?Uni¨®n Pac¨ªfico?, Madrid-Algeciras
El pasado domingo, d¨ªa 16, despu¨¦s de una tarde muy calurosa en Madrid, sub¨ª, en la estaci¨®n de Atocha, a mi departamento en el expreso de Algeciras (cama 71 del coche 042). La refrigeraci¨®n no funcionaba, tuve que dormir con la ventana abierta, pero confieso que dorm¨ª bastante bien, a pesar del calor sofocante, porque el silencio era absoluto.Cuando me despert¨¦, comprend¨ª la raz¨®n de este silencio. Llev¨¢bamos m¨¢s de cinco horas detenidos en la estaci¨®n de Linares-Baeza.
La causa de la detenci¨®n era la rotura de una catenaria del tendido el¨¦ctrico. Deb¨ªamos esperar su reparaci¨®n.
Cuando yo pregunt¨¦ a un empleado de Renfe si en casos como ¨¦ste no pod¨ªa utilizarse una locomotora diesel para arrastrar el tren hasta una estaci¨®n pr¨®xima y all¨ª volver a utilizar la tracci¨®n el¨¦ctrica, me dijo que eso era lo habitual y que hac¨ªa unas horas que hab¨ªa llegado una locomotora diesel, pero que poco despu¨¦s de nuestro tren hab¨ªa llegado otro en el que viajaba un ministro y le hab¨ªan asignado a dicho tren la locomotora diesel, de la cual no volvimos a tener noticias.
Pens¨¦, primeramente, que la preferencia concedida al ministro se deb¨ªa a una peculiar interpretaci¨®n de Renfe acerca de la democracia, pero cuando le¨ª en los peri¨®dicos del d¨ªa siguiente que no se trataba de un ministro cualquiera, sino, precisamente, del ministro deTransportes y Comunicaciones, que iba a inaugurar la electrificaci¨®n de la l¨ªnea C¨¢diz-Huelva y a solucionar todos los problemas de los transportes en Andaluc¨ªa (al menos eso dijo en sus discursos), comprend¨ª todo. La Renfe se hab¨ªa pasado en su af¨¢n de servicio
Como el calor era sofocante (48? a la sombra, fuera del tren) decid¨ª romper con todos los convencionalismos, y me puse el traje de ba?o.
Mientras yo iba reflexionando en la forma de recuperar las siete horas de retraso que llev¨¢bamos (ser¨ªan las 3 de la tarde) fui tra¨ªdo a la realidad al sentir un fuerte ruido seguido de grandes balanceos de mi vag¨®n. ?Hemos descarrilado?, pens¨¦... y acert¨¦.
?Qu¨¦ hab¨ªa pasado? Que ?las calores?, como dicen por aquellas tierras, hab¨ªan deformado los carriles. Aunque el descarrilamiento no lleg¨® a consumarse, ya que, en caso de hacerlo, habr¨ªamos tomado el ba?o ?con el tren puesto? y posiblemente yo no habr¨ªa podido escribir esta carta, la realidad es que los topes de unos vagones se engancharon con los de otros, de tal forma que tuvimos que seguir hasta la pr¨®xima estaci¨®n (Cortes de la Frontera) a paso de hombre.
Hubo algunos desvanecimientos por causa del excesivo calor. All¨ª desengancharon y dejaron en v¨ªa muerta algunos vagones, entre ellos los del servicio de ?autotren?.
Cuan o ¨ªbamos acerc¨¢ndonos hacia Algeciras (yo todav¨ªa en traje de ba?o) me puse a pensar que todo aquello me recordaba las pel¨ªculas del oeste y concretamente una extraordinaria: ?Uni¨®n Pac¨ªfico?. Pero en las pel¨ªculas del Oeste hay buenos y malos. En, aqu¨¦lla los buenos pretend¨ªan terminar el ferrocarril y llegar hasta el Pac¨ªfico. Los malos trataban de impedirlo. En nuestro caso los buenos eran el se?or ministro de Transportes y sus acompa?antes, muchos de los cuales no llegaron a tiempo para aplaudir los discursos del se?or ministro, porque los trenes en que viajaban, tuvieron tambi¨¦n que detenerse en Linares-Baeza y no pudieron disponer de locomotora diesel.
Pero, ?qui¨¦nes eran los malos? Seguramente ser¨ªan los GRAPO, la extrema derecha, el MAPAIAC, la ETA, etc¨¦tera, que sin duda cortaron la catenaria y calentaron los carriles con un soplete, ¨²nicamente por desestabilizar el proceso democr¨¢tico.
Y para no cansarle m¨¢s, terminar¨¦ el relato de esta apasionante aventura indic¨¢ndole que a las 10 de la noche entr¨¢bamos en la estaci¨®n de Algeciras con 12 horas de retraso y 26 de viaje, cansados, sudorosos, hambrientos y sedientos, pero victoriosos. Hab¨ªamos llegado al Pac¨ªfico..., perd¨®n, al Mediterr¨¢neo.
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