Atenci¨®n: peligro para 1982
Pase lo que pase en la final, lo ¨²nico cierto es que en el Mundial 78 se ampliar¨¢ el n¨²mero de campeones mundiales. El reducido club de cinco miembros que desde 1966, cuando la selecci¨®n inglesa constituy¨® su ¨²ltimo ingreso, se mantuvo cerrado a toda ampliaci¨®n y seleccionaba en sus filas los vencedores de los Mundiales, no tendr¨¢ m¨¢s remedio que entreabrirse para dejar entrar en su cerrada exclusividad a las selecciones de Argentina o de Holanda. Si gana la primera, a?adir¨¢ un eslab¨®n m¨¢s a la tradici¨®n de que, salvo Brasil, toda naci¨®n organizadora ha ganado alguna vez el t¨ªtulo mundial en su casa, aunque Uruguay, Italia y Alemania demostrasen que son capaces de ganarlo fuera. Si es Holanda la vencedora, no existir¨¢ para ella el menor precedente.Con mucha m¨¢s hondura que en la fase anterior, se ha dado cuenta hasta el m¨¢s lerdo que a cambio de un plato de lentejas (seis encuentros m¨¢s), los Mundiales desde 1974 vienen perdiendo la emoci¨®n y la sinceridad de la eliminaci¨®n directa. Se ganan seis encuentros a efectos de taquilla, pero ?cu¨¢ntos se pierden? Entre ellos, los que ambos oponentes juegan habi¨¦ndose autoamput¨¢ndose cualidades y capacidades para adquirir otras, llevados por el temor al contrario y a c¨¢lculos y combinaciones complicadas. De estas series finales partidos como el Italia-Alemania y el Argentina-Brasil no pueden darse a ciertos efectos por jugados sino abortados. Los encuentros, bien marcados por la maledicencia y los rumores, en que una selecci¨®n no jugaba contra la de enfrente sino en favor o contra de terceros, pueden igualmente considerarse como estropiciados desde su misma ra¨ªz. Por eso insisto en algo que el barullo y la longitud impide ver en las Ligas nacionales hasta que ¨¦stas se aguzan en los ¨²ltimos partidos y que en este Mundial han salido a la luz, las m¨¢culas del sistema de puntos y la limpieza diamantina de las eliminaciones directas, inexcusables de cuartos de final para arriba al menos.
A este respecto, habr¨¢ que evitar que el pr¨®ximo Mundial espa?ol no convoque estos personajes tan conocidos de nuestra picaresca futbol¨ªstica: el intermediario y el zurcidor de resultados, los gestores de primas a terceros que cada a?o adornan nuestro f¨²tbol con divertidas pantomimas de polic¨ªas y ladrones. El aumento a veinticuatro selecciones dejar¨ªa m¨¢s hueco para este tipo de representaciones que cada a?o nuestra Liga repone para abril como se repon¨ªa antes en difuntos ?Don Juan Tenorio?. Es de esperar que la FIFA haya visto claro.
No interesar¨ªa que nuestro f¨²tbol colorease el f¨²tbol mundial con sus h¨¢bitos y debe ponerse fuera de su alcance. Tragu¨¦monos nuestros cerocerismos, nuestras primas a terceros sin contagiarlas al mundo, porque luego el f¨²tbol mundial nos colgar¨ªa otro sambenito como el de la ?gripe espa?ola?. Tragu¨¦monos tambi¨¦n, por ejemplo, los estilos arbitrales que nuestro ?number one? Franco Mart¨ªnez -seriedad melodram¨¢tica, prosopopeya, medici¨®n de barreras por pasitos, tarjeter¨ªa inoperante, degluci¨®n de la precisa cuando su mantenimiento implicaba expulsi¨®n en Benetti y, en fin, toda la gama aspaventosa de cada domingo-, que implicaron como de costum bre una negaci¨®n de la base t¨¦cnica no pocas veces s¨®lida, que el estilo que podr¨ªamos llamar del alma de nardo del ¨¢rabe espa?ol escachifolla y hace a?icos y arbitrajes como el del Holanda-ltalia, que corren detr¨¢s de los sucesos como los policemen de Mack Sennett, lo hace parecer realizados truculentamente por el mism¨ªsimo capit¨¢n Spavento de la ?Commedia dell'Arte? y no ahorran una sola patada. Arbitrajes conformes a la sacrosanta tradici¨®n de nuestro f¨²tbol del ?arbiter gloriosus? que el sistema hace, prosperar.
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