La segunda corrida de Pamplona acab¨® en altercado de orden p¨²blico

Tres toros hab¨ªan sido devueltos al corral. La corrida iba larga, y apenas tuvo argumento, hasta que en ¨²ltimo lugar sali¨® un guardiola de mucho sentido, con el que se jug¨® la vida Jos¨¦ Luis Palomar y lo mat¨® de un volapi¨¦ impecable y emocionante. Pero de nada le vali¨® la hombrada, porque no le hab¨ªan hecho ni caso desde esos tendidos que dan fuerza y categor¨ªa al espect¨¢culo en Pamplona, que son los que ocupan las pe?as. All¨ª no habla m¨¢s que jolgorio. Cuanto m¨¢s duraba la corrida, m¨¢s botellas de champ¨¢n se abr¨ªan, y todo eran canciones, baile y bullicio.

Rod¨® el toro y saltaron entonces al ruedo numerosos mozos hasta ocuparlo por completo. Varias docenas de ellos llevaban una enorme pancarta verde, quiz¨¢ de veinte metros, que dec¨ªa: ?Amnist¨ªa total -presoak kalera- San Ferm¨ªn sin presos.?La aparici¨®n de la pancarta desat¨® una furiosa divisi¨®n de opiniones y un fuerte altercado de orden p¨²blico que degener¨® en una batalla campal en la ciudad,

La corrida

Los toros de Ferm¨ªn Boh¨®rquez que se hab¨ªan lidiado en la corrida, todos de gran trap¨ªo, muy bien armados y serios, cumplieron con los caballos Y fueron distra¨ªdos para la muleta. D¨¢maso Gonz¨¢lez estuvo con ellos pesado y sin ideas. Antonio Jos¨¦ Gal¨¢n se puso a pegar chicuelinas como un desconsido nada m¨¢s aparecer el segundo, por lo que le aclamaron los mozos, pero luego se pas¨® en su histri¨®nico toreo y en sus continuos gestos para .adular a las pe?as, que se dieron cuenta del timo y acabaron por no hacerle ni caso. Palomar no pudo con el tercero, que punteaba, aunque le dio una larga cambiada y unos meritorios pases de rodillas. Al sexto, un guardiola de respeto que ten¨ªa genio y peligro, lo dobl¨® con maestr¨ªa, ganando terreno a los medios y le hizo una faena importante sobre la derecha -cada muletazao era un ?ay! de aungustia-, que, ya lo dec¨ªamos antes, pas¨® inadvertida.

El tercero hab¨ªa sal¨ªdo con un pit¨®n colgando y fue devuelto al corral. Se corri¨® el turno, por lo que el sobrero se lidi¨® en sexto lugar. Al quinto, muy cojo, lo echaron para atr¨¢s tambi¨¦n y sali¨® a continuaci¨®n un toro terciado de Beca Belmonte, sobre el que las pe?as lanzaron una impresionante lluvia de almohadillas, hielo y pan a causa de su trap¨ªo discutible, pero sobre todo, porque se puso a husmear la, arena como manso que era. En su lugar apareci¨® un ejemplar de P¨¦rez Angoso, manso tambi¨¦n y con peligro, al que se quit¨® Gal¨¢n de en medio con brevedad.

La irritaci¨®n de los ¨¢nimos acaso empez¨® aqu¨ª, en la bulla y las protestas por los toros devueltos al corral. Pero de esto no ten¨ªa la culpa nadie, si bien, a decir verdad, el perezangoso debi¨® lidiarse, porque era correcto de presencia y la condici¨®n de manso no es motivo para sustituir a toro alguno. Los mansos tienen su lidia, y el reglamento proh¨ªbe que se rechacen. Pero a ver qui¨¦n era capaz ayer en Pampiona de convencer a nadie con estos argumentos o hacerlos prevalecer desde el palco tal como estaba el ambiente.