La publicidad se hace indispensable para el deporte
La situaci¨®n econ¨®mica en el de porte se hace cada vez m¨¢s insostenible. El dinero que cobran los deportistas est¨¢ muy por encima de los ingresos que los acontecimientos deportivos producen. El asunto es tremendamente complejo, pero lo cierto es que todo est¨¢ en el terreno econ¨®mico totalmente desfasado. El amateurismo, casi siempre falso, ya no tiene casi raz¨®n de ser a nivel de competici¨®n alta. Nadie cree ni piensa en el esp¨ªritu ol¨ªmpico. Ni siquiera el f¨²tbol, ese gran fen¨®meno mundial, puede vivir por s¨ª solo. La prueba es que todos los clubs -grandes y peque?os- tienen importantes d¨¦ficit. Entonces hay que dejar a un lado el romanticismo y coger se de la mano de la publicidad, hoy c¨®mplice indispensable del deporte. Es evidente que las cosas cambian y, por muy respetable que sean las ideas del bar¨®n de Coubertin, no hay m¨¢s remedio que olvidarlas porque ser¨ªa ingenuo aferrarse a ellas. Lord Killanin tendr¨¢ que admitir cierto profesionalismo en los ol¨ªmpicos y Porta deber¨¢ reconocer que Espa?a no debe seguir siendo diferente -Espa?a fue la ¨²nica selecci¨®n que en el ¨²ltimo Mundial no pudo lucir vestimenta de ninguna casa comercial. Prohibir esto es negarse a la evidencia. El deporte ahora m¨¢s que nunca necesita de la publicidad independientemente de que ¨¦sta se aproveche, en cierto modo, del deporte.
Nadie se explica, por ejemplo, c¨®mo los torneos de tenis pueden estar tan magn¨ªficamente dotados econ¨®micamente. Las taquillas del tenis no dan, ni mucho menos, para eso. Pero el tenis es uno de los deportes que m¨¢s integrados e identificados est¨¢n con el mundo de la publicidad. Por ejemplo, el ¨²ltimo Roland Garros tuvo un presupuesto de dieciocho millones de pesetas, pero s¨®lo con ingresos en publicidad obtuvieron 63, y a esto hay que sumar las taquillas y los derechos de televisi¨®n. Esto hace que se puedan pagar las cantidades que se pagan a las grandes figuras. Y por supuesto, no es absurda esa publicidad. En poco tiempo el tenis se ha convertido en uno de los deportes m¨¢s practicados. En estos momentos est¨¢ en un aut¨¦ntico boom y se venden al a?o trece millones de raquetas y m¨¢s de doscientos millones de pelotas de tenis de esas marcas que apoyan los torneos para que el tenis cobre mayor popularidad. Adem¨¢s, es un hecho que en torno al tenis hay una industria que mueve muchos millones. Raquetas, pelotas, vestimenta...
Est¨¢ demostrado que este es el camino sin que nadie salga perjudicado ni enga?ado. Hay un acuerdo total y global en el que no se esconden cifras a nadie. Todo el mundo sabe que Bjorn Borg es supermillonario, gracias al tenis, y que ya tiene un capital muy por encima de los mil millones de pesetas, o que Vilas en el a?o 1977 ha salido a 320.000 pesetas por actuaci¨®n y que los managers se llevan el 30% de ese dinero. Se ha establecido un mundo paralelo entre la publicidad y el deporte. No hacen falta quinielas, ni nada por el estilo. Algo parecido pasa con el golf, otro deporte donde los jugadores cobran grandes cantidades de dinero sin que haya ingresos importantes en taquilla. Manda la publicidad.
El tema se extiende a todos los deportes, a todos los niveles. Se podr¨ªan citar mil ejemplos, pero quiz¨¢ el m¨¢s claro sea el del baloncesto italiano. Ya todos los equipos tienen nombres de firmas comerciales y as¨ª se barajan cifras fabulosas. El ¨²ltimo caso es el del famoso Dino Meneghin, considerado como el mejor pivot de Europa, por el que su equipo pide cincuenta millones de pesetas para traspasarlo. Y pese a esta comercializaci¨®n, o precisamente por ella, el basket en Italia goza de excelente salud.
No hace mucho, EL PA?S publicaba que Saporta, hombre con gran visi¨®n baloncest¨ªstica a nivel mundial, preparaba su nuevo equipo, el Tempus -nombre de una compa?¨ªa de seguros-, como la alternativa del Real madrid. Todos, absolutamente todos los equipos buscan el apoyo de una firma comercial como ¨²nica y l¨®gica salida a sus problemas. Otro caso concreto y clar¨ªsimo en el deporte espa?ol es el del Colpisa de balonmano, que ha contribuido claramente a la difusi¨®n y promoci¨®n del balonmano en Espa?a.
El mal llamado puritanismo hay que desterrarlo. No tiene raz¨®n de ser que un plusmarquista mundial con lo que ello exige sea amateur y nada tiene de malo que un futbolista -por citar el ejemplo que produjo pol¨¦mica en la selecci¨®n espa?ola que acudi¨® al Mundial- luzca determinada vestimenta. Con esto nadie se puede sentir defraudado, e incluso el espectador podr¨ªa salir beneficiado porque se podr¨ªa disminuir el precio de las localidades, tema este que empieza a ser incluso motivo de esc¨¢ndalo en casi todos los deportes. La industria de la publicidad debe marchar paralelamente al deporte, todo bien entendido y con un l¨®gico sentido de la colaboraci¨®n entre unos y otros.
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