Rodesia: la paz imposible
Cerca de 12.000 hombres en armas se hacinan actualmente en los campamentos que la Uni¨®n Africana del Pueblo de Zimbabwe (ZAPU) ha instalado en diversos lugares de Zambia. El a?o pasado, el movimiento que dirige el ex sindicalista Joshua Nkomo contaba como m¨¢ximo con 2.000 guerrilleros y se limitaba a organizar espor¨¢dicos golpes de mano al otro lado del r¨ªo Zambeze, evitando adentrarse con profundidad en Rodesia. En la actualidad, el ZAPU no tiene nada que envidiar a su aliado, la Uni¨®n Nacional Africana de Zimbabwe (ZANU), de Robert Mugabe, que dispone de una rama militar integrada por 15.000 hombres y opera desde las bases instaladas en Mozambique y Bostwana. La potente guerrilla del Frente Patri¨®tico, formado en 1976 por Nkomo y Mugabe con la intenci¨®n de constituir un bloque ¨²nico en la abortada conferencia de paz de Ginebra, no obstante responder a diferentes intereses pol¨ªticos y estar dividida por razones tribales, representa uno de los factores clave para culminar una soluci¨®n pac¨ªfica al problema de Rodesia.
Los cinco pa¨ªses de la llamada ?l¨ªnea del frente?: Angola, Bostwana, Mozambique, Tanzania y Zambia, lo han comprendido as¨ª y comparten, en ese sentido, la misma opini¨®n que Inglaterra y Estados Unidos, quienes todav¨ªa siguen esforz¨¢ndose para reunir en torno a una misma mesa a todas las partes implicadas en el conflicto: radicales del Frente Patri¨®tico y moderados de las tres organizaciones que firmaron en Salisbury, el 3 de marzo pasado, un hist¨®rico acuerdo con el Gobierno blanco de lan Smith, en el que ¨¦ste se compromete a transferir el poder a la mayor¨ªa africana a fines del presente a?o.
El acuerdo interno firmado por Ian Smith, jefe de la minor¨ªa blanca; Abel Muzorewa, obispo metodista fundador del Consejo Nacional Africano en compa?¨ªa del propio Nkomo; Ndabaningi Sithole eclesi¨¢stico mao¨ªsta fundador del ZANU, del que fue expulsado en 1975 por el ?grupo Mugabe?, y el jefe tribal Jeremiah Chirau, creador, a su vez, de una enigm¨¢tica Organizaci¨®n del Pueblo Unido de Zimbabwe (ZUPO), establece la formaci¨®n de un Gabinete provisional en el que cada cartera es regentada por dos ministros, uno blanco y otro negro, hasta la entrega del poder a la mayor¨ªa africana.
Como resultado de esta decisi¨®n la antigua colonia fundada por el aventurero brit¨¢nico Cecil Rhodes dispone de un Gobierno h¨ªbrido con escaso poder ejecutivo. Los ministros africanos del Interior y Asuntos Exteriores, Byron Hoves y Ellioth Gabellah, pertenecientes a la formaci¨®n de Muzorewa, que reclamaban una reorganizaci¨®n profunda de sus departamentos fueron atacados p¨²blicamente por Ian Smith, quien sigue ejerciendo las funciones de ?primer ministro?, con la intenci¨®n declarada de ?no causar nuevos motivos de p¨¢nico entre los blancos?, seg¨²n manifestara en el momento de la firma del acuerdo interno. A pesar de ello, los europeos de Rodesia siguen abandonando el pa¨ªs a un ritmo cercano al millar, mensualmente.
Washington y Londres se oponen al acuerdo interno
Estas reservas y limitaciones, no obstante haber sido aceptadas por Muzorewa, Sithole y Chirau, no han convencido a Washington ni Londres, quienes han formado, a ra¨ªz del acuerdo interno, una embajada itinerante formada por los diplom¨¢ticos John Graham y Stephen Low, a quienes incumbe la ingrata tarea de lograr un consenso entre todas las partes y obtener, de esta forma, el acuerdo del Frente Patri¨®tico para un alto el fuego. En Salisbury, la exclusi¨®n del Frente Patri¨®tico de los firmantes del acuerdo interno ha sido una medida l¨®gica y oportuna, debido a la oposici¨®n que manifestaban Nkomo y Mugabe a transigir con Ian Smith y considerar como interlocutores v¨¢lidos a sus rivales Muzorewa y Sithole. Las diferencias antag¨®nicas entre el ex sindicalista y el obispo metodista, por un lado, y el eclesi¨¢stico mao¨ªsta y su enconado rival guerrillero, por otra parte, han adquirido desde hace largo tiempo el oscuro tinte de los ancestrales conflictos tribales y arrojan un chorro de luz sobre el intrincado panorama del nacionalismo tribal rodesiano. Al lado de ello, la inestabilidad ideol¨®gica de los dirigentes del ZAPU, partidarios en una ¨¦poca de admitir la mediaci¨®n de Henry Kissinger, y ac¨¦rrimos admiradores del marxismo-leninismo, en estos momentos, contribuye a complicar todav¨ªa m¨¢s, si cabe, las coordenadas del problema.
Lo cierto es que, contra toda l¨®gica y a despecho de lo que esperaban la mayor parte de los observadores pol¨ªticos, despu¨¦s de la firma del acuerdo interno, la popularidad de Nkomo y Mugabe ha ido creciendo d¨ªa a d¨ªa, tanto como el flujo de refugiados que, a trav¨¦s de la frontera entre Rodesia y Bostwana penetran en este ¨²ltimo pa¨ªs para incorporarse a una de las ramas militares del Frente Patri¨®tico.
La historia de este ¨¦xodo es un tanto tenebrosa. Salisbury afirma que los refugiados no son rri¨¢s que rehenes de la guerrilla, secuestrados por ¨¦sta ¨²ltima de uno de los m¨²ltiples centros rurales controlados por las diferentes congregaciones religiosas que trabajan en Rodesia.
Parece indiscutible que no todos los j¨®venes que llegan a Francistown son voluntarios, pero no hay la menor duda de que muchos de ellos s¨ª lo son. Las fuerzas de seguridad del r¨¦gimen de Salisbury han estado combatiendo esta t¨¢ctica y bombardeando indiscriminadamente los poblados en los que se supon¨ªa exist¨ªa una presencia de guerrilleros. El 10 de junio, la aviaci¨®n rodesiana caus¨® la muerte de veintid¨®s civiles, en un bombardeo sobre uno de los poblados que rodean Salisbury, sin que se comprobara posteriormente la existencia de guerrilleros.
Esta t¨¢ctica no ha sido la m¨¢s beneficiosa, en opini¨®n de los moderados Muzorewa y Sithole. Los dos dirigentes africanos dudan que los refugiados de Francistown se hallen convencidos de la ?justa causa? por la que combaten Nkomo y Mugabe. Pero una vez cruzada la frontera, de grado o por fuerza, el Frente Patri¨®tico, a quien las autoridades de Bostwana prestan su apoyo, dispone de un enorrne potencial humano al que se le aconsejar¨¢ alistarse en una de las dos guerrillas: cada d¨ªa un vieJo bimotor Dakota realiza el trayecto Francistown-Lusaka con los nuevos reclutas del ZAPU. El ZANU hace lo mismo, con sus propios medios y, de esta manera, se van construyendo dos potentes ej¨¦rcitos, aliados sobre el papel y rivales en la pr¨¢ctica, que hacen predecir un futuro ba?o de sangre en el nuevo Zimbabwe.
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