"Las mujeres casadas son seres que le toleran la violaci¨®n"
Pregunta. Si exceptuamos la campa?a contra la violaci¨®n, el movimiento feminista franc¨¦s parece desorientado, algo vac¨ªo de contenido, ?c¨®mo lo ve?Respuesta. El movimiento franc¨¦s est¨¢ llegando actualmente a sus l¨ªmites en cuanto a grandes manifestaciones, ya no es posible organizar m¨¢s acciones exteriores. Hubo varias etapas, grupos de concienciaci¨®n interesantes en un principio cuando el movimiento estaba en plena efervescencia; pero despu¨¦s se convierten en algo terrible, en ghettos donde nacen pulsiones raras, delirios, suicidios, odios. Tambi¨¦n hubo una producci¨®n de libros que han tra¨ªdo un soplo de aire, pero se est¨¢ agotando.
Es evidente que en su origen mismo, en sus manifestaciones, el MLF tiene algo que le aparenta a un movimiento elitista, burgu¨¦s y sin representaci¨®n pol¨ªtica clara. Pero, ha sido un movimiento importante, no cabe duda de ello. Las dos grandes campa?as (aborto, contracepci¨®n y violaci¨®n) se fueron difundiendo por todo el pa¨ªs a pesar de que a veces, tal como en el caso de la campa?a contra las violaciones, no se han dominado los medios. Ahora bien, los partidos pol¨ªticos, sobre todo, la izquierda, han recuperado inmediatamente estos movimientos, de forma vergonzosa. Durante la ¨²ltima campa?a electoral no pon¨ªan ni un cartel sin una mujer que declarase: ?Yo mujer, he entendido. Voto por... ?
Sin embargo, observo que algo formidable ha ocurrido a ra¨ªz del movimiento feminista: ha empezado a haber un malestar, se han modificado las cosas, cosas posibles hace todav¨ªa diez a?os ya no lo son, cosas que pod¨ªas escuchar en la radio o que te pod¨ªan decir hace diez a?os, ya no te las puede decir hoy, y algo que no se puede decir es algo que paulatinamente no puede pensarse.
P. ?Qu¨¦ le parece el movimiento representado por Gis¨¦le Halimi?
R. No estoy en contra, pero no veo su inter¨¦s. No cambia mucho las cosas. Dicen que va a tener consecuencias positivas pero tambi¨¦n hay algo positivo en esa recuperaci¨®n que hacen los partidos que se ven obligados a tomar en cuenta ciertas cosas, el trabajo de las mujeres, etc¨¦tera, y los partidos tienen m¨¢s fuerza para esta clase de cosas. No creo que constituya un poder, ni siquiera act¨²a a nivel de toma de conciencia... no veo en que aporta realmente algo nuevo al elegir este tipo de inserci¨®n en la lucha pol¨ªtica. No creo que as¨ª avancemos y, de alguna forma, haciendo creer que por esta v¨ªa avanzamos, frenamos.
Violaci¨®n y continuidad
P. Antes no parec¨ªa estar de acuerdo en la forma en que se llev¨® la campa?a contra las violaciones.R. Primero creo que esta campa?a ha producido una psicosis que reduce la vida de las mujeres. Yo misma que nunca sent¨ª miedo a pesar de salir mucho sola, me di cuenta una noche que hab¨ªa ca¨ªdo en ello sin motivo alguno, me hab¨ªa impresionado la campa?a contra la violencia y las agresiones. All¨ª es donde fall¨® esta campa?a porque se ha utilizado en un clima en el que intentar crear el miedo entre la gente, y funciona.
Por otra parte, se plane¨® mal. No se puede lanzar una campa?a de este tipo sin tener detr¨¢s un bagaje cr¨ªtico de lo que es la sexualidad, las relaciones hombres/ mujeres, y si te centras en la violaci¨®n te quedas siempre en el fen¨®meno espectacular, escandaloso, olvid¨¢ndonos de lo esencial, aunque, estamos de acuerdo, la violaci¨®n es horrible. Hay que preguntarse por qu¨¦ este gesto particular es posible, conque se articula la violaci¨®n. La violaci¨®n no es una desviaci¨®n... yo dir¨ªa que es casi normal que la gente viole en un estado de desorden o de cansancio. No se ha estudiado suficientemente la relaci¨®n de los hombres y la sexualidad, tampoco la de las mujeres. En mi opini¨®n, las mujeres consienten constantemente a algo que es del orden de la violaci¨®n. Las mujeres casadas son seres que toleran, admiten, la violaci¨®n. Por ejemplo se les ha ense?ado siempre que encontrasen normal que un hombre ligue con ellas de forma algo brusca, o les diga lo que tienen y no tienen que hacer y es en este clima que los hombres violan. Es simplemente la exasperaci¨®n de un tipo de relaciones, no se trata de una locura repentina. Por tanto no se puede montar una campa?a contra la violaci¨®n sin primero haber sensibilizado a las mujeres sobre lo que es la violaci¨®n cotidiana. Adem¨¢s, si bien es verdad que una campana de este tipo ayuda a las j¨®venes que se atrever¨¢n a denunciar el hecho, no ayuda a la mayor¨ªa de las mujeres. Aquellas que desde los veinte a?os son violadas por sus maridos, o las que desde hace a?os son violadas por el padre, el t¨ªo o el suegro. Se empieza a descubrir ahora que hay un n¨²mero impresionante de violaciones de este tipo, en que las madres sumisas no dicen nada, aceptando la desgracia. Sin llegar a estos extremos hay que ver la cantidad de mujeres que durante a?os han aceptado, se han sometido a una tristeza que les da tristeza. Entonces cuando se dice -como se ha dicho en la TV- que una mujer violada es una mujer muerta, para m¨ª es horrible porque es condenar a aquellas desgraciadas mujeres violadas que no se han atrevido a hablar, es decirles que ya no valen nada. Esta cuesti¨®n de la violaci¨®n es un detalle pero creo que las luchas que han llevado las mujeres no siempre han ayudado a las dem¨¢s, ayudan fundamentalmente a que los hombres y los partidos tomen conciencia. En lugar de proyectar nuestras aspiraciones, nuestra concepci¨®n de lo que es la felicidad, habr¨ªa que preguntar qu¨¦ son las mujeres y c¨®mo viven. Pero tambi¨¦n es verdad que las mujeres hablan poco y en este mundo ganan los que m¨¢s fuerte hablan.
