El castrismo, un cuarto de siglo de historia y diecinueve a?os de experiencia en el poder
Por necesidades de simbolog¨ªa revolucionaria la fecha del 26 de julio ha sido tomada en Cuba como punto de referencia para conmemoraciones, a pesar de que los l¨ªderes cubanos son conscientes de que ello minimiza el papel de Ptros grupos como el ?Directorio Revolucionario 13 de Marzo?, y media docena m¨¢s de organizaciones que contribuyeron a la ca¨ªda de Batista.La gran esperanza que inauguraba el triunfo del castrismo en 1959, se derivaba precisamente del talante de los hombres que llegaban al poder: eminentemente liberales, nacionalistas y libertarlos. La revoluci¨®n castrista fue la primera que en la historia emprendi¨® una transformaci¨®n radical no s¨®lo sin ser comunista, sino con la oposici¨®n de los comunistas cubanos.
La originalid¨¢d de las medidas tomadas por el Gobierno cubano en esos primeros anos se debe, en gran parte, a esa ausencia de ideas preconcebidas de sus l¨ªderes. De esos primeros momentos son las grandes transformaciones que hoy todav¨ªa se esgrimen como grandes ¨¦xitos: la alfabetizaci¨®n, lograda con el env¨ªo masivo de estudiantes a los campos, la reforma urbana y la reducci¨®n de los alquileres, la nacionalizaci¨®n de los grandes consorcios norteamericanos como la telef¨®nica, la electricidad, la refiner¨ªa de petr¨®leo y los ingenios azucareros. En realidad, todo ese esquema estaba ya trazado en 1963, menos de cuatro a?os despu¨¦s del triunfo de Castro y antes de que el pa¨ªs se proclamara socialista.
La conferencia tricontinental de La Habana de 1966, se convirti¨® no s¨®lo en un proceso a la URSS. sino a los partidos comunistas latinoamericanos. Las grandes vedettes de aquella reuni¨®n fueron los guerrilleros que con muchas peripecias, y con mucho teatro, llegaron a La Habana. Turcios L¨ªma, Yon Sosa Douglas Bravo, Fablo V¨¢zquez y el brasile?o Carlos Marighela ven¨ªan a garantizar a los cubanos que no estaban solos en Am¨¦rica Latina, y que pronto surgir¨ªan en el viejo continente una, dos, o por lo menos tres Cubas.
El patrocinador de esta gran idea, Che Guevara, polarizaba la atenci¨®n de todos los peregrinos de Am¨¦rica Latina, y su prestigio, superior al de Fidel Castro, hac¨ªa de ¨¦l el personaje m¨¢s influyente de Cuba. Sus intervenciones en el Seminarlo Econ¨®mico de Argel, de 1963, donde por primera vez expuso su teor¨ªa sobre el intercambio desigual entre pa¨ªses desarrollados Y subdesarrollados, y compar¨® y equipar¨® la explotaci¨®n colonial hecha por Occidente con la llevada a cabo por la URSS, le convirtieron .en ?la bestia negra? de Mosc¨² y fueron, quiz¨¢, el origen de su decepci¨®n y su partida de Cuba.
La incomprensi¨®n por parte de Estados Unidos -l¨®gica, ya que los intereses norteamericanos fueron los primeros afectados- del car¨¢cter eminentemente nacionalista de la revoluci¨®n cubana, el bloqueo econ¨®mico, la suspensi¨®n de la cuota azucarera, y las presiones diplom¨¢ticas, determinaron en gran medida el rumbo posterior de Cuba y la paulatina sustituci¨®n del equipo original de poder.
Para subsistir se vio obligada a vender su az¨²car ala URSS, y para defenderse las ¨²nicas armas disponibles fueron las sovi¨¦ticas. La URSS de Nikita Kruschev intent¨® la aventura, y en 1962 se produjo la crisis mas grave despu¨¦s de la segunda guerra mundial, cuando Mosc¨² se encontr¨® ante la alternativa de retirar los cohetes nucleares instalados en Cuba o hacer frente a una guerra total con Estados Unidos.
Los visitantes de este 26 de julio son muy distintos a los que viajaban a la isla en los primeros a?os. Ya no son los guerrilleros, abandonados, los nacionalistas, los libertarios, los so?adores latinoamericanos, ni las izquierdas independientes de Occiden.te, sino los funcionarios de los partidos comunistas, sociabstas y europeos, y una nueva generaci¨®n de intelectuales que han sustituido a todos aquellos que en el Congreso Cultural de La Habana de 1961; apoyaban el esp¨ªritu creador cubano, y que hoy se muestran menos entusiastas.
La Cuba que hospeda al mismo tiempo al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes sigue siendo, incuestioriablemente, un hito en la historia de Am¨¦rica Latina, pero ya no apasiona. En estos d¨ªas en La Habana, por supuesto, nadie hablar¨¢ de las intervenciones cubanas en Africa, cada vez m¨¢s contestadas, ni del destino de uno de los comandantes m¨¢s prestigiosos de la revoluci¨®n original, Hubert Malos, condenado a veinte a?os de prisi¨®n en 1959 por haber denunciado la penetraci¨®n comunista en el ej¨¦rcito rebelde. Desde entonces, y como un s¨ªmbolo, Hubert Matos sigue dete.nido sin juicio serio, sin acusaci¨®n sostenible y mantenido incomunicado en estos diecinueve a?os por decisi¨®n personal de Fidel Castro, que teme, ante todo, al vigor moral del hombre que no ha renunciado a sus ideas para dejar de ser preso.
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