La situaci¨®n inadmisible de la econom¨ªa espa?ola
Cuando empez¨® a verse con claridad que una vez m¨¢s las previsiones econ¨®micas sobre la econom¨ªa espa?ola, basadas en. la r¨¢pida improvisaci¨®n y en la nueva pasi¨®n nacional por los cuadros macroecon¨®micos, p¨²blicos y privados, no ten¨ªan ninguna relaci¨®n con la marcha real de la econom¨ªa espa?ola, destac¨® por lo abultado del error lo que el programa de saneamiento y reforma econ¨®mica llamaba ?objetivos respecto al d¨¦ficit exterior?. En aquel programa se dec¨ªa que ?el d¨¦ficit por cuenta corriente... podr¨ªa situarse alrededor de los 2.800 millones de d¨®lares para 1978?. El error de esta prognosis nos lo iban mostrando mes a mes la tendencia de la balanza por cuenta corriente y el consiguiente aumento, continuado y espectacular, en las reservas de divisas.Pronto surgieron sesudas consideraciones, desde la Administraci¨®n y las ¨¢reas gubernamentales, sobre el excesivo caudal de nuestras reservas, y se propusieron soluciones bien intencionadas, o arbitristas, tendentes a solucionar lo que se llamaba el problema de unas reservas excesivas.
En realidad el planteamiento de esta cuesti¨®n no ten¨ªa raz¨®n de ser. Ni las reservas eran, ni son excesivas, ni el endeudamiento exterior constituye ning¨²n problema. El aumento de las reservas es un reflejo de la coherencia interna que, en ¨²ltima instancia y pese a sus deficiencias y apresuramientos, el programa de saneamiento econ¨®mico llevaba en s¨ª.
En efecto, en el documento en que se expon¨ªa el programa de saneamiento y reforma econ¨®mica, al hablar de la pol¨ªtica monetaria, se dec¨ªa que ?la tasa de crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas durante 1978 debe mantenerse al mismo nivel del 17% que se alcanzar¨¢n en diciembre de 1977?. Se dec¨ªa Con raz¨®n ?que dicha tasa es la adecuada a la vista de los objetivos que se pretenden alcanzar y, en especial, a la vista del objetivo de gradual desaceleraci¨®n de los precios - de consumo a lo largo del a?o 1978 ?.
Cambio de estructura de los activos
Por otra parte, en el programa de saneamiento se afirmaba que, como resultado de la devaluaci¨®n, la exportaci¨®n de bienes y servicios deb¨ªa aumentar fuertemente y que las importaciones tender¨ªan a disminuir como resultado del ?menor crecimiento durante 1978 del producto interior bruto?.
Es indudable que todas estas razones apuntaban en una misma direcci¨®n. En realidad el pa¨ªs hab¨ªa elegido un cambio en la estructura de sus activos; es decir, se pasaba de preferir los bienes y servicios a preferir los activos financieros exteriores, situaci¨®n perfectamente coherente con una pol¨ªtica monetaria restrictiva tendente a restablecer el equilibrio de la econom¨ªa espa?ola.
Evidentemente, una pol¨ªtica monetaria restrictiva da lugar al aumento de los activos financieros externos y, si este aumento es excesivo, es indudable que se pone en peligro el mantenimiento de los objetivos de crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas. En tal situaci¨®n, la coherencia interna de las medidas y la lucha contra la inflaci¨®n indudablemente implica, tanto m¨¢s en un sistema por lo menos formalmente de flotamiento libre, un aumento de la cotizaci¨®n de la divisa.
Cuando se presentaron los primeros informes t¨¦cnicos, llenos de sentido com¨²n, surgieron los problemas. En primer lugar aqu¨¦llos reflejaban el hecho que el crecimiento de las reservas era incompatible con el mantenimiento de una tasa de expansi¨®n de las disponibilidades l¨ªquidas del 17%. En efecto, aunque el sector exterior no fue el ¨²nico responsable -el sector p¨²blico fue otro elemento-, el hecho es que el Banco de Espa?a fue perdiendo sus posibilidades de actuaci¨®n en el mantenimiento de las tasas fijadas de crecimiento de las disponibilidades l¨ªquidas y muy pronto la tasa de crecimiento, en aumentos sucesivos, lleg¨® a situarse en torno al 25%. Esto, indudablemente, es una amenaza potencial grav¨ªsima contra la relativa estabilidad de precios trabajosamente conseguida.
La oposici¨®n tautol¨®gica a la revaluaci¨®n
Por razones misteriosas, sectores y voces influyentes se opusieron a una medida l¨®gicamente coherente y casi tautol¨®gica. En efecto, decir que las reservas aumentan necesariamente tienen que implicar, al menos en un marco coherente, la revaluaci¨®n de la divisa del pa¨ªs que se encuentra en tal situaci¨®n.
