Por morir en un ring no recibe indemnizaci¨®n
Unas 2.000 pesetas, aproximadamente, cobrar¨¢n los padres de Salvador Pons por el combate de boxeo en el que, con toda seguridad, seg¨²n los m¨¦dicos, habr¨¢ encontrado la muerte. Ser¨¢ el triste precio de la muerte de un joven boxeador aficionado. La Federaci¨®n Espa?ola, a trav¨¦s de la Mutualidad de Deportistas, establece que sus afiliados, en caso de fallecimiento, percibir¨¢n los gastos de asistencia hospitalaria y funeraria. Las cuarenta pesetas anuales que todo afiliado debe pagar no permiten m¨¢s indemnizaci¨®n en caso de fallecimiento.
?Salvador Pons contin¨²a en situaci¨®n cr¨ªtica. Su evoluci¨®n se sigue considerando irreversible. Sus constantes vitales se deterioran con el tiempo. Presenta apnea, hipotensi¨®n, alteraciones de ritmo cardiaco, midriasis bilateral, arreflexia y arrectividad total. Su electroencefalograma es plano.? Es el parte facultativo de los m¨¦dicos del servicio de reanimaci¨®n del hospital Cl¨ªnico de Valencia.Hace seis meses llegaba a la Federaci¨®n Espa?ola el certificado de aptitud de Salvador Pons. Jos¨¦ Peset, propietario de un gimnasio en Valencia, con cerca de cuarenta a?os dedicado a la preparaci¨®n de j¨®venes boxeadores, firmaba el escrito. Certificaba que Salvador Pons llevaba seis meses de preparaci¨®n, tiempo que consideraba suficiente para disputar su primera pelea. Por eso solicitaba la licencia federativa. La concesi¨®n de la licencia federativa lleva aparejado un reconocimiento m¨¦dico. En esta ocasi¨®n fue realizado por Vicente Roig, m¨¦dico de la Federaci¨®n Valenciana. Se demostr¨® que no hubo inconveniente m¨¦dico alguno para concederle la licencia federativa. Salvador Pons recibi¨® el correspondiente permiso el 19 de mayo. Mes y medio despu¨¦s, el 30 de junio, Salvador Pons hizo su debut box¨ªstico. Se enfrent¨® en Malgret a Juan Torres, que vencer¨ªa por puntos. Quince d¨ªas despu¨¦s se volvieron a enfrentar ambos boxeadores, ahora en Alcira. La suerte de la pelea ha sido un hospital para Salvador Pons y obsesi¨®n de culpabilidad para Jos¨¦ Torres, que necesita calmantes para evitar sus problemas de nervios. Tiene diecinueve a?os, como su rival, y una sola pelea m¨¢s en su historial, que posiblemente concluya as¨ª.
Salvador Pons ya no podr¨¢ trasladarse cada d¨ªa, en su moto, al gimnasio Peset, desde J¨¢tiva a Valencia. Sus ilusiones han quedado rotas en un ring. Apenas 2.000 pesetas es el precio de la muerte, de las que mil corresponden a la dieta establecida para combates de aficionados, y el resto suponen los gastos del p¨²gil. Salvador Pons era uno de los boxeadores suplentes con que cuenta cualquier velada de aficionados. Cuando lleg¨® a la terraza-piscina de Alcira desconoc¨ªa si esa, noche iba a pelear, Ning¨²n boxeador amateur tiene por qu¨¦ figurar en el cartel de la velada. La raz¨®n es sencilla. Al ser aficionado pueden boxear, pero tambi¨¦n negarse a ello, y nadie se lo impedir¨¢. Los boxeadores aficionados no pueden firmar contrato de ninguna clase. Los promotores de estas veladas no pueden hacer negocio y por eso no pueden utilizar m¨¢s que a aficionados. Existen veladas mixtas en las que intervienen profesionales y aficionados. Para su organizaci¨®n se necesita una autorizaci¨®n especial de la Federaci¨®n Espa?ola. Los boxeadores aficionados no cobran un c¨¦ntimo.
Salvador Pons, a pesar de que muera no recibir¨¢ por ello nada de la Mutualidad de Deportistas. Su incapacidad f¨ªsica, si llegase a ese extremo, s¨ª tendr¨ªa precio. Juan Jos¨¦ Rubio Melero pas¨® por el mismo trance. Sus padres solicitaron una indemnizaci¨®n. Todav¨ªa no han recibido contestaci¨®n. No les corresponde con el reglamento en la mano.
Una vez m¨¢s, ante otra tragedia, vuelve el debatido tema del boxeo. Pese a todo, ning¨²n pa¨ªs tiene prohibido el boxeo aficionado. Sus guantes son m¨¢s protectores que los usados por profesionales. El n¨²mero de sus asaltos se reduce a tres. Pese a todo, las tragedias se repiten. Suecia es el ¨²nico pa¨ªs del mundo que obliga a usar cascos protectores a sus aficionados. Espa?a cuenta con cerca de 3.000 licencias federativas de aficionados. Una vez m¨¢s se plantea el dilema: el boxeo se acepta o se proh¨ªbe.
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