Campanas lejanas
Dice Hemingway en uno de sus libros: ?Una guerra es algo que nadie quiere perderse.? Evidentemente, no hablaba de las guerras cinematogr¨¢ficas, pues esta versi¨®n de su famosa novela recuerda m¨¢s a Carmen, de Merim¨¦e, que a la Espa?a de nuestra ¨²ltima contienda. Hay aqu¨ª gitanos, cojos, sordos, borrachos y toreros disfrazados de esforzados guerrilleros en torno a un extranjero que acaba enamor¨¢ndose de la joven protagonista espa?ola, entre atisbos de matriarcado y sentencias tomadas de nuestro ilustre refranero.De cuando en cuando la guerra asoma, pero ni se llega a saber claramente por qui¨¦n doblan las campanas, ni por qu¨¦, ni c¨®mo, reducido todo fundamentalmente a tina historia de amor y otra historia de c¨®mo se debe o no volar un puente. Pues si en Adi¨®s a las armas, aun con final totalmente Opuesto de abandono y renuncia, el mismo esquema elemental de amor y aventura, sumados al riesgo al servicio de una causa noble, inclu¨ªa momentos de gran altura, como la retirada de Caporetto, aqu¨ª, la historia se reduce a un pretexto para que ambos protagonistas exhiban ciertas dotes dram¨¢ticas, basadas sobre todo en su bien conocida y exaltada fotogenia..
Por qui¨¦n doblan las campanas
Seg¨²n la novela de Ernest Hemingway.Direcci¨®n: Sam Wood. Int¨¦rpretes: Gary Cooper, Ingrid Bergman, A kim Tamiroff, Josef Calleia, Arturo de C¨®rdoba. Dram¨¢tica. EEUU. 1943. Local de estreno: Cine Bulevard
Hemingway quiso dar su visi¨®n de la guerra de Espa?a a trav¨¦s de un acontecimiento limitado, que en su escasa importancia viniera a resultar como un s¨ªmbolo de todo cuanto se hallaba en juego. La llev¨® a cabo con una t¨¦cnica genuina en ¨¦l, mezclando cierta dosis de honradez sentimental con elementos pintorescos en los que nunca se llegar¨¢ a saber si realmente cre¨ªa o si, por el contrario, se serv¨ªa de ellos como del amor, siempre en primera l¨ªnea en sus relatos. Quiz¨¢ ¨¦l ve¨ªa a Espa?a tal como la describ¨ªa, o puede que la creara as¨ª para los dem¨¢s y a fuerza de repetirla acabara, como tantos, por tomarla en serio.
De todos modos, este pa¨ªs simp¨¢tico, generoso y violento, ?alegre y sangriento como un buen cirujano?, le llevar¨ªa, desde Fiesta hasta Muerte en la tarde, a las puertas doradas del Premio Nobel.
La novela, es decir, la guerra de Hemingway, particular como todas las que vivi¨® o describi¨®, ofrec¨ªa en el libro mucho m¨¢s al lector de lo que su versi¨®n cinematogr¨¢fica nos ofrece, versi¨®n que apenas llega a emocionarnos a trav¨¦s de sus colores animados y su retraso evidente.
Es preciso reconocer que en lo que a cine de ficci¨®n se refiere, la guerra nuestra no ha tenido demasiada suerte. Si se recuerda Paisa o La batalla de Argel, como ejemplos cl¨¢sicos o recientes, se llega a la conclusi¨®n de que este filme que ahora nos llega, salvo muy contados momentos y cierta buena voluntad, debe incluirse en el censo de bajas cinematogr¨¢ficas a contabilizar en nuestra ¨²ltima contienda, cuya mejor interpretaci¨®n literaria sigue siendo, a pesar del tiempo y los autores que en ella se inspiraron, Requiem por un campesino espa?ol, del tambi¨¦n espa?ol Ram¨®n J. Sender.
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