"La soluci¨®n peruana debe venir por v¨ªa de una econom¨ªa mestiza"
EL PAIS. ?Cu¨¢les cree usted que fueron las razones que impulsaron a los militares para dar el golpe de Estado que le derroc¨®?Fernando Bela¨²nde. El ?qu¨ªtate t¨² para ponerme yo.? Vea usted: muchos militares tienen la idea de que la presidencia de la Rep¨²blica es el m¨¢s alto puesto de su escalaf¨®n profesional. Para m¨ª esa es la raz¨®n y no las tonter¨ªas que dijeron sobre la necesidad de reformas, que en el fondo no fueron m¨¢s que variaciones obligadas por los compromisos. ?Los militares no solamente me depusieron a m¨ª y a mi partido, Acci¨®n Popular, sino que lo hicieron tambi¨¦n con el APRA, que estaba en el legislativo. ?Con qui¨¦n se quedaron? Con unos pocos intelectuales comunistas, que dieron al Gobierno Velasco un cierto sustento ideol¨®gico. Para m¨ª ese fue el gran error de Velasco: se dej¨® embarcar en toda clase de aventuras, que son las que han llevado al pa¨ªs ala situaci¨®n en que se encuentra. ?
P. Pero el general Velasco pareci¨® ser un hombre de buena intenci¨®n personal y pol¨ªtica.
R. A mi juicio, Velasco fue un ambicioso. Actu¨® con mucha sa?a e hizo gala de mala entra?a humana.
P. Per¨² sufre una grave crisis econ¨®mica, que le ha colocado al borde de la bancarrota. ?Cu¨¢l cree usted que es el origen de esta situaci¨®n?
R. Es evidente que el origen de este problema est¨¢ en los errores de Velasco. Ellos endeudaron al pa¨ªs. Y es curioso: el endeudamiento se agudiz¨® cuando confiscaron los peri¨®dicos.
Yo creo que la experiencia peruana debe ser utilizada por todos los pa¨ªses donde est¨¢ en peligro la libertad de prensa. Si un pa¨ªs quiere, por lo menos, subsistir dignamente, debe tener un elemento fiscalizador, y la prensa lo es. Recuerdo que despu¨¦s de la incautaci¨®n del primer diario, Expreso, el resto de los peri¨®dicos protestaron formalmente, con mucha timidez. Nuestro partido fue el ¨²nico que moviliz¨® gentes para oponerse en el exterior. Envi¨¦ un telegrama a los militares para que liberaran a los compa?eros y me aceptaran a m¨ª como prisionero. No obtuve respuesta y, por tanto, me present¨¦ en la frontera para entregarme. No me admitieron en el pa¨ªs.
P. Sus teor¨ªas econ¨®micas resultaron especialmente atractivas en su tiempo. ?Siguen vigentes a¨²n?
R. Hace muy poco, el ministro de Hacienda de ese Gobierno ha dado a conocer cifras que demuestran el fracaso de esta aventura dictatorial. Derroc¨® a un Gobierno legalmente constituido que ten¨ªa abiertas las puertas del cr¨¦dito internacional, unas favorables balanzas comercial y de pagos y un escaso d¨¦ficit presupuestario, veinte veces menor del que ahora padecemos. Y Velasco tom¨® el poder, como le he dicho antes, en virtud de la necesidad de unas determinadas reformas, que luego no se cumplieron. ?Mire usted: la reforma agraria, por ejemplo. Nosotros la hab¨ªamos iniciado con el esp¨ªritu de que se convirtiera en una afirmaci¨®n del principio de la mayor¨ªa beneficiada. Ellos la convirtieron en una reforma de odios y divisiones. No trataban de resolver el problema alimentario del Per¨², sino de echar a los campesinos contra los due?os de las tierras.
P. Pero, ?cu¨¢l es su soluci¨®n?
R. Est¨¢ en toda nuestra actuaci¨®n de Gobierno y a¨²n es aprovechable: el mestizaje de la econom¨ªa. Nuestra realidad es muy distinta a la de los pa¨ªses desarrollados. En la ¨¦poca de los conquistadores, aqu¨ª funcionaba una econom¨ªa no monetaria , que resultaba ¨²til. Creo que es preciso mezclar aquellos arcaicos sistemas intercambistas con las nuevas ideas. Y la teor¨ªa es v¨¢lida, a mi juicio, para muchos pa¨ªses del Tercer Mundo. En el Tercer Mundo (y en Per¨², por supuesto) existe una escasez de dinero y una superabundancia de brazos. Es preciso, pues, contemplar ambas realidades y compensarlas. Es , la econom¨ªa mestiza, tanto como ?mestizo? es el hombre peruano, el arte... En mi partido nos dedicamos a desarrollar esta idea: es preciso llegar a ese pueblo primitivo donde no alcanza la acci¨®n del Estado, Schumaker ha adoptado la teor¨ªa en un libro que se llama Small is beautifull, donde se alaba el proceso de la tecnolog¨ªa intermedia, de la econom¨ªa intermedia. Nada de m¨¢quinas sofisticadas: empleos es lo que se necesita.
