La educacion para vivir la vejez debe empezar en la infancia
?Est¨¢ usted preparado para pasar los 65 a?os de vida, jubilarse y enfrentarse con los trastornos psicosom¨¢ticos propios de la senectud? ?Sabe cu¨¢les son los problemas que se presentar¨¢n cuando se convierta en un anciano? La sociedad industrial muestra ¨ªndices de crecimiento de la poblaci¨®n anciana a corto plazo. Las mujeres son m¨¢s longevas que los hombres y en la ancianidad asumen el rol preponderante frente a sus esposos. Las preocupaciones est¨¦ticas de las mujeres son explotadas en el comercio de las cl¨ªnicas de rejuvenecimiento, pero el deterioro celular es implacable. Recientes estad¨ªsticas han demostrado que para el a?o 2000 habitar¨¢n el mundo 58 millones de personas que tendr¨¢n m¨¢s de ochenta a?os. Es decir, el doble de la cantidad que se registr¨® en 1970. De ellos -aseguran los expertos de Naciones Unidas-, la mayor parte ser¨¢n mujeres de Europa occidental.
En Espa?a hay cuatro millones de ancianos, que corresponde al 10,8% de la poblaci¨®n. Porcada dos hombres muere una mujer. Sin embargo, a pesar de lo halag¨¹e?o de las cifras para el sexo femenino, tanto hombres como mujeres se enfrentan al llegar a la tercera edad a la marginaci¨®n total transform¨¢ndose esta etapa en la antesala de la muerte: ? ... Puede ya disponer Dios de m¨ª cuando quiera. Me da lo mismo?, dice do?a Manuela, de ochenta a?os, que vive en la residencia de pensionistas de la Seguridad Social San Blas, de Madrid.
Tanto psic¨®logos como geriatras coinciden en se?alar que ?el sentimiento de soledad es consecuencia de la marginaci¨®n, siendo uno de los principales factores que Influyen en ella la sociedad moderna industrializada, que atiende al que produce, pero no al que no produce?, aclara el m¨¦dico jefe de la asesor¨ªa m¨¦dica del Servicio de Asistencia al Pensionista de la Seguridad Social, Juan Manuel Mart¨ªnez G¨®mez.
Se ha podido comprobar que adem¨¢s de que el paso del tiempo produce una alteraci¨®n progresiva en el funcionam 1 ento de los diferentes ¨®rganos, el tipo de alimentaci¨®n, el clima, el consumo del alcohol o tabaco tienen una influencia decisiva en el envejecimiento y es por-esto que ?en muchas ocasiones la edad cronol¨®gica no coincide con la fisiol¨®gica ni psicol¨®gica?, dice el doctor Mart¨ªnez, agregando que, a su vez, los cambios psicol¨®gicos ?van haciendo evolucionar la personalidad hasta dejarla convertida en una especie de caricatura de su anterior estructura, m¨¢s juvenil y robusta?. Esto hace del anciano una ?persona dif¨ªcil? para.la convivencia, lo que deriva, en muchos casos, en que la familia delegue su atenci¨®n personal en diferentes centros asistenciales. Un caso ejemplar es el de las residencias. Tal como dice Manuela: ?Me vine para no molestar a nadie de la familia. Mi hijo est¨¢ colocado en una hosteler¨ªa en Madrid. Por ¨¦l estamos aqu¨ª. No por bien, sino por mal... Mi nuera me fue quitando a mi hijo de entrar a verme. Estuvimos a?o y medio sin verle la cara a mi hijo y yo me consum¨ªa y le dec¨ªa a mi marido: ?Nos tenemos que ir de aqu¨ª porque si no yo me voy a morir antes de tiempo?...
