El Pimpi, de nuevo director de lidia
Los novillos de Mar¨ªa Marcos se pasaron la tarde berreando y con la boca abierta, y es que el calor no era para menos. Antonio Lozano es un fino torero con muy buen gusto para ejecutar las suertes, a las que imprime un sello agitanado. Sabe estar en la plaza, y esto es importante por inusual. Tore¨® con el capote a sus dos novillos con fino estilo en ver¨®nicas y medias muy templadas. Su primero fue desastrosamente lidiado y tuvo que bregar Lozano para ponerlo en suerte en banderillas, pues el pe¨®n era incapaz. Comenz¨® bien la faena con unos doblones y un pase de pecho hondo, sigui¨® con derechazos, en los que derroch¨® estilo, pero falt¨® un punto de vibraci¨®n. No se acopl¨® por el lado zurzo, y la faena se diluy¨® por falta de mando. Con el cuarto, un precioso retinto y chorreao, tuvo el defecto de torear con la mano alta, labor carente de ligaz¨®n, muy larga; aislado en el conjunto hubo alg¨²n natural largo y templado, la suerte cargada.Vulgar con el capote El V¨ªctor, que larg¨® mucha tela en las ver¨®nicas. Al segundo de la tarde, que empez¨® noble y acab¨® descompuesto, te hizo una faena ligada, con dos tandas de derechazos muy templados, pero sin clase; en algunos tramos pec¨® de encimismo, pero el conjunto fue aseado y valiente. Muy valiente en el quinto, que lleg¨® a la muleta incierto y distra¨ªdo, El V¨ªctor con este novillo se la jug¨® con denuedo, aguant¨® tarascadas y sac¨® pases de mucho m¨¦rito por la exposici¨®n en casi todos los terrenos de la plaza.
Plaza de las Ventas
Cinco novillos de Mar¨ªn Marcos y uno de Garc¨ªa Romero, que se lidi¨® en sexto lugar. Terciados los tres primeros; muy serios cuarto y quinto as¨ª como el de Garc¨ªa Romero. Todos mansos y berreones. El tercero tom¨® dos varas muy bien, para dolerse luego; todos con problemas, excepto dicho tercero, noble. El garciarromero sali¨® congestionado del caballo y tuvo mucho peligro. Antonio Lozano: silencio. Pitos. El V¨ªctor: silencio, palmas y saludos. Enrique Marciel: palmas y pitos y silencio. Rafael Caricol salud¨® montera en mano tras dos buenos pares al quinto. Jos¨¦ Luis Llorente puso dos buenas varas al tercero.
El debutante Enrique Marciel, muy flojo y desgarbadillo con la capa, se mostr¨® enterado y con oficio con la muleta. Al tercero, el ¨²nico claro de la tarde, Marciel le hiz¨® una faena larga en la que se acopl¨® pocas veces; hubo alguna serie entonadilla sobre la diestra, pero la labor general fue anodina. El sexto, un garciarromero con trap¨ªo de toro, muy manso y corret¨®n, se accident¨® al tomar cuatro tremendas varas; con gran peligro se lanz¨® sobre el debutante, que se le quit¨® de encima con habilidad. Cuando se tem¨ªa lo peor, el bicho cay¨® al suelo muy da?ado, y Marciel s¨®lo tuvo que aplicarle la eutanasia. El Pimpi volvi¨® a ejercer de director de lidia, sin que nadie pusiera coto a sus desmanes. Esperamos que de una vez la autoridad tome cartas en el asunto, que ya pasa de casta?o oscuro.
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