R. ?Es aplicable esa teor¨ªa de la ?econom¨ªa mestiza? a nuestro tiempo? ?Puede resolver las tensiones sociales peruanas?
R. No es tanto un problema econ¨®mico como pol¨ªtico. Desde mi punto de vista, esas tensiones deben estar resueltas en el Gobierno local, en el municipio. Es la escuela elemental del civismo, de la pol¨ªtica. Yo lo entend¨ª siempre as¨ª. Durante a?os, los presidentes de Per¨² hab¨ªan usado el privilegio de nombrar a dedo a los alcaldes. Yo renunci¨¦ a esa posibilidad y el mismo d¨ªa de mi toma de posesi¨®n convoqu¨¦ elecciones municipales para el domingo siguiente. Despu¨¦s de esas elecciones, la Acci¨®n Popular se restableci¨®, no como en tiempos de los incas, porque aquello era puro trabajo colectivo, sino por el mestizaje econ¨®mico: trabajo, m¨¢s direcci¨®n, m¨¢s equipamiento, m¨¢s combustible.
P. Pasemos al presente. ,Por qu¨¦ se ha automarginado Acci¨®n Popular del actual proceso electoral?
R. Nos hemos quedado en el tendido, usando un s¨ªmil taurino, porque en los herraderos es mejor quedarse ah¨ª. Como usted ha visto, ¨¦sta es una corrida con doce matadores. ?D¨®nde se ha visto? Yo soy partidario del mano a mano, o, como mucho, de un cartel con tres figuras. En Per¨² est¨¢n disputando doce grupos, seis de los cuales son absolutamente artificiales, prefabricados. Se ha tratado de fomentar la dispersi¨®n. Precisamente por eso, por ser esta la convocatoria a una Asamblea dispersa, centralista y dilatoria, nos hemos abstenido de participar. ?Consideramos que es una Asamblea dilatoria porque entendemos que tiene por objeto postergar las elecciones generales, es decir, la hora de la verdad. Los militares no quieren que llegue esa hora, en que tendr¨¢n que entregar los trastos a un Gobierno democr¨¢tico, que va a tener prensa libre, que va a abrir las ventanas del pa¨ªs y a investigar el pasado. ?
P. Y esa abstenci¨®n, ?les coloca a ustedes en ventaja en las elecciones de 1980?
R. Como no hemos querido cooperar en esta maniobra y vamos a quedar al margen de todo lo que haga la Asamblea, y los pactos a los que ella llegue, apareceremos al final del proceso sin ninguna contaminaci¨®n. Eso nos abre una excelente perspectiva para 1980.
P. Pero, ?es l¨ªcito que un partido importante como el suyo hurte su colaboraci¨®n en algo tan importante como es la elaboraci¨®n de una nueva Constituci¨®n?
R. Mire usted: las cartas magnas de Per¨² han sido doce. Esta va a ser la decimotercera. Y habr¨¢ una decimocuarta de pelo, porque ni siquiera son diferentes.
P. Por los resultados electorales puede comprobarse que en Per¨² existe una izquierda que, aunque fraccionada, tiene peso popular. ?Responde eso a la realidad del pa¨ªs, en su opini¨®n?
R. Es todo muy artificial. Y le pondr¨¦ un ejemplo. La Democracia Cristiana, alineada en estas elecciones en la izquierda, era antes aqu¨ª la extrema derecha. La DC me apoy¨® en las elecciones de 1963, con la condici¨®n de que no hici¨¦ramos ning¨²n pacto con los comunistas. Esa condici¨®n que no tuvimos ninguna dificultad en aceptar, porque jam¨¢s se nos pas¨® por la cabeza pactar con los comunistas, me la impuso el propio Cornejo Ch¨¢vez, que se presenta ahora en el grupo izquierdista. En aquellos tiempos, Cornejo trataba de restarme votos acus¨¢ndome de comunista. De cualquier manera, en las elecciones generales, la izquierda jugar¨¢ un rol importante. Nosotros propugnamos el libre juego democr¨¢tico, por supuesto, y aceptamos la participaci¨®n de los partidos de izquierda.
P. ?Cu¨¢l es la perspectiva pol¨ªtica peruana, de aqu¨ª a 1980?
R. En primer lugar, yo creo que las elecciones no ser¨¢n en 1980, sino el a?o que viene, quiz¨¢ a finales. Si no las convoca el Gobierno, ser¨¢ la propia Asamblea Constituyente quien lo haga. En segundo t¨¦rmino, yo creo que habr¨¢ de llegarse a un amplio acuerdo entre los tres grandes partidos, el APRA, el Partido Popular Cristiano y Acci¨®n Popular, para llegar a una candidatura de unificaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.