Falta de asistencia
Los ancianos eligen o se ven obligados a incorporarse a las residencias por el temor a la falta de auxilio m¨¦dico llegado el momento, o, simplemente. por soledad: ? Si estamos en casa -dice la se?ora Josefina, que ha entrado en la residencia con su marido- y si a m¨ª, que estoy enferma, me pasa algo, qu¨¦ va a ser de mi marido.? Por su parte, Mar¨ªa Luisa explica: ?Yo he venido aqu¨ª porque estoy sola y porque estoy enferma, operada del coraz¨®n. ? Mar¨ªa Luisa es soltera e hija ?de las personas m¨¢s humildes que hayan vivido antiguamente... Mi padre era trabajador que notuvo derecho al entierro porque le faltaron dos reales... As¨ª que mi vida ha sido una lucha continua?. ?La econom¨ªa rige el mundo de la jubilaci¨®n?, nos dice el doctor Mart¨ªnez. Las residencias, entonces, tratan de acudir en ayuda,de los m¨¢s necesitados. En este momento existen en Espa?a 45 residencias de la Seguridad Social, en las que viven 7.500 pensionistas. Los residentes abonan el 75% de sus ingresos y el 25% restante es para cubrir sus gastos personales. Todos deben aportar lo mismo independientemente del monto de la jubilaci¨®n hasta un tope m¨¢ximo. Pero dificilmente la residencia logra suplir el hogar que los ancianos se han visto en la obligaci¨®n de abandonar. Hasta acostumbrarse los pensionistas deben pasar por lo que el doctor Mart¨ªnez define como ?s¨ªndrome de adaptaci¨®n, que dura alrededor de cuatro meses. Es muy importante si el anciano ha ingresado porque quiere, porque la familia lo ha llevado o porque la sociedad lo ha impulsado. Cuando el anciano es llevado aumenta la mortalidad y disminuye la espera nza de viday en algunos casos mueren de depresi¨®n. Sin embargo -contin¨²a el m¨¦dico-, cuando el anciano supera este per¨ªodo de adaptaci¨®n o ha llegado porque lo ha elegido, su vida se puede prolongar?. Manuela Ruiz dice: ?Me ha dado mucha pena, pues s¨ª me cost¨® mucho acostumbrarme y roe cuesta, porque yo lloro a diario, pero no por tener que estar aqu¨ª, si no por haber tenido que salir de la casa por mi hijo. Le dligo a usted que como yo tuviera muchos millones, a la residencia los pondr¨ªa...?, ?Yo he sido siempre muy casero -habla don Juli¨¢n-, y echo de menos el tallercito que ten¨ªa all¨¢ en mi casa, debajo de la ventana.? Un dato ilustrativo: se ha comprobado que en los pa¨ªses su perdesarrol lados estos factores sociales y familiares potencian la soledad que muchas veces conduce al suicidio.
Llegada la hora de la jubilaci¨®n el hombre se ve obligado a centrar su vida en el hogar. Al desconocer los mecanismos de orden en que durante tantos a?os ha impuesto la mujer, pierde tambi¨¦n en este ¨¢mbito su autoridad. La mujer pasa a desempe?ar el rol preponderante.
La inactividad a la que se ven forzados los ancianos en ning¨²n caso obedece a caracterizar la tercera edad como una etapa improductiva de la vida. El doctor Mart¨ªnez es tajante: ?No lo es en absoluto. Lo que s¨ª se puede afirmar es que a esta edad es m¨¢s f¨¢cil potenciar las capacidades ya existentes que iniciar actividades totalmente diferentes.? Dal¨ª, Picasso y Mir¨®, son casos elocuentes. Pero persiste la actitud social que lleva a don Jull¨¢n a decirnos: ?A m¨ª me ha gustado la m¨²sica. Aprend¨ª a tocar la¨²d y bandurria, pero ahora los tengo en casa porque ya se me ha pasado la edad de tocar.? Para do?a Manuela las cosas han sido m¨¢s f¨¢ciles. ?Como he estado toda la vida en las faenas de la casa, entonces me gusta la casa. He pedido permiso al director para arreglaryo misma mi habitaci¨®n.? Luisa ha sido secretaria: ?Siempre me he mantenido activa y no puedo estar sin hacer nada... Ahora coso, o bien hago solitarios. -Esa es mi vida. Que nadie se acuerde de m¨ª y me dejen vivir mis penas en paz.?
?La tercera edad no es un problema, tiene problemas que nosotros estamos tratando de solucionar en la medida de nuestras fuerzas?, declara Joaqu¨ªn Hurtado, director del Servicio de Asistencia al Pensionista de la Seguridad Social._Para ello, se prepara una campana de mentalizaci¨®n, uno de cuyos esl¨®ganes ser¨¢ Tercera edad: una edad con futuro. ?
La filosof¨ªa que inspira a las instituciones encargadas de la toma de conciencia por parte de la comunidad con respecto a los problemas de los ancianos, es una y muy clara: los ancianos deben vivir incorporados a la comunidad. Para ello se propone ense?arle al ni?o lo que es ser un anciano y qu¨¦ ser¨¢ de ¨¦l cuando llegue a esfa etapa. Esta preparaci¨®n deber¨¢ prolongarse en la universidad y, por supuesto, en la familia. El mismo anciano deber¨¢ recibir unos cursos depreparaci¨®n a la jubilaci¨®n en el que se le entreguen los antecedentes econ¨®micos, psicol¨®gicos y sociales de esta etapa que se avecina. Planes pilotos en este sentido se han venido realizando en Espa?a con enorme ¨¦xito. Se trata de que la tercera edad sea una transici¨®n y no una ruptura.
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