Espa?a y las Comunidades Europeas
Secretario general para las relaciones con la CEE
Nuestro proceso de adhesi¨®n a las Comunidades Europeas es contemplado, con frecuencia, desde una lejan¨ªa no exenta de esceptic¨ªsmo. Hay razones para ello. Durante buena parte de los ¨²ltimos veinte a?os la idea de Europa fue, para una buena parte de los defensores de un modelo de sociedad democr¨¢tica y socialmente avanzada, una especie de refugio frente a una realidad pr¨®xima de caracter¨ªsticas bien diferentes. De esta forma, la defensa de nuestra integraci¨®n en Europa encubr¨ªa una actitud democr¨¢tica que resultaba dif¨ªcil canalizar por otras v¨ªas.
Recuperada ahora para nuestro pa¨ªs la democracia, el ideal europeo como s¨ªmbolo de una toma de posici¨®n pol¨ªtica pierde buena parte de su vigor ideol¨®gico y existir¨ªa el riesgo de dejarse llevar por una inercia de corte tecnocr¨¢tico, que redujera nuestro proceso de integraci¨®n a las Comunidades Europeas a meras f¨®rmulas de laboratorio desconectadas de la realidad de un proceso al que hay que devolver ilusi¨®n, transparencia y, sobre todo, rigor.
Esta, y no otra, es la actitud global con que el ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas y su equipo interpretan el sentido de su acci¨®n.
La nueva fase que se abre el pasado verano con la solicitud por Espa?a de adhesi¨®n a las Comunidades coincide con la culminaci¨®n, en las elecciones de junio, de una primera fase de democratizaci¨®n profunda de la vida espa?ola. Esta recuperaci¨®n democr¨¢tica nos legitima para iniciar la nueva fase de relaciones con las Comunidades desde una perspectiva de naturaleza esencialmente distinta a planteamientos anteriores.
Ahora bien, el hecho de que haya podido recuperarse una cierta manera diferente de concebir el proceso que lleva a la adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades Europeas obliga tambi¨¦n a reenfocar los an¨¢lisis t¨¦cnicos que sustentan el proceso hacia una nueva direcci¨®n. Las claves podr¨ªan ser ahora cuatro: anticipaci¨®n, transparencia, participaci¨®n e imaginaci¨®n. Deteng¨¢monos en cada una de ellas.
1 . Anticipaci¨®n. A fines del pasado mes de mayo Espa?a entregaba a la Comisi¨®n de las Comunidades las respuestas al cuestionario que se nos hab¨ªa formulado como requisito previo a la elaboraci¨®n del dictamen que abrir¨¢ las negociaciones. Este dictamen va orientado a identificar los problemas -y, en su caso, proponer posibles soluciones que causar¨¢ a la Comunidad y a Espa?a nuestra integraci¨®n.
Ahora bien, la Comisi¨®n no tiene por qu¨¦ protagonizar este proceso, sino que es indispensable, y aqu¨ª radica una de las razones de la anticipaci¨®n, que desde ahora se resuman en nuestro pa¨ªs los estudios existentes para permitir un avance al encuentro de soluciones para los sectores productivos que se ver¨¢n afectados por la adhesi¨®n, de modo que ¨¦stas no surjan precipitadamente, como resultado de las exigencias de la negociaci¨®n, sino que se preparen, en un marco participativo, con la antelaci¨®n suficiente.
Anticipaci¨®n, pues, en el an¨¢lisis de los problemas y en las propuestas de soluci¨®n para los mismos.
2. Transparencia. Los partidos pol¨ªticos con representaci¨®n parlamentaria respaldan, de forma inequ¨ªvoca, nuestra integraci¨®n en las Comunidades Europeas. Esto es para los responsables de dirigir en un momento concreto este proceso, al mismo tiempo un est¨ªmulo y una exigencia que se interpretan en el sentido de conducir todas las fases que llevan hasta la adhesi¨®n: preparaci¨®n de las negociaciones, negociaciones y firma y ratificaci¨®n de los tratados con una absoluta transparencia. Cuando un proceso de esta importancia se conduce con una idea clara del inter¨¦s nacional no hay, ni debe haber, nada que ocultar, ni ante los partidos pol¨ªticos ni ante las fuerzas sociales ni, por supuesto, ante la opini¨®n p¨²blica.
