A Borges y Videla no les gusta el f¨²tbol
Jorge Luis Borges anunci¨® que cuando cornenzara el Campeonato del Mundo abandonar¨ªa Buenos Aires. Borges sigue ahora en su apartamento de Maipu. e incluso dio una conferencia sobre la inmortalidad, el mismo d¨ªa y a la misma hora del Argentina-Francia. Al presidente Videla el f¨²tbol tampoco le gusta. No obstante. hasta el momento. nose ha perdido un s¨®lo encuentro importante. El mi¨¦rcoles, incluso, se desplaz¨® a Rosario para ver el Argentina-Polonia. Pinochet ha anunciado que no podr¨¢ aceptar la invitaci¨®n de Videla para asistir a los partidos finales del Mundial, pero s¨ª ha confirmado su llegada. el dia 23, el presidente de Bolivia, Banzer.El f¨²tbol es un deporte que no goza de grandes simpatias entre determinados intelectuales. As¨ª. Jorge Luis Borges, que no ha jugado de defensa izquierda como D¨¢maso Alonso, dice que el f¨²tbol es un deporte est¨²pido y que le hubiera gustado ser boxeador. Al parecer, lo que m¨¢s distrae a Borges son las peleas de gallos, pero les encuentra el inconveniente de que solamente pueden presenciarlas cien personas.
Jorge Luis Borges, amante de la frase humor¨ªstica, cuando le conviene, es hombre capaz de decir que ?le¨ª el Quijote en ingl¨¦s y despu¨¦s en castellano y me pareci¨® una p¨¦sima traducci¨®n?, ha dicho del f¨²tbol lo siguiente: ?El f¨²tbol, una miseria, una cosa tan fr¨ªvola, los viles jugadores de f¨²tbol, dice Shakespeare en el El rey Leal, y Kipling tambi¨¦n habla desde?osamente de ello.? Borges esta decididamente en contra de que se gaste tanto dinero en campos de f¨²tbol y hoteles.
El presidente de Argentina, al que llaman flaco como a Menotti, entrenador de la selecci¨®n argentina, como al campe¨®n de boxeo Carlos Monz¨®n, como al que fuera autor de letras de tangos famosos Enrique Santos Discepolo, como el futbolista Gatti y como el locutor Antonio Carrizo, no es aquel arrgentino que dijo que el mundo necesita democracia y extremo izquierda. Videla no es partidario del balompi¨¦ pero se ha apuntado al triunfo de su selecci¨®n. El mi¨¦rcoles, en Rosario, antes del inicio del encuentro, entr¨® en el vestuario para saludar uno por uno a los componentes de la selecci¨®n. Dicen quienes estaban cerca del presidente Videla, que en el momento en que Kempes marc¨® el primer gol, se levanto de su asiento para festejar el hecho.
El presidente Videla fue fotografiado al finalizar el partido puesto de pie y levantando los pulgares en se?al de victoria. El presidente Videla no se ha manifestado antifutbolero como Borges, aunque haya dicho en alguna ocasi¨®n que no es su deporte favorito. El Mundial es acontecimiento demasiado importante como para perd¨¦rselo. Videla, que en agosto se convertir¨¢ en presidente de la naci¨®n dejar¨¢ de ser comandante en jefe, quiere constatar en los estadios su grado de popularidad. Los goles de Kempes entusiasmaron al presidente y al final del partido volvi¨® a pasar por el vestuario a fin de felicitar a los triunfadores. Junto a ¨¦l estuvieron las autoridades civiles y militares. Por la caseta no pas¨® el arzobispo de Rosario, monse?or Guillermo Bolatti, que tambi¨¦n estuvo en el palco presidencial.
Buenos Aires volvi¨® a vivir en la ¨²ltima noche horas de jolgorio a costa del triunfo sobre Polonia. Pero esta vez la polic¨ªa, aunque sin intervenciones que puedan considerarse de control, vigil¨® atentamente las evoluciones de los hinchas por las calles m¨¢s c¨¦ntricas. Ayer por la ma?ana, en la calle Florida, alrededor de las dos y media de la tarde, comenz¨® a sonar una cinta magnetof¨®nica en la que se hac¨ªan proclamas de tipo revolucionario. Al parecer, la voz fue reconocida como la de Mario Firmenich. Durante unos minutos hubo tensi¨®n en la calle. La polic¨ªa especializada en desactivaci¨®n de explosivos control¨® el magnet¨®fono y comprob¨® que no se trataba de ning¨²n artefacto. No hubo pues, peligro alguno.
Hasta el momento no ha habido en Buenos Aires m¨¢s que peque?os incidentes, pero no se han abandonado las medidas encaminadas a evitar determinadas acciones violentas. Contrariamente, sin embargo, a lo que pudiera pensarse la vigilancia policial es menos evidente que la de otras manifestaciones deportivas de rango mundial celebradas en los ¨²ltimos a?os.
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