Tratamiento corporal y ps¨ªquico del problema
Un congreso celebrado en diciembre pasado en Marsella se atrevi¨® a plantear rigurosamente una reflexi¨®n bajo el lema Psicolog¨ªa y c¨¢ncer. En aquel congreso, al que asistieron numerosos psiquiatras, psic¨®logos, in¨¦dicos y cancer¨®logos, se rechaz¨® identificar simplemente el concepto c¨¢ncer y muerte, fantas¨ªa, m¨¢s o menos justificable, que opera en la mentalidad colectiva vigente. ?Qu¨¦ sucede realmente en la mente de los cancerosos y sus allegados? ?Se puede reducir todo a la problem¨¢tica de la angustia y la muerte? ?C¨®mo ayudar al enfermo y a su entorno a percibir la realidad? ?Se debe afrontar la fase final? ?Existe un origen ps¨ªquico en la aparici¨®n del c¨¢ncer? ?Pueden ciertos factores psicol¨®gicos favorecer la evoluci¨®n de un tumor o una leucemia? Estas son algunas de las preguntas que se plantearon los reunidos en Marsella.Hay unos hechos, tambi¨¦n verificables, en el campo de la investigaci¨®n psicosom¨¢tica al respecto. El doctor Maurice Abiven, de Par¨ªs, citando un estudio de Michel de M'Uzan, se refer¨ªa a ciertas formas de abandono ps¨ªquico que se practican ante el moribundo de c¨¢ncer. El canceroso adopta, en ocasiones, una postura ¨¢vida hacia los que le rodean, y ¨¦stos, por su parte, adoptan un comportamiento de huida motivado, sin duda, por el miedo a la muerte, a la propia muerte, proyectada sobre el moribundo. Huir del canceroso es entonces huir de la propia muerte. ?Se produce una desbandada -dijo el especialista franc¨¦s- conectada con el miedo a ser arrastrados, devorados por el moribundo.?
Se constata tambi¨¦n, en ocasiones, una transformaci¨®n de la afectividad hacia formas m¨¢s profundas y sinceras, sorprendiendo a las personas que rodean al enfermo la aparici¨®n de sentimientos o vivencias que no hab¨ªan sido expresados anteriormente.
Seg¨²n otros especialistas, el problema de la eliminaci¨®n del dolor y de la asistencia final no est¨¢ bien resuelto precisamente por estos profundos condicionantes psicosom¨¢ticos e interpersonales que operan en familiares, m¨¦dicos y personal asistencial.
Crisis y depresiones
Otro aspecto de esta dimensi¨®n psicosom¨¢tica, presente en el c¨¢ncer como en cualquier otro acontecimiento traum¨¢tico de la vida -toda enfermedad es psicosom¨¢tica en cuanto a que, sea cual sea la causa de su aparici¨®n, ps¨ªquica o som¨¢tica, la unidad cuerpo-psique est¨¢ siempre en funcionamiento-, lo da la gran pregunta sobre los aspectos ps¨ªquicos previos a la aparici¨®n del c¨¢ncer. Numerosos especialistas han comprobado la frecuencia emp¨ªrica de la aparici¨®n de ciertos c¨¢nceres a continuaci¨®n de crisis vitales mal soportadas. Michel Sapir, de Par¨ªs, considera que debe atenderse especialmente la vigilancia tras un duelo, una ruptura interpersonal, un divorcio, una jubilaci¨®n..., y multitud de hechos afectivos que se asocian bastante a la aparici¨®n de procesos malignos, sin que, hasta la fecha, haya sido rigurosamente demostrado que esos hechos emocionales son agentes cancer¨ªgenos.Ciertas investigaciones caminan por esos derroteros. En el Instituto Paoli-Calmettes, de Marsella, y en el Centro Paul-Lamarque, de Montpellier, se investiga sobre la aceleraci¨®n de procesos cancerosos mediante diversas actuaciones, como la producci¨®n de ultrasonidos, tendentes a producir situaciones de stress. ??Cu¨¢les son los mecanismos de tipo endocrino o inmunol¨®gico -se pregunta Xavier Serafino, de Marsella- a trav¨¦s de los que conectan el s¨ªntoma org¨¢nico y la causa ps¨ªquica??
Es una buena pregunta que permanece sin respuesta. Seg¨²n otro especialista del citado congreso, J. Tache, de Quebec, ?el stress no ser¨ªa m¨¢s que un factor desencadenante, ya que el c¨¢ncer es una enfermedad pluricausal?. Una investigaci¨®n a¨²n por realizar deber¨¢ ir conectando paso a paso, como act¨²a la ciencia, los misterios de la autodestructividad humana: la angustia, el deseo de morir, la huida ante ciertas crisis, etc¨¦tera. Y esa otra autodestructividad, esta vez org¨¢nica o animal, que determina que ciertos organismos, en fases de la vida en las que la salud y la vitalidad debieran ser los signos dominantes, deciden autodestruirse.
Tiene tambi¨¦n relaci¨®n con estos hechos la localizaci¨®n en el fantasma c¨¢ncer de multitud de enemigos y temores internos de la mente humana. Seg¨²n el profesor Combes, habr¨ªa que eliminar el t¨¦rmino c¨¢ncer, de terrible y equ¨ªvoca simplicidad, y explicar a la gente que bajo esa palabra, caj¨®n de sastre, se designa toda una multitud de enfermedades diferentes. Parece como si la angustia humana, el temor a la vida y a la muerte, necesitara concretarse en algo material, en un objeto malo. Y esa funci¨®n la cumple muy bien un c¨¢ncer, hasta el punto de que se da el caso de que pacientes que tuvieron c¨¢ncer y lo superaron, quince a?os despu¨¦s contin¨²an viviendo su propio cuerpo con una terrible angustia, de la que incluso el m¨¦dico, seg¨²n Maurice Tubiana, puede ser c¨®mplice.
Algo qued¨® claro en el congreso de Marsella: la relaci¨®n entre lo que sucede en nuestro cuerpo y en nuestra mente, la adhesi¨®n a la norma plat¨®nica, all¨ª expresada, que ?convierte en locura querer curar el cuerpo sin intentar a la vez curar el esp¨ªritu?.
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