Mal de nuestra sociedad
Hace unos d¨ªas la Asociaci¨®n Nacional de Lucha Contra el C¨¢ncer desarroll¨® su acostumbrada cuestaci¨®n anual, acompa?ada de una campa?a de informaci¨®n p¨²blica recabando el donativo popular para sostener financieramente a los centros especializados, en los que se asegura la gratuidad del tratamiento m¨¦dico para aquellos enfermos que se encuentran en situaciones econ¨®micas desfavorables.Cada uno dio lo que pudo o lo que quiso. Pero con independencia del volumen que pudiese haber alcanzado la recaudaci¨®n, es seguro que dicha suma resulta ¨ªnfima si se la compara con los enormes recursos que d¨ªa a d¨ªa se invierten en investigaciones privadas o p¨²blicas a fin de poner al d¨ªa la fabricaci¨®n de productos qu¨ªmicos cancer¨ªgenos o simplemente t¨®xicos. De forma cotidiana ingerimos, respiramos y absorbemos por nuestra piel gran parte de estos productos.
Ofrecemos generosamente dinero en la lucha contra el c¨¢ncer, pero, parad¨®jicamente, aceptamos para nosotros y nuestros hijos la absorci¨®n de la dosis cotidiana de productos cancer¨ªgenos. Esto no es normal. Hay algo que no funciona en nuestra forma de vivir y de morir.
Sabemos que los factores que influyen sobre la aparici¨®n de c¨¢nceres son de diferentes tipos. Por una parte, los determinantes gen¨¦ticos hereditarios o no hereditarios, como, por ejemplo, nuestras defensas inmunitarias, una falta de regulaci¨®n hormonal y otros factores desconocidos. Por otra, la influencia del medio ambiente; por ejemplo, el tabaco, el r¨¦gimen alimenticio o la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, las infecciones virales y bacterianas, etc¨¦tera.
Parece ser que existen dos per¨ªodos en la vida durante los cuales las probabilidades de que se desarrolle el c¨¢ncer en el hombre son m¨¢s importantes. Se trata de la infancia y la vejez. En los ni?os esta mayor probabilidad de verse afectados por el desarrollo de un tumor puede estar ligada al hecho de que la madre haya estado expuesta a productos cancer¨ªgenos. La actitud m¨¢s responsable, por consiguiente, consiste en procurar no exponerse a los factores conocidos que favorecen el desarrollo del c¨¢ncer.
Querr¨ªa aqu¨ª citar algunos ejemplos de productos con consecuencias t¨®xicas y cancer¨ªgenas a medio y largo plazo. La influencia de la nutrici¨®n sobre la aparici¨®n de c¨¢nceres humanos puede dividirse entres grandes tipos: los aditivos y contaminantes, las deficiencias alimenticias y los excesos en la alimentaci¨®n.
En lo que se refiere a los aditivos y contaminantes de los alimentos, nuestra sociedad de consumo debe ser cuestionada. La posibilidad de producir excedentes alimenticios, de acumular los alimentos en almacenes o en supermercados, de asegurar su transporte y su conservaci¨®n para proponernos una diversidad cada vez m¨¢s grande de productos ha ocasionado el desarrollo de esta inmensa gama de procesos industriales de conservaci¨®n y de preservaci¨®n apoyada fundamentalmente en los colorantes y los conservadores. As¨ª, asistimos a la extensi¨®n casi generalizada de estos productos qu¨ªmicos.
Aumento de aditivos
En nuestras sociedades industrializadas el n¨²mero, la diversidad y las combinaciones de los diversos aditivos nutrici¨®nales aumenta hoy exponencialmente. Existen actualmente m¨¢s de 2.000 productos de conservaci¨®n antioxidantes, sulfatantes, estabilizadores, acidurantes y colorantes (que producen la alegr¨ªa de los ni?os y de los padres a quienes satisfacen los tonos rosa, verde, amarillo o naranja en los caramelos, helados y productos l¨¢cteos). Suplementos edulcorantes aditivos para aumentar el sabor de los productos y diversas enzimas se vienen a sumar a esta inacabada relaci¨®n de productos qu¨ªmicos.
En otra categor¨ªa de productos conocidos por su incidencia en la producci¨®n de riesgo de c¨¢ncer se sit¨²an las micotoxinas, los herbicidas y los pesticidas. Los insecticidas repartidos en gran escala sobre los productos vegetales y que encontramos en nuestra sopa de legumbres ejercen asimismo su influencia en la creaci¨®n de dicho riesgo.
