Jos¨¦ Melchor Gomis, un compositor rom¨¢ntico olvidado
Su tumba en Par¨ªs est¨¢ en peligro de desaparecer
Hace unos d¨ªas se public¨® en EL PAIS que la tumba del Compositor espa?ol Gomis i Colomer en Par¨ªs est¨¢ en peligro de desaparecer si no se aportan 90.000 pesetas que cuestan las obras de su conservaci¨®n. ?Qui¨¦n es este Gomis, cuya tumba en el cementerio de Montmartre est¨¢ en trance de desaparecer? Su mejor bi¨®grafo, John Dowling, dice que Jos¨¦ Melchor Gomis i Colomer representa uno de los importantes valores de la cultura espa?ola.
Nacido en Onteniente el 6 de enero de 1791, estudi¨® en Valencia con el maestro de capilla de la catedral Jos¨¦ Pons (1768-1818), destacado autor de m¨²sica sacra con acompa?amiento instrumental. Seg¨²n la profesora Mary Neal Hamilton, Pons abandon¨® poco a poco la polifon¨ªa contrapunt¨ªstica, utilizando melod¨ªas sencillas y efectos emocionantes y dram¨¢ticos. Fue, por tanto, un pre-rom¨¢ntico. Su disc¨ªpulo Gomis va a ser, como lo fue otro contempor¨¢neo suyo para la guitarra, Fernando Sor, uno de los introductores del romanticismo en el campo de la ¨®pera.Hacia 1817 encontramos a Melchor Gomis en el Madrid absolutista de Fernando VII. All¨ª consigue presentar al p¨²blico, primero en sesi¨®n privada, en 1819, y posteriormente en el teatro de la Cruz (22 de julio de 1821) su melodrama unipersonal Sensibilidad y prudencia, o La Aldeana, escrito con destino a la joven cantante Loreto Garc¨ªa, que ya hab¨ªa triunfado en 1815 al presentarse, a los quince a?os de edad, cantando en el teatro del Pr¨ªncipe la Alina, de Berton. Jos¨¦ Subir¨¢ nos dice en su libro Iriarte y el cultivo del mel¨®logo (Barcelona, 1949 y 1950) que, en realidad, La Aldeana no ten¨ªa las caracter¨ªsticas del mel¨®logo, el g¨¦nero teatral iniciado por Jean Jacques Rousseau y cultivado en Espa?a, por vez primera, por Tom¨¢s de Iriarte. La Aldeana era una ¨®pera en un solo acto, con tres arias, precedidas de sus correspondientes recitativos, y para un solo personaje, en este caso la pastora Silvia, que se queja de la inconstancia de su enamorado Anfriso. Loreto Garc¨ªa debi¨® hacer una verdadera creaci¨®n en su exclusivo papel, siendo poco despu¨¦s destinataria de algunas canciones espa?olas de Gomis, escritas en Madrid por esta ¨¦poca, con acompa?amiento de plano y guitarra, las cuales se hallan manuscritas en el Real Conservatorio de Madrid.
Durante el trienio constitucional, Gomis escribi¨® algunas marchas patri¨®ticas, entre ellas la que inaugur¨® las nuevas Cortes Espa?olas en julio de 1820. Hombre generoso, de una rectitud inalterable y franqueza sin igual, al decir de su amigo Viardot (marido de la famosa cantante Paulina Garc¨ªa), se convirti¨® en un fervoroso liberal. Por ello, el contragolpe fernandino de 1823 y sus secuelas revanchistas y altamente reaccionarias le obligaron a emprender, como tantos ilustres espa?oles de su tiempo, la dolorosa v¨ªa del destierro. Poco antes, a comienzos de ese a?o, aparecieron en Valencia una serie de canciones patri¨®ticas de Gomis. Al parecer, una indicaci¨®n en este volumen, publicado por el editor Cabrerizo, es el origen de la atribuci¨®n al compositor, no suficientemente probada, del Himno de Riego, tan c¨¦lebre entre los docea?istas, y cuya fama ha llegado a nuestros d¨ªas al ser adoptado por la Rep¨²blica espa?ola como himno.
