La alegre marginaci¨®n
En cuanto han existido unas condiciones m¨ªnimas para ello, el cine espa?ol nos ha sorprendido con una serie de ins¨®litos documentales sobre personajes tambi¨¦n m¨¢s o menos ins¨®litos. Las obras m¨¢s sobresalientes de este g¨¦nero hasta hace muy poco vetado, forzosamente virgen, han sido El desencanto, de Jaime Ch¨¢varri, y Querid¨ªsimos verdugos, de Basilio Mart¨ªn Patino. A ellas hay que a?adir ahora este Oca?a, retrato intermitente, de Ventura Pons, que ha sido proyectado con gran ¨¦xito en la secci¨®n Un certain regard -dedicada al cine documental- del reciente Festival de Cannes.Ventura Pons pone su realizaci¨®n -directa, n¨ªtida, sin pretensiones- al servicio del personaje, este es su mayor acierto, permitirnos adentrarnos en la persona, los recuerdos y las palabras de Jos¨¦ P¨¦rez Oca?a, andaluz afincado en Barcelona, pintor de cuadros -por vocaci¨®n- y de paredes -por obligaci¨®n- y una de las m¨¢s pintorescas figuras que se pasean a diario por las Ramblas.
Oca?a, retrato intermitente
Argumento y direcci¨®n: Ventura Pons. Fotograf¨ªa: Lucho Poirot. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ P¨¦rez Oca?a, Mar¨ªa de la Rambla, Camilo Nazario y Paco d'Alcoy. Espa?ola, 1978. Local de estreno: Alphaville.
Oca?a se pasea travestido, pero no se considera un travest¨ª; es homosexual, pero dice no haber o¨ªdo esta palabra hasta hace poco; reh¨²ye con justificada violencia etiquetas, definiciones, palabras en las que pueda -sin querer- verse encerrado, es un visionario, pero tiene los pies bien puestos en tierra; es un personaje chocante, inc¨®modo, asimilable s¨®lo porque todos lo somos, un ser abrumadoramente triste como todos los grandes cachondos, un artista intuitivo, un amateur del desmadre que no duda en autocalificarse como un numerero puro. Definici¨®n que no puede ser m¨¢s acertada.
En la pureza de Oca?a radica su car¨¢cter profundamente subversivo. Oca?a es un personaje dif¨ªcilmente manipulable por unos y por otros. Ni es el cordero indefenso que algunos desear¨ªan ni su contestaci¨®n es lo m¨ªnimamente ortodoxa que otros quisieran. Oca?a es un personaje rico, complejo, contradictorio. Que tan pronto critica a la CNT como hace una apolog¨ªa de la familla. Oca?a ama el ruido, el color, el rito, el folklore, la fiesta, las flores, los fetiches, Goya, Lorca, las v¨ªrgenes, los aquelarres, los cohetes... Oca?a ama Andaluc¨ªa, que es para ¨¦l ?como un cuadro surrealista? y las bombas que hacen correr aterrorizadas a las burguesas gordas... Sus cuadros frecuentemente son de tem¨¢tica religiosa; sin embargo, no hay en ellos el menor asomo de intenci¨®n sacr¨ªlega, son ingenuos como una estampa y alegres como un Chagall. Sus v¨ªrgenes, sus ¨¢ngeles est¨¢n pintados con piedad, con devoci¨®n. Oca?a es un fan enfebrecido de los hermanos Quintero, del flamenco, de las procesiones, para quien la provocaci¨®n es uno de los mayores placeres; en resumen, lo que cierta nefasta ley calificar¨ªa como un perfecto peligroso social. Hay algo radicalmente sano en Oca?a: es un marginado vital y festivo que muestra, sin necesidad de recurrir a rollos doctrinales, cosas tan elementales -y tan fundamentales- como que un homosexual es un se?or tan sano como cualquier otro. Ventura Pons lo ha entendido y ha hecho un filme nada llor¨®n, tan arrogante como el personaje que retrata, un personaje que no es un bicho raro, ni una curiosidad expuesta en un escaparate, sino un ser absolutamente normal -con perd¨®n- y decididamente entra?able.
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