En lo que se refiere a las deficiencias y los excesos alimenticios, diversos estudios epidemiol¨®gicos llevados a cabo en Estados Unidos sugieren que la carencia en vitaminas A (que se encuentra sobre todo en las espinacas, el h¨ªgado de cerdo, las endivias, la achicoria o el perejil) est¨¢ ligada al desarrollo de ciertos tipos de c¨¢ncer. Tambi¨¦n ha sido demostrado que el alcohol ingerido por los fumadores representa un factor de c¨¢ncer de las v¨ªas digestivas superiores y de la laringe. El alcohol act¨²a aqu¨ª aparentemente como un disolvente de las sustancias cancer¨ªgenas del tabaco.
Por otra parte, un cierto n¨²mero de c¨¢nceres (de seno, de pr¨®stata, de ovarios o de colon) est¨¢n ligados a una supernutrici¨®n de grasas. No se trata especialmente de c¨¢nceres debidos a un exceso de peso, sino m¨¢s bien al desequilibrio alimenticio caracter¨ªstico de nuestra sociedad sedentaria. Los pa¨ªses que sufren menos del c¨¢ncer de colon, como, por ejemplo, Jap¨®n y Tailandia, son aquellos en los que la absorci¨®n diaria de grasas en la raci¨®n alimenticia es m¨¢s d¨¦bil. Sin embargo, Estados Unidos y Canad¨¢ se sit¨²an en el extremo opuesto de esta escala comparativa que liga la abundante ingesti¨®n de grasas con el desarrollo del c¨¢ncer de colon. Naturalmente, en los pa¨ªses desarrollados se ha demostrado que los c¨¢nceres ligados a deficiencias alimenticias habr¨ªan disminuido, en tanto que los inducidos por la sobrealimentaci¨®n, iban en aumento.
El polivinilo
Los cient¨ªficos del mundo entero se han interesado por el problema que plantea la toxicidad del cloruro de vinilo y el cloruro de polivinilo. Este componente se emplea en la fabricaci¨®n de una gran variedad de materiales de pl¨¢sticos (botellas para el agua pura, cajas de embalaje, etc¨¦tera) y como impulsor bajo forma de aerosol, en las latas de conservas. Estos estudios, que datan ya de hace varios a?os, han demostrado que estos productos son t¨®xicos, provocan graves lesiones internas, anomal¨ªas en la piel y efectos de car¨¢cter cancer¨ªgeno. Esto ha sido observado, en particular, en los obreros que trabajan en las empresas que utilizan regularmente el cloruro de polivinilo. Hizo falta que murieran numerosos trabajadores por c¨¢nceres y otros tipos de enfermedades inducidas directamente por este producto para que el problema fuera tomado en consideraci¨®n por la colectividad cient¨ªfica y social en Estados Unidos.
Pero este problema no concierne solamente a los obreros de las empresas que fabrican o utilizan a escala industrial el cloruro de polivinilo y cloruro de vinilo. Incide tambi¨¦n en los residentes cercanos, a esas empresas y en el p¨²blico que consume los productos alimenticios contenidos en el pl¨¢stico fabricado con el cloruro de vinilo.
As¨ª, pues, debemos plantearnos la siguiente pregunta. ?Con qu¨¦ materiales se han hecho los embalajes pl¨¢sticos que utilizamos cada d¨ªa para los yogures, la mantequilla, la leche, el agua, etc¨¦tera? Si no se nos da ninguna respuesta, y ante la duda, no podr¨ªamos hacer otra cosa que preferir los embalajes de vidrio. As¨ª el crecimiento diario de la lista de aditivos t¨®xicos, la poluci¨®n y la contaminaci¨®n industrial que nos rodea dan al problema de la higiene una amplitud mucho mayor que la higiene de los habitantes de un pueblo perdido en cualquier bosque del Amazonas.
