Pa¨ªs Vasco: licencia para matar
LOS HECHOS han venido a demostrar dos cosas: primera, que la represi¨®n, por s¨ª sola, no resuelve nada en el Pa¨ªs Vasco, antes bien tiende a empeorar las cosas. Segunda, que la represi¨®n indiscriminada es la m¨¢s clara de las provocaciones. La cadena de asesinatos de la ¨²ltima semana y los violentos incidentes de Pamplona as¨ª lo ponen de relieve.Respecto a la oleada de atentados, es visible que el terrorismo de la extrema derecha ha respondido con la virulencia previsible al de ETA. Hay que preguntarse si no tienen a la larga id¨¦ntico origen y finalidad. La ley antiterrorista, cuya virtualidad apreciamos en estas mismas paginas, ha demostrado ya la conocida ineficacia que todas las leyes antiterroristas del mundo tienen. El problema en el Pa¨ªs Vasco es pol¨ªtico y s¨®lo medidas pol¨ªticas podr¨¢n curar las llagas con la ayuda adicional del tiempo.
La polic¨ªa y la Guardia Civil act¨²an en el Pa¨ªs Vasco sin cobertura social alguna. Jam¨¢s hay testigos, pistas ni confidencias. El pueblo vasco, atemorizado sin duda por la amenaza terrorista, no lo est¨¢ menos por la amenaza policial. No se trata s¨®lo del recuerdo de la actividad de la fuerza p¨²blica durante el antiguo r¨¦gimen, que emple¨® la tortura como sistema habitual de trabajo. Tampoco el que muchos de los profesionales de estos m¨¦todos sigan al frente de la polic¨ªa del se?or Mart¨ªn Villa. Es sobre todo la imagen, no borrada por quienes debieran hacerlo, de esa especie de hero¨ªsmo vasco con que todav¨ªa se rodea a los j¨®venes etarras. Las fuerzas pol¨ªticas nacionalistas y concretamente el PNV con sus ambig¨¹edades y sus vacilaciones, han hecho posible que muchos vascos no distingan hoy las hondas diferencias que separan la lucha armada contra la dictadura de la lucha armada contra la democracia.
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El mantenimiento del Gobierno vasco en el exilio no resulta as¨ª solamente una bufonada pol¨ªtica, sino un delito, de esa traici¨®n contra las instituciones democr¨¢ticas que se quieren levantar en este pa¨ªs. Si el PNV y el resto de las fuerzas pol¨ªticas vascas no se esfuerzan, sin temor a perder votos, por aislar social y pol¨ªticamente a ETA, ETA seguir¨¢ existiendo con la complicidad pasiva de un sector no desde?ado de la poblaci¨®n. Y no hay Guardia Civil que pueda contra eso.
Merece la pena se?alar tambi¨¦n el tanto de culpa que a la Iglesia Cat¨®lica le incumbe en este planteamiento. La actitud del clero vasco es cuando menos comparable a la del PNV, en su tibieza a la hora de condenar todas las violencias de manera casi indiscriminada; cuando la violencia institucional de un r¨¦gimen democr¨¢tico no es nunca equiparable a la de la dictadura. Fundamentalmente porque aqu¨¦lla posee o debe poseer controles objetivos y la de los totalitarismos no; y porque una defiende un sistema de vida de libertades personales y p¨²blicas y la de la dictadura era la violencia defensora de privilegios, intereses, e injusticias. Pero la Iglesia vasca, tan ferviente defensora de los derechos humanos en los ¨²ltimos tiempos del r¨¦gimen, que el catolicismo espa?ol ayud¨® a engenderar con el nombre de franquismo, se muestra hoy nuevamente ambigua e indecisa frente al fen¨®meno terrorista.
Mientras tanto, la polic¨ªa suma error tras error. Por un lado se muestra incapaz de la represi¨®n de la delincuencia y por el otro es cada d¨ªa mayor el n¨²mero de v¨ªctimas inocentes que caen bajo sus disparos. Resulta inconcebible que todav¨ªa a estas alturas pueda nadie saltarse por error un control policial, y sin embargo es as¨ª, sin duda porque los controles est¨¢n mal situados. Resulta inadmisible que no sean procesados y castigados aquellos miembros de las fuerzas del orden que se cobran vidas de indefensos ciudadanos por error. Uno puede morir hoy en el Pa¨ªs Vasco de arma de bala en la seguridad de que nadie sabr¨¢ nunca qui¨¦n le mat¨®; ni c¨®mo se llamaba quien dio la orden de disparar o por qu¨¦ se hizo. Mantener esta situaci¨®n de impunidad en la actuaci¨®n policial es relegar a ¨¦sta a la ley del Oeste. En el Pa¨ªs Vasco los polic¨ªas no pueden estar ante los terroristas s¨®lo a ver qui¨¦n dispara primero.
