Portugal, ante una nueva etapa
EL 14 de abril de es te a?o, hablando para el diario franc¨¦s Le Monde, el entonces primer ministro portugu¨¦s, Mario Soares, declaraba que ?si logramos levantar la econom¨ªa podremos estabilizar la democracia en Portugal?. Parad¨®jicamente, el primer ministro socialista fue destituido ante la presunci¨®n de que no podr¨ªa lograr esos objetivos, y un independiente, ligado a los grandes intereses financieros e industriales -y de quien un partido, minoritario ciertamente, como la UDP, ha dicho que ?no responde al car¨¢cter antifascista que debe tener un jefe de Gobierno portugu¨¦s?- se ha declarado dispuesto, en su primera afirmaci¨®n p¨²blica, a dar ?soluci¨®n a los grav¨ªsimos problemas de Portugal y respetar la democracia?. Para todo ello, Alfredo Nobre da Costa, hombre de confianza del presidente Eanes, relacionado fuertemente con los medios industriales y bancarios, en los cuales hizo carrera, y brazo derecho del poderoso grupo econ¨®mico Champalimaud durante el r¨¦gimen anterior, s¨®lo cuenta con el apoyo de Eanes, su probada capacidad administrativa y el indudable respaldo que puede ofrecerle el sector empresarial.
Su trayectoria profesional y sus relaciones han hecho que su acceso a la jefatura del Gobierno haya sido considerada como un triunfo de la derecha portuguesa y como el primer resultado concreto de la ofensiva que ¨¦sta comenz¨® a lanzar contra el poder socialista, hace casi un a?o. Prescindiendo de esa interpretaci¨®n esquem¨¢tica, pero no infundada, es indudable que en el nombramiento de Nobre da Costa tambi¨¦n ha influido la crispaci¨®n de un militar como el presidente Eanes ante los problemas entre el PS y los democristianos, para ponerse de acuerdo a la vez sobre un programa de gobierno y sobre las personas para llevarlo a cabo. El militar ha preferido, finalmente, el pragmatismo y la eficacia que se le supone a un hombre acostumbrado a mandar y tener ¨¦xito en las tareas que se le hab¨ªan asignado en la econom¨ªa y las finanzas, y marginado de las controversias partidarias.
La democracia, que todos se declaran dispuestos a respetar y profundizar, la recuperaci¨®n econ¨®mica que el nuevo primer ministro ha declarado su objetivo prioritario, requieren decisiones que necesariamente habr¨¢n de. implicar una progresi¨®n o regresi¨®n con respecto al statu quo actual.
La confederaci¨®n de la industria portuguesa se hab¨ªa declarado opuesta al plan de enderezamiento de la econom¨ªa a corto plazo esbozado por Soares en diciembre del a?o pasado, tras sus acuerdos con los democristianos de Freitas do Amaral. La Confederaci¨®n de Agricultores Portugueses (CAP) se opuso rotundamente a los planes del ministro de Agricultura, Luis Saias (socialista), y a la lentitud de ¨¦ste en aplicar en el Alentejo la reforma agraria aprobada a mediados de este a?o, lentitud que los democristianos atribu¨ªan a un pacto secreto entre el PS y los comunistas.
La legislaci¨®n vigente sobre huelgas y despidos es considerada excesiva por los empresarios, de la misma manera que los accionistas de las antiguas empresas nacionalizadas esperan a¨²n que se les paguen las indemnizaciones, y el sector financiero espera autorizaci¨®n para la inversi¨®n privada en la banca y los seguros. Incluso la liberalizaci¨®n del aborto fue opuesta por los democristianos. Las decisiones sobre estos problemas, que no pueden ser enfrentados de una manera exclusivamente pr¨¢ctica, ser¨¢n las que permitan la catalogaci¨®n del nuevo Gobierno, cuando ¨¦ste logre formarse.
Si a todo ello se une la inflaci¨®n, que en Portugal supera el 30 %, el d¨¦ficit de la balanza de pagos, que en 1977 super¨® los 1.500 millones de d¨®lares, la absorci¨®n econ¨®mica de los 700.000 regresados de las colonias, el paro, que alcanza el 13 % de la poblaci¨®n activa, se comprende bien que el nuevo Gobierno no tiene una tarea f¨¢cil por delante y que, en definitiva, los socialistas, por encima de la necesaria protesta por la violaci¨®n, seg¨²n ellos, del art¨ªculo 190 de la Constituci¨®n, pueden sentirse aliviados.
Nada de esto excluye que el nombramiento de Nobre da Costa se configure ya como el cambio pol¨ªtico m¨¢s importante ocurrido en Portugal desde abril de 1974. El presidente Eanes hab¨ªa declarado, al rechazar la alternativa de convocar elecciones anticipadas que ten¨ªa ante s¨ª, que no se pod¨ªa cansar al pueblo pidi¨¦ndole constantemente que expresase su voluntad sin haberla cumplido previamente cuando la hab¨ªa expresado.
Es en este sentido, precisamente, donde la iniciativa de Ramalho Eanes, al nombrar primer ministro a un hombre de su entera confianza, pero extra partidario, ha sentado un precedente que puede ir precisamente en contra de esa voluntad popular expresada en las ¨²ltimas elecciones.
Ning¨²n grupo pol¨ªtico, socialista u otro, se puede eximir, sin embargo, de su responsabilidad de anteponer los intereses nacionales a los partidarios en un momento cr¨ªtico y urgente para el pa¨ªs, como todos reconocen que se encontraba Portugal.
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