨®.
Hasta hoy, como titular del Ejecutivo, la presidenta maneja dinero que las y los mexicanos pagan en forma de impuestos. Fondos de todos, para todos. Con un cambio como el del Infonavit, ahora manejar¨¢ dinero que sigue siendo de las y los trabajadores.
Ser¨ªa imperdonable que el cambio de gesti¨®n signifique que lo que tanto ha costado a la clase trabajadora termine por dilapidarse, engrosando los anales de las corruptelas que ya vieron en el pasado reciente y no tan reciente, las y los due?os del dinero del Infonavit.
La c¨²pula del Infonavit se resisti¨® a entender el cambio del 2018. Despu¨¦s de la ma?anera de hoy, a ver qu¨¦ c¨¢mara empresarial dice que no se debe tocar el modelo tripartita: los representantes sindicales y patronales se conformar¨¢n con que no les persigan.
El nuevo Infonavit no puede fallar. La clase trabajadora merece m¨¢s: ni lo mismo, ni menos que hasta ahora.
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