Y no es ¨²nicamente el ministro del Interior quien debe dar explicaciones al respecto. Parad¨®jica y tragic¨®micamente tambi¨¦n el del Exterior. ETA sigue teniendo sus bases log¨ªsticas y de armamento en el sur de Francia. Sin duda por no trasladar los problemas vascos espa?oles al Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, la gendarmer¨ªa no ejerce la debida acci¨®n policial contra aquellos ciudadanos espa?oles que residen ilegalmente en ese pa¨ªs, portan armas y realizan actos terroristas de manera sorprendente y un tanto preocupante s¨®lo contra otros espa?oles. Pese a las declaraciones oficiales, la cooperaci¨®n gala en este terreno brilla por su ausencia y don Marcelino Oreja deber¨ªa apuntarlo as¨ª a la hora de las celebraciones por la visita del presidente Giscard.
Pero si cuanto hemos dicho es el corolario de los atentados contra las personas que se suceden en el Pa¨ªs Vasco, vale la pena una reflexi¨®n sobre los sucesos de Pamplona, ocasionadas en gran parte por la propia Fuerza P¨²blica. Nuevamente la exigencia de responsabilidades aqu¨ª debe sobrepasar el nivel de las palabras.
Nadie podr¨¢ devolver la vida al joven Germ¨¢n Rodr¨ªguez, pero alguien debe intentar devolver a los pamplonicas la confianza en sus autoridades. Eso s¨®lo puede hacerse si se explica qui¨¦n mand¨® disparar a los guardias, qui¨¦nes dispararon, si fueron s¨®lo ellos, y qu¨¦ ha de hacerse con el brillante oficial que mand¨® las tropas antidisturbios junto a la plaza de toros de tal modo que logr¨® metamorfosearlas en tropas pro disturbios. La situaci¨®n ha llegado a ser tal que los ciudadanos tienen que defenderse ahora tanto de los guardias como de los alborotadores y encima el gobernador civil de la provincia declara que desde luego fue un error la actuaci¨®n de las fuerzas en la plaza de toros. Se?or gobernador civil de la UCD: los errores se pagan siempre en pol¨ªtica. Los errores que cuestan vidas humanas se pagan ante los jueces.
Desgraciadamente el nivel de confianza que el Gobierno es capaz de generar en estos asuntos es ya tan bajo, que escribimos todo esto en la convicci¨®n de que ninguna de las interrogantes ser¨¢ contestada, y que las protestas pol¨ªticas ser¨¢n s¨®lo eso: voces que lleva el viento. En el Pa¨ªs Vasco existe todav¨ªa la licencia para matar.
Mientras tanto, el propio Pa¨ªs Vasco se empobrece en poblaci¨®n y en renta per c¨¢pita. El dinero huye hacia Venezuela o hacia otros lugares de la Pen¨ªnsula, el turismo desaparece, y el paro aumenta alarmantemente.
La extrema derecha, en modo alguno ajena a muchos de los disturbios que se originan, aprovecha para reclamar a voces la ca¨ªda del Gobierno y proponer las soluciones cl¨¢sicas del franquismo (?Fusilarlos a todos?). Y el espa?ol medio se queda absorto e interrogante ?Cu¨¢ntos espa?oles m¨¢s tendr¨¢n que morir para que el se?or Mart¨ªn Villa acometa la reorganizaci¨®n en profundidad de los mandos policiales? ?Cu¨¢ntos para que los se?ores gobernadores civiles se decidan a poner los controles en las carreteras que gobiernan de tal manera que resulte imposible salt¨¢rselos por error? ?Cu¨¢ntos para que la derecha nacionalista y el clero recalcitrante abandonen su pol¨ªtica subversiva de pa?os calientes y golpes de pecho? ?Cu¨¢ntos para que el Gobierno reconozca que el problema auton¨®mico vasco no tiene comparaci¨®n con las aspiraciones de otras regiones espa?olas y que la pol¨ªtica del se?or Clavero ser¨ªa rid¨ªcula si no hubiera desembocado en lo tr¨¢gico? ?Cu¨¢nto, en fin, para que los ciudadanos se sientan protegidos por las fuerzas de orden p¨²blico y representados por las autoridades?
Ante el Gobierno y las fuerzas pol¨ªticas se alza un enorme desaf¨ªo del que depende la salvaci¨®n del R¨¦gimen. ?Aprender¨¢n por fin que la pol¨ªtica no es s¨®lo una cuesti¨®n de decretos leyes?
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