Reci¨¦n llegado a Par¨ªs, el compositor espa?ol vive d¨ªas dif¨ªciles. All¨ª le ayuda su compatriota Manuel Garc¨ªa, en el apogeo de su carrera como cantante y operista. En 1825 se da a conocer con el Himno f¨²nebre a la muerte del general Foy, para coros con acompa?amiento de arpa y piano. El autor de la letra del himno era el joven M¨¢ximo Taparelli, marqu¨¦s de Azeglio, futuro dirigente del Risorgimento e impulsor de la revoluci¨®n liberal de 1848. El marqu¨¦s de Azeglio fue quien tradujo al italiano una carta de Gomis para Rossini, present¨¢ndole el M¨¦todo de solfeo y canto (1826), que el espa?ol hab¨ªa ido elaborando desde su llegada a Francia. Rossini, luminaria mayor de la escena l¨ªrica entonces, contestar¨¢ elogiando la nuova ed elegante dottrina de Gomis, que cree le animar¨¢ a componer otra ¨®pera, donde piensa honrar la vostra patria. Otra autoridad musical del Par¨ªs de aquel momento, Francois Adrien Bomldieu, ensalzar¨¢ sin reservas el m¨¦todo.
Poco despu¨¦s se traslada Gomis a Londres, tambi¨¦n centro de emigrados, donde se re¨²ne con su joven amigo el pianista y compositor madrile?o Santiago de Masarnau. En la capital inglesa compone algunas canciones espa?olas, termina de orquestar su cantata a cuatro voces El invierno y escribe el Himno a la divinidad, para d¨²o, gran coro y acompa?amiento de piano, arpa y trompa.
El invierno obtiene una buena acogida cr¨ªtica en Londres, y la Gaceta Literaria inglesa habla de las fundadas esperanzas que se pueden poner en el joven compositor
Desde su regreso a Par¨ªs en 1828 hasta su muerte, la vida de Melchor Gomis es una lucha denodada para impone su m¨²sica en el competitivo terreno de la ¨®pera, dominada por los grandes autores italianos (Rossini, Donizetti, Bellini) y los m¨²sicos nacionales; (Boieldieu, Auber, Hal¨¨vy).
El 19 de julio de 1830 consigue que su m¨²sica incidental al Aben Humeya, de Mart¨ªnez de la Rosa, se oiga en el teatro de la Porte Saint-Martin. La m¨²sica, de marcado car¨¢cter espa?ol, llama la atenci¨®n a cr¨ªticos y p¨²blico.
Pronto Gomis se lanzar¨¢ a componer ¨®peras. Nacen as¨ª El diablo en Sevilla (1831), cuyo protagonista es el h¨¦roe de Cabezas de San Juan, Rafael de Riego, y Le ravenant (El aparecido, 1833), estrenadas en el teatro de la Opera C¨®mica. En este mismo escenario estrena, en 1835, Le portafaix (El mozo de cuerda) sobre un libreto de Scribe, el poeta dram¨¢tico m¨¢s solicitado de Par¨ªs. La obra, muy en la l¨ªnea de Meyerbeer, no gust¨® por causa del argumento. Precisamente Gomis se hab¨ªa quejado de que un tema tan fastidioso y artificial se desarrollase en Espa?a. Su esp¨ªritu patri¨®tico se sent¨ªa herido ante la idea t¨®pica de la Espa?a charanguera, nido de pasiones desbocadas y hueca bravuconer¨ªa.
La ¨²ltima de las ¨®peras de Gomis que se vio en Par¨ªs se titula Rock, el barbudo (1836). No obstante, el m¨²sico espa?ol no pudo ver cumplida la ilusi¨®n de estrenar en la Academia Real de M¨²sica, a pesar de haber preparado ¨®peras para la vieja instituci¨®n, como Rebeli¨®n en el serrallo y El conde Juli¨¢n. Cuando pod¨ªa haberlo conseguido, en las puertas del ¨¦xito, cuando el rey Luis Felipe le concede la Legi¨®n de Honor, Gomis es encontrado sin vida en el dormitorio de su casa parisiense, la ma?ana del 4 de agosto de 1836. Contaba 44 a?os de edad.
El gran Berlioz, que fue su amigo y admirador, en la necrolog¨ªa que le dedic¨®, hace alusi¨®n a la enorme sinceridad de la m¨²sica de Gomis. Tambi¨¦n critica en ¨¦l cierto rigor de estilo y el empleo de medios violentos en la instrumentaci¨®n, defecto este ¨²ltimo que se fue acentuando en sus producciones m¨¢s recientes. ?Es incomprensible -dice Berlioz- que un artista tan distinguido, que razonaba cada uno de sus actos, no comprendiese que los trombones y el bombo no est¨¢n hechos para acompa?ar una romanza o un d¨²o de amor ... ?
Ahora, la reforma del cementerio de Montmartre amenaza la tumba ante la que lloraron Cherubini, Berlioz, Adam, Nourrit..., si no se costean los gastos para mantenerla. Pienso que, m¨¢s grave a¨²n que la desaparici¨®n de las cenizas de Gomis, es el polvo que cubre sus partituras musicales, casi todas entre la Bibliot¨¨que Nationale y el Conservatoire National de Musique en Par¨ªs.
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