Las formas complejas de la vida religiosa en la Espa?a de los siglos XVI y XVII
Julio Caro Baroja, historiador, etn¨®logo y autor de uno de los libros de memorias m¨¢s ejemplares de cuantos se han publicado en lengua castellana en los ¨²ltimos decenios. Los Baroja. Memorias familiares, acaba de publicar su ¨²ltimo libro: Las formas complejas de la vida religiosa. Religi¨®n, sociedad y car¨¢cter en la Espa?a de los siglos XVI y XVII (Akal Editor), un amplio trabajo de 622 p¨¢ginas en el que el autor analiza y sistematiza las distintas concepciones que de lo religioso ten¨ªan las diversas capas y clases sociales.?AIl¨¢ por la primavera de 1974 -se?ala su autor- me vi honrado por un encargo que, sinceramente, no esperaba. Xavier de Zubiri rne propuso un ciclo de cinco conferencias en la Sociedad de Estudios y Publicaciones acerca de un tema de los que tuviera entre manos. Despu¨¦s de las cavilaciones consiguientes y de varias consultas con el mismo maestro decid¨ª tratar de ciertos aspectos de la vida social durante los siglos XVI y XVII, en funci¨®n de la religi¨®n. En el verano siguiente prepar¨¦, lo m¨¢s que pude, aquellas conferencias que pronunci¨¦ durante el oto?o. El hecho de que no fueran mal acogidas me movi¨® a seguir con el tema y a dar forma de libro a mis apuntes, ya bastante abundantes.?
?Pero he de indicar -a?ade Julio Caro- que el n¨²cleo de ideas que me hicieron llevar adelante las pesquisas se me empez¨® a presentar en la cabeza con cierta claridad de forma hacia fines de 1936. en plena guerra civil. Metido en un pueblo vasco-navarro de frontera, observ¨¦ la enorme diferencia que se manifestaba al estallar el conflicto entre unos grupos de cat¨®licos y otros. La linea triunfante la dieron quienes ten¨ªan una idea represiva de la religi¨®n que poco m¨¢s o menos. correspond¨ªa a la visi¨®n que la hab¨ªa hecho impopular para los liberales y anticlericales tiempos pasados. La derrota la sent¨ªan quienes ten¨ªan una idea menos pugnaz, los cuales, al parecer, eran menos. Esta visi¨®n verdaderamente tr¨¢gica iba unida a otras experiencias m¨ªas que ten¨ªa como joven aficionado -por aquel entonces- a los estudios antropol¨®gicos y etnogr¨¢ficos. Porque en el mismo pueblo se segu¨ªa dando la vida religiosa de los labradores con sus pr¨¢cticas po¨¦ticas. Nueva ocasi¨®n para meditar. Pas¨® el estudiante rumiando estas observaciones y otras muchas, en un ambiente de incredulidad absoluta de un lado: de fe sencilla de otro, ?Qu¨¦ pensar, luego ante la destrucci¨®n casi total del ?orden religioso? de los labradores, la repulsa de las violencias del 36 y de la posguerra, del cambio de posiciones hostiles o simpatizantes, ante la misma religi¨®n??
?Pens¨¦ que estas vivencias pod¨ªan servirme, como historiador, para comprender, no el pasado, cosa que al fin y al cabo no es la m¨¢s interesante en s¨ª, al estudiar Historia, sino para comprender otras situaciones en las que, la misma religi¨®n desempe?¨® papel decisivo y que se han solido pintar usando colores mon¨®tonos. Alegres para unos, tristes para otros. Una romer¨ªa como las que ponen en escena Lope oTirso pod¨ªa ser simult¨¢nea a un auto de fe. Con este ejemplo basta por ahora.
?Y lo que no puede hacerse -concluye el historiador- es negar valor a esta simultaneidad, en nombre de "principios". Sin embargo esto se hace continuamente. No s¨®lo son Ios autores doctrinarlos o adscritos a un credo pol¨ªtico religioso, sino tambi¨¦n los que pretenden sentar plaza de objetivos, los que han renunciado a la investigaci¨®n que preconizo y que alguno condenar¨¢ como hija o descendiente de la casu¨ªstica.?
El libro se subdivide en cinco partes, cada una de las cuales consta, a su vez, de diferentes cap¨ªtulos. Las grandes subdivisiones tienen por t¨ªtulo Dios, el demonio, santos y hombres; La sociedad cristiana; la autoridad y sus contradictores; Problemas de la moral cat¨®lica; La sociedad cristiana; separaci¨®n, disidencia y decadencia, y La doble bancarrota.
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