P. Sin embargo estas luchas producen un cambio en la situaci¨®n de las mujeres.
R. Pens¨¦ que el feminismo ten¨ªa algo esencial, que no se trataba de un frente secundario. Hoy ya no s¨¦. Me da la impresi¨®n que no estamos en lo que se trama, que no hemos hecho nada. No creo que el feminismo sea actualmente revolucionario. Incluso llego a pensar que aporta una especie de sangre nueva al capitalismo avanzado que ya no necesita a las mujeres obedientes, metidas en casa que le hac¨ªa falta hace cincuenta a?os. Necesita a mujeres que se parezcan algo a los hombres, mujeres que participen de la vida de la ciudad, de la producci¨®n y consumo a pesar de que pueda plantear problemas a nivel de mercado de trabajo, mujeres emprendedoras, decididas, que sepan mandar. Las necesita a¨²n m¨¢s cuando surge entre los hombres una especie de inseguridad, pierden cada vez m¨¢s el inter¨¦s por esas cosas, la pol¨ªtica, etc¨¦tera.
P. Es esto lo que le empuj¨® a escribir Parole de femme?
R. Al escribir este libro no se me pas¨® nunca por la cabeza que estaba escribiendo un libro feminista o militante. Ni soy, ni he sido militante nunca, de nada... reconozco que me enorgullece pero he sentido siempre una especie de malestar frente a los grupos constituidos. Lo que s¨ª he querido ser y me considero es escritora. En un momento dado tuve necesidad de escribir este libro... sent¨ª indignaci¨®n al ver que la escala de valores que se nos inculcaban estaba totalmente falseada, pervertida. Los valores seg¨²n los cuales nos han fabricado son siempre la propiedad y la ganancia. A fin de cuentas quer¨ªa hacer un trabajo sobre esta intoxicaci¨®n ideol¨®gica d¨¢ndole un sentido m¨¢s pol¨ªtico que feminista. Pensaba ?es imposible, vemos a trav¨¦s de sus ojos de propietarios, y nos someten a esta grave intoxicaci¨®n ideol¨®gica que ha sido casi la de una civilizaci¨®n entera. Y ?para qu¨¦? para que siguiera funcionando la m¨¢quina del propietario, del amo, del padre?. Quer¨ªa entender por qu¨¦ funcionamos seg¨²n unos valores que de hecho ni son nuestros, ni nos apetecen.
P. Parole de femme ha producido reacciones contrapuestas entre las feministas.
R. No me esperaba el ¨¦xito del libro. Ha llegado a ser un texto de referencia, un libro de base para muchos grupos que se determinan en funci¨®n de ¨¦l. Las feministas radicales son las m¨¢s hostiles porque consideran que el combate esencial est¨¢ en la opresi¨®n sexual, la explotaci¨®n, y que yo pierdo el tiempo escribiendo sobre nuestro cuerpo, las reglas, el embarazo, el goce. Unas han llegado a decir que les hac¨ªa el juego a los hombres porque defend¨ªa valores que ellos siempre hab¨ªan buscado. En estos momentos una reconocida antifeminista francesa, Annie Lebrunc, me acusa por lo contrario de odiar a los hombres. Este libro ha provocado reacciones violentas -me acuerdo de haber tenido una conversaci¨®n con Simone de Beauvoir, a ra¨ªz justamente del libro. Eramos muy amigas, pero algunos aspectos de lo que escrib¨ª le molestaron. Me dec¨ªa: ?A pesar de todo, lo que es interesante es la autoridad, el saber... los hombres detentan ciertas cosas que son buenas y usted no las puede negar. Es normal que cada uno elija una clase de puesto dentro de las jerarqu¨ªas. Esto, no lo puede negar y tampoco puede negar que es m¨¢s interesante ense?ar, investigar, que hacer hijos.? Quiero much¨ªsimo a Simone de Beauvoir, ha hecho mucho por las mujeres, pero para m¨ª algo no cuadra all¨ª. Finalmente hay que plantear las rupturas, hay que preguntar: ?este mundo que ten¨¦is delante, aqu¨ª, ?os apetece o no? ?ten¨¦is ganas de ¨¦l o no? Creo que a muchas mujeres les apetece este mundo, y, al igual que los hombres han ca¨ªdo en la trampa. Pienso que en el fondo tampoco los hombres tienen ganas de poder, pero est¨¢n condicionados por lo que se les presenta como lo ¨²nico deseable, aquel por lo que hay que luchar, aquello por lo que hay que vivir y adquirir poder. Los hombres son v¨ªctimas de esto, pero tambi¨¦n muchas mujeres son v¨ªctimas de lo mismo, y entonces, cuando se les habla de vivir m¨¢s felices, en funci¨®n de algo que puedan desear, van hacia este deseo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.