Nueva pol¨ªtica para Italia
LA DIMISION del presidente Leone representa una nueva fase en la cuenta atr¨¢s en que parece implicada Italia desde el 9 de mayo pasado. Aquel d¨ªa en que apareci¨® el cad¨¢ver de Aldo Moro, secretario general de la Democracia Cristiana, la Rep¨²blica sufri¨® una gran conmoci¨®n cuyo significado no podr¨ªa, ni deber¨ªa, agotarse, en la mera reprobaci¨®n de la violencia criminal. Porque la muerte de Moro supon¨ªa tambi¨¦n, en cierto modo, el agotamiento de un modo de gobierno practicado en su larga permanencia por la Democracia Cristiana. Tanto este crimen. como las pruebas electorales del pasado mes -elecciones administrativas- y del ¨²ltimo fin de semana, refer¨¦ndums de dos leyes, han puesto en relaci¨®n, tanto por el examen de las reacciones del pueblo italiano ante el magnicidio y por su conducta ante los comicios, diversas motivaciones que parecen evidenciar un resultado com¨²n: la Rep¨²blica italiana necesita con urgencia un cambio en su sistema pol¨ªtico.Si la muerte de Moro llamaba una vez m¨¢s la alerta ante el peligroso fen¨®meno del terrorismo, la m¨¢xima aberraci¨®n a que conduce la esterilidad de un sistema de partidos caducos, las graves acusaciones contra Leone, su dimisi¨®n, nos introducen ya en ese mundo donde se combinan altas decisiones pol¨ªticas y enjuagues econ¨®micos tambi¨¦n altos. Un mundo que, por lo dem¨¢s, se completa perfectamente con aquel de los terroristas: inmoralidad en las alturas y violencia en la base. Italia, desgraciadamente. vive su ?Comedia dell'arte?.
El asunto Leone podr¨ªa ser una manifestaci¨®n de inmoralidad personal y no tener m¨¢s trascendencia que la que se desprende de la falta de honorabilidad particular de un presidente de la Rep¨²blica. Mucho nos tememos, sin embargo, que a trav¨¦s de ¨¦l todo un partido, la Democracia Cristiana, y su larga gesti¨®n gubernamental, ser¨ªan duramente puestos en entredicho. Por lo dem¨¢s, si es que el pa¨ªs manifiesta resueltamente su descontento con este esc¨¢ndalo, cierto es que ya se conoci¨® a trav¨¦s de los an¨¢lisis electorales realizados tras los refer¨¦ndums del pasado fin de semana. En un pa¨ªs como Italia donde a la crisis econ¨®mica se unen graves defectos en el sistema pol¨ªtico, las consultas a los votantes tienen siempre significaciones plurales que rebasan, con mucho, los puros t¨¦rminos planteados en las preguntas. Cuando adem¨¢s se produce un frecuente uso de las consultas, m¨¢s all¨¢ de los normales procedimientos electorales, puede pensarse que falla la debida comunicaci¨®n entre gobernantes y gobernados, que la poblaci¨®n no se halla debidamente representada en los partidos o por las normas electorales.
Es sabido que normalmente todo refer¨¦ndum se gana por el Gobierno que lo plantea. Una vez obtenido el triunfo, las consecuencias del mismo se obtienen -con un valor demostrativo que suele considerarse mayor que el de las elecciones normales- de los porcentajes a favor, de las negativas y de las abstenciones. La ratificaci¨®n por los votantes italianos de las leyes sobre el orden p¨²blico y sobre la financiaci¨®n de los partidos pudo considerarse, por tanto, como un triunfo p¨ªrrico para el Gobierno Andreotti dado el elevado n¨²mero de abstenciones y el n¨²mero, tambi¨¦n alto, de personas que se manifestaron contra la ratificaci¨®n. Una y otra cifra, la de las negativas y la de las abstenciones, han superado todas las previsiones, cosa que se considera como una censura al actual sistema pol¨ªtico del pa¨ªs.
El refer¨¦ndum italiano registr¨® el consenso m¨¢s bajo que nunca se haya dado entre los votantes respecto a la sociedad pol¨ªtica, un consenso que normalmente se deteriorar¨ªa a¨²n m¨¢s con el esc¨¢ndalo Leone. Refer¨¦ndum y esc¨¢ndalo no hacen sino evidenciar, consagrando una tendencia m¨¢s o menos continuada, la creciente separaci¨®n respecto a los modos de gobierno de un partido de eterna presencia al frente de los destinos italianos, partido que sufre graves males de esclerotizaci¨®n y burocratismo y que no s¨®lo parece frenado en su evoluci¨®n interna, tambi¨¦n en la posibilidad de formulaci¨®n de pol¨ªticas de m¨¢s amplio contenido. Un partido, finalmente, cuya moralidad se pondr¨ªa ahora tambi¨¦n gravemente en entredicho.
Considerando fr¨ªamente las cosas, en el sentido del progreso necesario para la vida italiana, pudieron ser grandes los perjuicios pol¨ªticos ocasionados por el asesinato de Moro. Su muerte, desgraciadamente, s¨®lo pudo jugar, en un principio, en favor de todo aquello que supon¨ªa el afianzamiento de las actitudes m¨¢s continuistas de la Democracia Cristiana. Por el contrario, la dimisi¨®n del presidente Leone, pocos meses antes del t¨¦rmino de su mandato, no deber¨ªa actuar sino en el sentido de los sectores progresistas del partido y de la ampliaci¨®n de juego pol¨ªtico italiano. Esto es lo que parece hacer falta para el pueblo de Italia, estupefacto ante l¨ªderes asesinados y l¨ªderes corruptos, descontento de tanto ministerialismo mediocre y deseoso de f¨®rmulas que saquen al pa¨ªs del estancamiento pol¨ªtico y social en que vive.
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