Aparte de los aspectos m¨¢gicos de considerar improcedente el funcionamiento normal de los mecanismos equilibradores de un sistema econ¨®mico, el argumento fundamental se basa en la protecci¨®n al exportador espa?ol. El Gobierno y algunas voces autorizadas tienen, en sus relaciones con los exportadores, un paternalismo muy parecido al que en ¨¦pocas, ya afortunadamente superadas, algunas marquesas que ejerc¨ªan la caridad ten¨ªan con los necesitados, a los que llamaban ?mis pobres?.
Es indudable, como recientemente ha dicho el profesor Fuentes Quintana, que el pa¨ªs necesitar¨¢ en el futuro fundamentalmente tres cosas ?en los pr¨®ximos diez a?os: exportar, exportar y... exportar?. No hay duda que en este terreno, como ha dicho el profesor Fuentes Quintana, es necesario hacer muchas cosas: ?es posible -m¨¢s a¨²n, necesar¨ªo- revisar a la baja nuestro arancel, cuyo grado de protecci¨®n encarece en exceso las importaciones y lastra la competividad de nuestras exportaciones. Es posible -mejor, imprescindible- liberar nuestras importaciones reduciendo dr¨¢sticamente el comercio globalizado y el comercio de Estado. Es posible -y muy conveniente- permitir la inversi¨®n espa?ola en el extranjero para apoyar el lanzamiento de nuestras exportaciones. Es posible -y oportuno- depurar nuestra pol¨ªtica de fomento de la exportaci¨®n de su vertiente mercantilista y protectora, ajustando las desgravaciones fiscales a la exportaci¨®n y mejorando la regulaci¨®n del tr¨¢fico de perfeccionamiento. Estas medidas deber¨ªan secundarse por una actuaci¨®n sobre la estructura productiva que mejorase su competitividad y, con ello, nuestras exportaciones. Es preciso favorecer aquellas actividades como la agricultura, la industria alimentaria y determinadas producciones industriales en las que nuestra econom¨ªa presenta claras ventajas relativas?. Todo esto es cierto, pero se trata de medidas complementarias y no sustitutivas de la flotaci¨®n al alza de la divisa.
La lucha contra la inflaci¨®n implica la flotaci¨®n libre de la peseta
Todo esto es necesario e importante, aunque cabr¨ªa preguntarse por qu¨¦ no se ha hecho ya. Pero en cualquier caso, el programa de saneamiento econ¨®mico, la lucha contra la inflaci¨®n implican la flotaci¨®n libre de la peseta. En funci¨®n de la situaci¨®n interna de nuestra econom¨ªa el d¨®lar podr¨¢ llegar a valer, en un minuto indeterminado de una hora indeterminada, de un d¨ªa indeterminado, cincuenta pesetas o cien pesetas, esto es cierto. Esta situaci¨®n nos librar¨ªa, por lo menos, de asistir al espect¨¢culo penoso de la aparici¨®n del dignatario de turno que con dolor o alegr¨ªa nos anunciar¨¢ en el prirner caso una nueva devaluaci¨®n -que puede estar m¨¢s cerca de lo previsto si se pierde la coherencia interna de las medidas- o anunciarnos con alegr¨ªa que tenemos una peseta s¨®lida. Una de las -divisas m¨¢s s¨®lidas del mundo.
Las incidencias que una flotaci¨®n libre de la peseta pueda tener sobre la estructura productiva siempre ser¨¢n positivas, puesto que los ajustes lo realizar¨¢n los que tienen en sus manos el futuro de sus empresas. Por otra parte, una flotaci¨®n libre de la peseta puede implicar variaciones al alza en su flotaci¨®n, pero ¨¦stas ser¨ªan siempre limitadas. Sin paternalismos creemos que los exportadores espa?oles pueden enfrentarse a la nueva situaci¨®n. Ahora bien, aqu¨¦llos que por comodidad o porque realmente no pueden exportar deben buscar otro sector para sus actividades donde quiz¨¢ rindiesen mejores servicios al pa¨ªs y comprometiesen menos nuestro futuro econ¨®mico. Las medidas del profesor Fuentes Quintana son ?mportant¨ªsimas para reestructurar el sector exportador espa?ol, pero tambi¨¦n es cierto que ayudar al sector de la exportaci¨®n no puede consistir en regalar rentas no ganadas a aqu¨¦llos que s¨®lo pueden exportar con un tipo de cambio que no corresponde a la situaci¨®n de equilibrio de la econom¨ªa espa?ola y que, de hecho, acent¨²a los desequilibrios.
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