Carlos Marx en la maleta
Con las prisas por coger el avi¨®n, los diputados votaron ayer el modelo econ¨®mico de nuestra sociedad mientras hac¨ªan la maleta para el fin de semana. Unos met¨ªan a Carlos Marx en el sansonite entre la muda de ropa interior, otros colocaban a Lord Keynes junto al cepillo de dientes, otros envolv¨ªan a David Ricardo con los calcetines. He aqu¨ª un buen grado de civilizaci¨®n. Dos siglos de revoluciones sociales y de cataclismos pol¨ªticos han encontrado una f¨®rmula constitucional pasteurizada, un art¨ªculo de redacci¨®n ambigua, todo un travest¨ª literario con el que los capitalistas pueden cabalgar cien a?os m¨¢s y el socialismo podr¨ªa gobernar desde ma?ana. Esta es la sangre de la historia convertida en chicle.El art¨ªculo 120 encabeza el T¨ªtulo VII de la Constituci¨®n sobre Econom¨ªa y Hacienda. Los diputados pasaron la ma?ana merodeando a su alrededor cogidos por el s¨ªndrome de ma?ana es fiesta pensando en el puente a¨¦reo. El grupo socialista defendi¨® una enmienda para introducir, a manera de cu?a, una l¨ªnea que reconociera la iniciativa p¨²blica en la actividad econ¨®mica. Bajo el pudor de este eufemismo, como quien no quiere la cosa, puede palpitar la revoluci¨®n del soviet, pero ayer en la comisi¨®n la gente no estaba para nada. Fraga descubri¨® levemente las solapadas intenciones de este art¨ªculo que trata de transforma todo el panorama de la econom¨ªa privada seg¨²n sea la dulce mano que lo ta?a. Aunque lo cierto es que tampoco se enfad¨® mucho. Desde lo alto de la barbacana se limit¨® a escanciar la diaria raci¨®n de aceite hirviendo sobre los enanitos que escalan el lienzo del castillo. Pero esta vez lo hizo con desgana, s¨®lo por cumplir. como para no perder la afici¨®n. El sab¨ªa muy bien que este p¨¢rrafo tambi¨¦n hab¨ªa pasado por el restaurante y que la digesti¨®n del consenso a media luz los dos tiene la misma fuerza que la ca¨ªda de una plomada. Lo que pasa es que a Fraga le gusta ganarse el jornal luchando contra la ley de gravedad.
Y mientras en la ma?ana sonmolienta los diputados le peinaban un flequillo de econom¨ªa socialista a la Constituci¨®n, bajo la luz pasada por los verdes cortinajes que ofrecen a la c¨¢mara un macerado color de manzana reineta, paseaba arriba y abajo por el corredor central el diputado P¨¦rez Llorca como un profesor que vigila un examen escrito. que recibe cuitas, que atiende consultas. que agarra dulcemente por el codo al adversario y se lo lleva a estirar las piernas para hilar la ¨²ltima palabra, que resuelve las dudas y que no se r¨ªe ni a la de tres. Bien, ayer la cosa estaba tocada de ala. Aunque se trataba de econom¨ªa la sesi¨®n, como dijo el presidente Attard, fue poco rentable puesto que s¨®lo fueron debatidos tres art¨ªculos. Se ha llegado ya a un punto de aburrimiento sin retorno. porque todo lo que sucede en la comisi¨®n tiene el escaso inter¨¦s de una funci¨®n que se retransmite en diferido. Esta es una de misterio donde un gracioso de consenso. antes de empezar, te descubre quien es el asesino. Esto parece una clase pr¨¢ctica de Derecho Pol¨ªtico donde se realiza una parodia de debate constitucional. Cuanto antes terminen sus se?or¨ªas, mejor.
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