Pobre autonom¨ªa universitaria
Rector de la Universidad de Barcelona
La reciente orden ministerial de 1 de junio (Bolet¨ªn Oficial del Estado del 5 de los corrientes), por la que se anuncia concurso para la adscripci¨®n universal y obligatoria de m¨¢s de 1.500 plazas de profesor adjunto de Universidad, de las cuales unas 250 corresponden a dos Universidades de Barcelona (la llamada Central y la Aut¨®noma), ha sembrado la confusi¨®n en los medios universitarios catalanes, ha provocado una profunda indignaci¨®n en muchos de sus profesores y ha llenado de estupor a los equipos rectorales de ambas instituciones. ?Por qu¨¦? Muy sencillo: porque dicha disposici¨®n contrar¨ªa la pol¨ªtica de profesorado que, no sin dificultades ni contradicciones, est¨¢ siendo elaborada y propugnada en Barcelona.
No se me oculta que, mientras no gocemos de la tan deseada autonom¨ªa, de nada ha de servir que preparemos maneras de organizar el. profesorado, ya que ¨¦ste habr¨¢ de supeditarse a las normas emanadas de quien tiene poder para dictarlas. Pero tampoco ignoro que, al un¨ªsono con otras aspiraciones de la sociedad de hoy, la nuestra de poder darnos nosotros mismos una estructura para el funcionamiento de la Universidad, que comprenda la formaci¨®n y la selecci¨®n de sus profesores, es un proceso irreversible que, pese a obst¨¢culos y cortapisas, acabar¨¢ imponi¨¦ndose. M¨¢s todav¨ªa: es un proceso que est¨¢ ganando r¨¢pidamente terreno, incluso en ambientes que no injustificadamente han sido hasta hoy reacios a admitirlo. Hace pocos d¨ªas los rectores de las Universidades catalanas expon¨ªan en la Conferencia de Rectores (Madrid, 10 y 11 de julio) las razones (de historia reciente, ambientales, de modo de ser colectivo, etc¨¦tera) por las que en Catalu?a se prefer¨ªa la contrataci¨®n de profesores a las oposiciones a escala estatal (por m¨¢s que ahora el procedimiento reciba el nombre de habilitaci¨®n, destinado a hacerlo m¨¢s aceptable que el muy criticado de oposiciones).
Ahora bien, todo lo dicho no bastar¨ªa para comprender la confusi¨®n, la indignaci¨®n ni el estupor de que hablaba hace unos instantes, sentimientos que ostensiblemente impregnan hoy los medios universitarios barceloneses. Es que hay, en efecto, algo mucho m¨¢s grave que contrariar la pol¨ªtica de profesorado que propugnamos nosotros y que acabo de calificar de irreversible. Y este algo es -si hay que decirlas cosas por su nombre- que el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, al anunciar el concurso para la adscripci¨®n de adjuntos, ha roto el pacto que ¨¦l mismo hab¨ªa convenido con las Universidades barcelonesas. Y ello es as¨ª, y no hay que darle m¨¢s vueltas: el d¨ªa 6 de septiembre de 1977 el ministro de Educaci¨®n, I?igo Cavero, acompa?ado del secretario de Estado de Universidades, Luis Gonz¨¢lez Seara, y del director general de Universidades, Manuel Cobo del Rosal, pactaba con el doctor Joan Obiols, rector en funciones de la Universidad de Barcelona, y con Josep Laporte, rector de la Universidad Polit¨¦cnica de Barcelona, la congelaci¨®n de todas las plazas de profesor adjunto que se hallaban vacantes a la saz¨®n en las Universidades de Barcelona. Al acto asistieron, entre otros, los profesores no numerarios Mar¨ªa Teresa Galcer¨¢n y Ram¨®n Torrent (hoy, ambos, vicerrectores adjuntos de la Universidad de Barcelona) y, asimismo, los parlamentarios Marta Mata y Carlos G¨¹ell de Sentmenat.
Hubo m¨¢s. Pocos d¨ªas despu¨¦s (27 y 28 del mismo mes de septiembre), el secretario de Estado de Universidades se reafirmaba, ahora en Barcelona, y ante una buena representaci¨®n de parlamentarios (Marta Mata, Josep Benet, Jaume Sobrequ¨¦s, Felip Sol¨¦ Sabaris, Alexandre Cirici y Josep M. Riera), en su posici¨®n de admitir que las Universidades catalanas, come cualquier otra, ?pueden bloquear el acceso de nuevo profesorado numerario a las plazas actuales de cada Universidad?. Por otro lado. no deja de ser redundante recordar cuanto antecede, porque la prensa, la radio v la televisi¨®n se encargaron de difundir la noticia y de subrayar su trascendencia.
