La distensi¨®n goza todav¨ªa de buena salud
La reciente respuesta sovi¨¦tica -en un art¨ªculo de Pravda, el pasado s¨¢bado- al amenazante discurso de Annapolis de Jimmy Carter y dos sucesivas intervenciones del secretario de Estado esta semana -una ante el Congreso y ante una reuni¨®n juvenil en Atlantic City-, parecen confirmar que los primeros presagios de un eventual ?funeral de la detente? no s¨®lo son aventurados, sino que est¨¢n probados ser equivocados. Lejos de tomar el camino del obsoleto enfrentamiento de la guerra fr¨ªa, Washington y Mosc¨² parecen haber superado, seg¨²n los indicios que se filtran del an¨¢lisis de estos textos, el obligado proceso de examen y c¨¢lculo de las intenciones y fuerzas del otro lado, del que debe surgir ahora el acoplamiento de una pol¨ªtica anterior a las innovaciones de la todav¨ªa joven, y hasta cierto punto inexperta, Administraci¨®n Carter.El discurso del presidente norteamericano en la Academia Naval de Annapolis fue un reflejo de las dos posiciones enfrentadas que, en el tema de la pol¨ªtica de distensi¨®n, existen en su Administraci¨®n: por un lado la del consejero para Asuntos de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski y, por otro, la del secretario de Estado, Cyrus Vance.
Conocedores de esta batalla interna, la respuesta sovi¨¦tica en Pravda no ha sido, como en un principio se tem¨ªa, una respuesta definitiva, sino una invitaci¨®n abierta a que Carter elija la posiciones m¨¢s abiertas de Vance Repleto de advertencias por si la invitaci¨®n no era bien recibida, el Kremlin calificaba la vertiente Brzezinski de exclusivamente ?t¨¢ctica? y advert¨ªa que el antisovietismo del profesor de ascendencia polaca ?conten¨ªa un curso pol¨ªtico incontrolable y lleno de peligros?. ?No aceptamos la invitaci¨®n para el funeral de la detente? escrib¨ªa Pravda, y reafirmaba: ?Mosc¨² ha escogido hace tiempo la v¨ªa de la paz, de la que no permitiremos que nadie nos saque.?
La respuesta de Mosc¨² est¨¢ todav¨ªa sometida a un largo proceso de an¨¢lisis en Washington, pero incluso antes de que haya oficialmente concluido, la Casa Blanca ha dado luz verde a Cyrus Vance para presentar, en su nombre, ante el legislativo, su visi¨®n de las r?la ciones entre las dos superpotencias y, un d¨ªa m¨¢s tarde, para anunciar ?una nueva pol¨ªtica africana? de la Administraci¨®n Carter en la ciudad veraniega de New Jersey.
Al haber escogido el tema africano -donde, precisamente, se basa el principal argumento de Brzezinski a la hora de,atacar la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica-, Carter ha se?alado impl¨ªcitamente que prefiere el curso moderado del Departamento de Estado. Pero la cuesti¨®n no es si ha ganado, uno u otro, sino m¨¢s, bien qu¨¦ indicios externos est¨¢ dispuesto a ofrecer Washington a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y al mundo para enterrar definitivamente viejos fantasmas ahora rememorados, como el c¨¦lebre discurso del que ,surgi¨® la pol¨ªtica de guerra fr¨ªa de Winston Churchill, en Fulton.
A la luz de las dos intervenciones de Vance, las se?ales adelantadas por Washington son meridianamente claras. En primer lugar, existe un reproche obvio a Mosc¨² porque. se ha negado, incluso en el comentario prometedor de Pravda, a referirse a la principal preocupaci¨®n norteamericana: Africa. Pero, y en segundo lugar, se ha establecido abiertamente que Washington no est¨¢ dispuesto a condicionar su pol¨ªtica global en favor de la distensi¨®n seg¨²n le vaya en el continente africano.
?Nuestra pol¨ªtica -dijo Vance, en Atlantic City- no consistir¨¢ en vigilar las actividades cubanas y sovi¨¦ticas en Africa, porque creemos que este cambio no ser¨¢ efectivo y s¨®lo provocar¨¢ una escalada de conflictos militares con graves da?os y sufrimientos humanos.? Por el contrario, y sin renunciar a jugar un papel importante en dicho continente, ?nuestra pol¨ªtica consistir¨¢ en ayudar a resolver los problemas que justifican la intervenci¨®n exterior y ayudar a fortalecer la capacidad de los africanos a defenderse por s¨ª solos?.
Para ver si estas palabras de Vance son suficientes para tranquilizar los l¨®gicos temores que existen en Mosc¨² sobre el presunto fin de la pol¨ªtica de distensi¨®n, habr¨¢ que esperar algo m¨¢s que cualquier respuesta verbal del Kremlin. Pero una cosa parece clara: la exposici¨®n del secretario de Estado y su aparente papel preponderante en la elaboraci¨®n de la pol¨ªtica exterior norteamericana, parece concluir el debate interno sobre las ventajas de la distensi¨®n y al tiempo que abre la puerta a una, quiz¨¢ m¨¢s modesta, pero no por eso conveniente, pol¨ªtica de entendimiento entre las dos capitales mundiales.
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