Alemania intentar¨¢ sacar partido de la debilidad de Carter
, Pocas horas antes de la llegada del presidente Carter a Bonn, para realizar una visita oficial a la RFA y tomar parte en la cumbre de los siete superricos del mundo occidental, en la capital alemana, se interpreta como inquietante el anuncio de la Casa Blanca sobre la postura que adoptar¨¢ Carter en la reuni¨®n.
El presidente tratar¨¢ de tomar la iniciativa y fijar condiciones a los otros seis delegados. Carter acude con las manos vac¨ªas, con el prestigio personal muy mermado en su pa¨ªs, pendiente de que el Senado norteamericano le otorgue esta misma semana un cierto respaldo a su paquete sobre ahorro energ¨¦tico, presentado por el presidente hace 18 meses, pero con todo Carter parece dispuesto a intervenir como ?segunda opci¨®n? frente al t¨¢ndem Bonn-Tokyo-Par¨ªs.El canciller Schmidt, que nunca ha demostrado gran simpat¨ªa hacia el presidente norteamericano, ni personal ni pol¨ªtica, ha recalcado que el ¨¦xito de la conferencia de los ?supergrandes? depender¨¢ de tres condiciones: reducci¨®n de consumo e importaci¨®n de petr¨®leo por Norteam¨¦rica, renuncia de este pa¨ªs a imponer barreras a sus importaciones para facilitar un resultado positivo en la Ronda de Tokio y normalizaci¨®n de la oferta de Estados Unidos de uranio enriquecido al mercado internacional. Por su parte, la RFA estima que ha hecho suficiente por la estabilizaci¨®n econ¨®mica mundial al haber puesto en marcha una docena de programas coyunturale (por 50.000 millones de marcos) para la normalizaci¨®n de la posici¨®n alemana en ¨¦l contexto internacional; el haber contra¨ªdo una deuda p¨²blica de 100.000 millones; y el haber aceptado una revaluaci¨®n efectiva del marco de hasta un 45%. Todo ello desde la crisis del petr¨®leo de 1973.
Los dem¨¢s temas de di¨¢logo entre canciller y presidente en las dos horas escasas de conversaci¨®n que mantendr¨¢n antes de la cumbre econ¨®mica mundial. quedan en segundo plano: Me dio Oriente, Africa, Relaciones Este-Oeste, desarme y derechos humanos en el bloque oriental. La Propia cumbre de Bonn no reviste, para el canciller, el car¨¢cter de panacea. Seg¨²n ha declarado al Financial Times hay que pensar sin m¨¢s que, al menos, esta vez podr¨¢ lograrse afirmar el efecto de las tres reuniones similares anteriores que, como poco, significaron librar al mundo de una crisis econ¨®mica mucho m¨¢s aguda de la que padece.
Entre Schmidt y Carter hay a¨²n una zona oscura que no facilitar¨¢ una aproximaci¨®n: el canciller alem¨¢n no se recat¨® en apoyar durante la campa?a electoral de Carter a su rival Ford. Luego siguieron otros temas conflictivos: armas neutr¨®nicas, acuerdo at¨®mico germano-brasile?o, inoperancia americana respecto del d¨®lar, inflaci¨®n en Estados Unidos, debilidad de Carter en el mando de la naci¨®n. Schmidt no se ha recatado de atribuir p¨²blicamente a Carter una clara proclividad hacia el show.
Todo ello hace que canciller y presidente no sean precisamente personas que tiendan a aproximar pol¨ªticas en base a una simpat¨ªa mutua. Seg¨²n medios oficiosos, Schmidt ha declinado una sugerencia para invitar al presidente norteamericano a su casa de Hamburgo, como ocurri¨® en los casos de Breznev y el presidente Giscard. Durante tres d¨ªas antes de la cumbre de Bonn, el presidente Carter deber¨¢ limitarse a ir de un lado para otro dispuesto a sentar plaza en la RFA. El calendario, de su visita oficial incluye visitas a los acuarteamientos norteamericanos en Francfort y Wiesbaden y otra a Berl¨ªn, donde se le tiene preparada una simb¨®lica conversaci¨®n con los habitantes de la ciudad y tina inevitable visita al muro.
A diferencia de los otros presidentes norteamericanos que visitaron Bonn, Carter no acude como el vencedor Eisenhower, ni como el eficiente Kennedy, ni siquiera como el campechano Nixon. A la hora de las encuestas. los alemanes no saben qu¨¦ calificativo podr¨ªa caracterizar a Jimmy Carter.
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