Un principio de autonom¨ªa
Su trascendencia. S¨ª, sin exagerar, se puede afirmar que la aceptaci¨®n por parte del Ministerio, de bloquear las plazas de adjunto equival¨ªa a reconocer un principio de autonom¨ªa, ya que el fundamento del acuerdo era dar tiempo a la elaboraci¨®n de propuestas razonables de contrataci¨®n de profesores. En definitiva, as¨ª el Ministerio se confesaba movido por el respeto a unas iniciativasY a tina capacidad de gesti¨®n de nuestras Universidades, que hasta entonces nadie hab¨ªa reconocido. Corrobora cuanto digo que el conseller de Cultura y Ense?anza de la Generalidad de Catalu?a Pere Pi-Sunyer, afirmara, en el acto p¨²blico de presentaci¨®n del nuevo equipo rectoral de la Universidad de Barcelona ( 10 de febrero de 1978), que, para ¨¦l, era l¨®gico y congruente que a la espera de la autonom¨ªa universitaria se mantuvieran bloqueadas unas plazas cuya provisi¨®n hab¨ªa de ser precisamente una muestra de la autonom¨ªa va en marcha. Es obvio que ser¨ªa injusto. humillante y hasta sarc¨¢stico que se nos concediera la libertad de siesti¨®n en el funcionamiento de la Universidad (y, por tanto, en la formaci¨®n, selecci¨®n, contrataci¨®n y control del profesorado) en el, momento en que todas sus plazas quedaran ocupadas por profesores de reciente nombramiento. ?De qu¨¦ nos iba a servir entonces, la autonom¨ªa en materia de profesorado? Huelga decir que el presidente de la Generalidad, as¨ª como el propio Consejo Ejecutivo (o Gobierno), quer¨ªan decir lo propio al manifestar su apoyo gen¨¦rico a la pol¨ªtica autonomista defendida por las tres Universidades catalanas.
Lo que motiv¨® el mencionado pacto de septiembre de 1977 fue una solicitud formal de congelaci¨®n de plazas, suscrita por m¨¢s de 150 firmantes, todos ellos, por tanto, doctores y personas con capacidad legal para presentarse a las oposiciones. A las oposiciones a las que ahora renunciaban, solidariz¨¢ndose as¨ª con la pol¨ªtica propugnada por nuestras Universidades, orientada a resolver por medios m¨¢s l¨®gicos, m¨¢s propios y m¨¢s justos la provisi¨®n de puestos de profesor. Adem¨¢s, todo el mundo reconoc¨ªa que entre los que ped¨ªan la congelaci¨®n y se compromet¨ªan a no presentarse a las oposiciones estaban los profesores barceloneses que gozaban de mayor prestigio cient¨ªfico y acad¨¦mico y que, de ir a las oposiciones. estaban pr¨¢cticamente destinados a sacar los primeros puestos.
He tenido inter¨¦s en recordar detalles que algunos tal vez hab¨ªan olvidado porque, al haber tomado yo posesion del rectorado de la Universidad de Barcelona en el pasado mes de enero, me considero formalmente ajeno a la gestaci¨®n y a la formulaci¨®n de un pacto por el cual, no obstante, me siento vinculado de modo absoluto desde que fui elegido y nombrado rector. Y ello hasta tal punto que me afecta lo indecible el que ahora se haya hecho caso omiso de lo convenido y que haya sido precisamente la parte m¨¢s poderosa la que haya prescindido de respetar el bloque concertado, sin ning¨²n aviso previo (es m¨¢s, con una garant¨ªa verbal dada en el pasado mes de abril a quien esto escribe por un alto cargo ministerial, en el sentido de que dicha congelaci¨®n de plazas segu¨ªa siendo aceptada por la Administraci¨®n).
Aprovecho el traer a colaci¨®n sucesos tan tristes como indianantes para hacer una precisi¨®n que juzgo ¨²til. Se ha dicho y repetido hasta la saciedad que lo que nos interesaba a las Universidades catalanas era colocar a nuestros profesores catalanes y recibir en Barcelona a aquellos que hoy se encuentran, por la mec¨¢nica de las oposiciones, en Universidades de fuera de Catalu?a. Nosotros nos esforz¨¢bamos, por lo com¨²n en vano, en hacer ver que lo que deseamos es tener, m¨¢s que profesores catalanes, buenos profesores, y que no desearnos establecer murallas en nuestras relaciones con otras Universidades. El desgraciado episodio que motiva el nresente art¨ªculo me ayuda a poner en claro nuestras intenciones, ya que, con el concurso que se acaba de convocar, ycontra el que me pronuncio, los que van a ser adscritos como profesores adjuntos pr¨¢cticamente son todos catalanes o formados en las Facultades barcelonesas. Ello no obstante, nos oponemos, como digo, a dicho concurso, no por las personas, sino por el procedimiento, negador del m¨ªnimo de autonom¨ªa a que aspiramos.
Voy a terminar. Baste porhoy nuestra denuncia p¨²blica y leal del concurso para la adscripci¨®n de plazas de adjuntos, por el grave incumplimiento de la palabra dada que supone. S¨¦ muy bien que, desde el ¨¢ngulo administrativo, la cuesti¨®n no es f¨¢cil. Pese a ello, nos lanzaremos con todas nuestras fuerzas a una denodada batalla en los terrenos pol¨ªtico y ¨¦tico, Y lo anuncio con la honestidad que marcar¨¢ nuestras acciones. Todo en aras de la necesaria autonom¨ªa universitaria. Que quede claro que. si no disponemos de la fuerza del Poder, no renunciaremos en nini¨²n momento a la fuerza de la raz¨®n. Tenemos derr¨¢s de nosotros un movimiento generoso: el de los claustros universitarios, que, salvando defectos que somos los primeros en reconocer, han aglutinado los mejores deseos de renovaci¨®n universitaria y, de modificar las estructuras de la vieja y envejecida instituci¨®n. La batalla que noblemente anuncio no ser¨¢ motivada por razones de ¨ªndole personal, sino por nuestro af¨¢n de servicio a la Universidad, a la ciencia y a la comunidad catalana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.