Productos de belleza
Nuestras mujeres se arreglan. Primero se desti?en los cabellos y luego los colorean con productos qu¨ªmicos absorbidos por el cuero cabelludo que resultan ser en un 89% de tipo oxidativo mutag¨¦nico y que, por consiguiente, favorecen La aparici¨®n de c¨¢ncer. Tambi¨¦n son numerosos los productos de belleza no controlados y que inducen el c¨¢ncer de piel. Para terminar con esta peque?a lista, a t¨ªtulo de ejemplo, querr¨ªa se?alar que la maravillosa innovaci¨®n tecnol¨®gica que consiste en introducir productos antiinflamatorios en los pijamas, las mantas, las alfombras para nuestros ni?os, las tiendas de campa?a, etc¨¦tera, no es tal vez esa gran maravilla que pudiese parecer a primera vista. Los efectos secundarios provocados por estos productos en lo que se refiere al medio ambiente pueden sobrepasar los escasos beneficios que aportan. Es tanto m¨¢s urgente denunciarlo cuanto que existe una gran probabilidad de que se introduzcan en todos los vestidos para ni?os y adultos. Estos productos est¨¢n presentes actualmente en tal cantidad en los acabados textiles que llegan a alcanzar hasta un diez y un 20% del peso final y, sin embargo, est¨¢n en contacto directo con la piel de los ni?os, lo que hace que sean f¨¢cilmente absorbidos por ¨¦sta, al tiempo que son inhalados y dispersados en el medio ambiente. Muchos de estos productos tienen estructuras qu¨ªmicas muy similares a las de algunos elementos conocidos por su car¨¢cter cancer¨ªgeno o t¨®xico. Algunos han sido ya probados y se han revelado efectivamente cancer¨ªgenos o altamente t¨®xicos. Uno de los componentes m¨¢s conocidos que se emplean para estos procederes, el fosfato de Tris-2.3 dibronopropilo, fosfato (tris BP), se produce en la actualidad por millones de kilogramos. En 1975 aparec¨ªa en un 87% de la composici¨®n de algunos textiles sint¨¦ticos y en un 13% en el poliester de algod¨®n. Hoy d¨ªa estos porcentajes han aumentado, considerablemente. Un pijama de ni?o de doscientos gramos puede contener 6.000 miligramos de superficie tris-BP. Este producto, que es absorbido por la piel, contiene, incluso en los casos en que es producido con gran pureza, alguna impureza, que constituye un producto de una alta incidencia de c¨¢ncer de est¨®mago de las ratas. Las hembras de estos animales desarrollan, adem¨¢s, un c¨¢ncer en las gl¨¢ndulas mamar¨ªas. Estas conclusiones fueron publicadas en 1973 por el National Cancer Institute en Estados Unidos. Se han propuesto numerosas alternativas a estos aditivos qu¨ªmicos para los textiles, con objeto de impedir o disminuir los riesgos de quemaduras, puesto que los peligros a que se someten docenas de millones de ni?os, en contacto con estos productos, son muy superiores a los eventuales riesgos de quemaduras.
Falta de informaci¨®n
?Qu¨¦ responsabilidad tenemos en este tipo de problemas, si no somos informados ni tenemos ning¨²n control sobre la elaboraci¨®n de estos productos?
En nuestros laboratorios los investigadores, los t¨¦cnicos, utilizan cada d¨ªa sin vigilancia productos como el cloroformo, que produce leucemia; el bromuro de etidio, antibi¨®ticos como el daunomicina, mitomicina C, adriamicina, tolueno, productos t¨®xicos y mut¨¢genos, algunos de los cuales se sabe que aumentan los riesgos del c¨¢ncer.
Hace ya casi tres a?os que experiencias que implicaban recombinaciones gen¨¦ticas in vitro de mol¨¦culas ADN de c¨¦lulas bacterianas fueron realizadas y despu¨¦s mol¨¦culas ADN de c¨¦dulas bacterianas fueron realizados y despu¨¦s paralizadas por com¨²n acuerdo por la comunidad cient¨ªfica. Los investigadores juzgaron los riesgos potenciales de estas experiencias tan importantes como para que este tipo de trabajo no se hiciera m¨¢s (que de una manera t¨¦cnicamente controlada en funci¨®n de la seguridad de los investigadores y del p¨²blico. Se impusieron normas de clasificaci¨®n y de higiene, adopt¨¢ndose en todos los pa¨ªses en los cuales este tipo de experiencias biol¨®gicas se estaban desarrollando. Demostramos aqu¨ª, en tanto que investigadores en biolog¨ªa, nuestro sentimiento, nuestro sentido de la responsabilidad de cara a la sociedad y de cara al futuro.
Existen algunas reglas b¨¢sicas que permiten detectar sin gastos, f¨¢cilmente y de forma r¨¢pida (se obtienen los resultados en dos d¨ªas) dosis ¨ªnfimas (del orden del mano gramo o del microgramo) de productos mutag¨¦nicos y, por consiguiente, con una probabilidad muy alta de ser carcinog¨¦nicos, dado que, con muy pocas excepciones, los productos cancer¨ªgenos son tambi¨¦n productos mutag¨¦nicos (85%).
Deber¨ªamos poder esperar de los poderes p¨²blicos y de las empresas privadas una reglamentaci¨®n que impusiera estos test para todos los productos nuevos que aparecen en nuestro modo de vida. En los ¨²ltimos tiempos, se manifiesta una cierta voluntad de informaci¨®n y de prevenci¨®n frente a los efectos nocivos de determinados productos, pero el problema que aqu¨ª examinamos tiene una dimensi¨®n que, escapa al simple control administrativo, pasando a ser una cuesti¨®n que requiere el control de la colectividad social.
Este art¨ªculo puede parecer sombr¨ªo, pero hay que saber que cerca del 50% de los c¨¢nceres son curables hoy en d¨ªa. En nuestros pa¨ªses se muere m¨¢s a causa de enfermedades card¨ªacas o del sistema circulatorio que de c¨¢ncer. Entonces tal vez merezca la pena que cada cual entable su campa?a de prevenci¨®n, puesto que cada uno de nosotros es finalmente responsable de su futuro.
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