Segunda idea, pues: transparencia que deber¨¢ ejercerse mediante una informaci¨®n permanente a las Cortes, a la representaci¨®n de las fuerzas sociales y a los medios de difusi¨®n.
3. Participaci¨®n. La integraci¨®n de Espa?a a las Comunidades Europeas ha de tener una influencia notable en los distintos sectores del pa¨ªs. Si quisi¨¦ramos aplicar aqu¨ª esta m¨¢xima de claridad que defend¨ªamos en el apartado anterior, habr¨ªa que decir desde ahora que la adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades implicar¨¢ esfuerzos y sacrificios para algunos de nuestros sectores productivos.
Pues bien, no se pueden solicitar estos esfuerzos si no es en un marco que permita a. los sectores afectados participar, desde ahora, en el an¨¢lisis de sus problemas y en la elaboraci¨®n de f¨®rmulas que puedan resolverlos. Los estudios t¨¦cnicos no deben realizarse ¨²nicamente en los despachos de la Administraci¨®n, sino que deben ir al encuentro con las realidades sociales que hay detr¨¢s de los procesos que se trata de analizar.
4. Imaginaci¨®n. Es urgente incorporar la imaginaci¨®n al marco de esta gran fase que consiste en preparar nuestra adhesi¨®n a las Comunidades Europeas. Si de algo han carecido enfoques anteriores -obviamente condicionados por razones pol¨ªticas- ha sido de una imaginaci¨®n que permitiera dinamizar las l¨ªneas convergentes, Espa?a-Comunidades Europeas, para intuir el posible punto de encuentro.
La Comunidad se encuentra hoy en un proceso de cambio que es preciso explorar con detenimiento: ?Cual ser¨¢ la evoluci¨®n hacia la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria? ?Qu¨¦ nuevas pol¨ªticas (industrial, agr¨ªcola) se definir¨¢n para hacer frente a los desaf¨ªos de este ¨²ltimo cuarto del siglo XX? ?Con qu¨¦ instrumentos se profundizar¨¢ en la armonizaci¨®n para llegar a la uni¨®n pol¨ªtica? Si este tipo de an¨¢lisis no se lleva a cabo corremos el riesgo de prepararnos para la integraci¨®n en una Europa distinta a la que, en su d¨ªa, vayamos efectivamente a encontrar.
La imaginaci¨®n, como es obvio, no se agota en la din¨¢mica comunitaria, sino que debe aplicarse tambi¨¦n al examen de las condiciones de nuestro desarrollo econ¨®mico durante las pr¨®ximas d¨¦cadas. Desde esta ¨®ptica podr¨ªa llegarse, tal vez, a una conclusi¨®n esperanzadora: buena parte de los ajustes necesarios para nuestra integraci¨®n en Europa son ajustes hacia una econom¨ªa liberal, moderna y socialmente avanzada que Espa?a estar¨ªa llamada a conseguir, en cualquier caso, con independencia de las negociaciones con la Comunidad, pudiendo afirmarse en este sentido que no hay aspectos en el proceso negociador que puedan alejamos de una defensa clara e inequ¨ªvoca del inter¨¦s nacional.
Estos son, a mi juicio, algunos de los factores que pueden hacernos salir de esa lejan¨ªa esc¨¦ptica que mencionaba al comienzo de estas l¨ªneas, convirtiendo nuestra aventura europea en un proceso que es necesario abordar con ilusi¨®n y con realismo, pero sin manifestaciones triunfalistas que oculten al pa¨ªs la realidad de un proceso que requiere una larga paciencia y un esfuerzo cotidiano.
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