"?Una democracia musculada?"
Senador del PSOE por AImer¨ªaEl terrorismo est¨¢ poniendo de manifiesto la ausencia de una aut¨¦ntica fe democr¨¢tica en la mayor parte de las democracias existentes. Las medidas jur¨ªdicas y pol¨ªticas, siempre de car¨¢cter excepcional, que se vienen adoptando para ?luchar eficazmente contra el terrorismo? pueden resultar tremendamente eficaces -m¨¢s que el propio terrorismo- para desestabilizar y corromper la democracia, sobre todo cuando ¨¦sta se encuentra en sus inicios y cuando es fruto de un dif¨ªcil parto Pol¨ªtico a partir de una dictadura con la que no se ha roto por la v¨ªa revolucionaria, sino a trav¨¦s de ?despegues? reformistas que dejan, se quiera o no, intactas parcelas de poder detentadas por sectores y grupos empe?ados en seguir actuando contra la libertad. Para ¨¦stos, el terrorismo es un ?aliado natural?, como pretexto para consolidarse en su actitud irracional, como plataforma de acusaci¨®n contra cualquier realidad democr¨¢tica -por su presunta lenidad ante los cr¨ªmenes terroristas- y como base de reivindicaci¨®n de medidas ?eficaces y duras? (que en el lenguaje de estos grupos quiere decir antidemocr¨¢ticas) contra el terrorismo. Ellos son maestros en la conversi¨®n de las excepciones en reglas normales de Gobierno y esperan, con fundamento, que la aplicaci¨®n de aquellas medidas se realice, con su entusiasta colaboraci¨®n, de forma burdamente indiscriminada y se vaya creando el clima preciso para que cuadro de represi¨®n. No les faltan colaboradores en instituciones b¨¢sicas del Estado, les sobran nostalgias que explotar y no tienen que hacer grandes esfuerzos para rentabilizar determinados errores y temores de las fuerzas democr¨¢ticas.
Las negociaciones de la Moncloa estuvieron presididas durante los primeros d¨ªas por la idea de preparar una llamada ?ley de Defensa de la Democracia contra el Terrorismo?. Todos los que asistimos hemos de recordar que la idea fue rechazada un¨¢nimemente y que los representantes del Gobierno expusieron la comprobada inutilidad de los estados de excepci¨®n -pr¨®digamente declarados en la ?larga noche de piedra?- y su conformidad con la mayor eficacia y correcci¨®n de una adecuada tipificaci¨®n de los delitos de terrorismo en el C¨®digo Penal ordinario, sin leyes especiales ni especiales medidas de procedimiento. Basta leer los llamados pactos pol¨ªticos de la Moncloa para ratificar estos extremos. Preciso es tambi¨¦n recordar que las negociaciones previas a los pactos fueron precedidas de un clima enrarecido por atentados terroristas recientes.
Ahora, sin embargo, se decide el camino de las excepcionalidades, el de las medidas especiales, estos derechos b¨¢sicos cuando se trate de investigar y perseguir delitos cometidos por grupos armados. Se dicta. dada la agobiante urgencia de una normativa al respecto, el aberrante decreto-ley de 30 de junio, se tramita por el procedimiento de urgencia la ley oportuna y se adiciona al proyecto constitucional un precepto, el del apartado dos del art¨ªculo cincuenta que prev¨¦ la posibilidad de suspensi¨®n, mediante ley org¨¢nica, del derecho a un plazo m¨¢ximo de detenci¨®n preventiva y de los de inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones. Todo ello, se dice en las normas indicadas y se insiste por los portavoces gubernamentales. con intervenci¨®n judicial y con el adecuado control parlamentario.
Quisiera poder decir que el camino es bueno, que las garant¨ªas son suficientes y que en nada se perturbar¨¢ la normalidad democr¨¢tica con tales medidas. Pero temo. sinceramente, que no es as¨ª, que no va a ser as¨ª. El hecho de que algunos aduzcan la existencia de normas similares en democracias tan consolidadas como la Rep¨²blica Federal y otras no me parece serio. Se trata, precisamente, de democracias consolidadas que no es, por desgracia, nuestro caso y, por otra parte, de democracias en que la obsesi¨®n antiterrorista est¨¢ produciendo un progresivo deterioro de las instituciones democr¨¢ticas y, lo que es quiz¨¢ m¨¢s importante, de la ¨¦tica democr¨¢tica y de la confianza en el normal y leg¨ªtimo ejercicio de libertades, derechos y garant¨ªas constitucionales. Ya se empieza a apellidar pintorescamente a la democracia se habla de ?democracias musculadas? Y no se puede considerar contradictoria la existencia de marcos democr¨¢ticos donde la represividad est¨¢ en alza y en baja la libertad. Las ideolog¨ªas y el sentido com¨²n est¨¢n cediendo al folklore antiterrorista y, no en escasas ocasiones, al terrorismo antiterrorista.
Estas consideraciones me traen a la memoria un viejo pasaje confuciano. Iba Confucio con uno de sus disc¨ªpulos cuando vio a una mujer llorar desesperadamente. ?Tu llanto -le dijo- es de los que encierran terribles desgracias.? ?As¨ª es -respondi¨® la mujer-. Un tigre mat¨® a mi padre hace a?os. Hace meses, mi hermano tambi¨¦n fue muerto por un tigre. Hace d¨ªas, mi marido ha muerto de la misma manera.? El maestro le pregunt¨®: ??Por qu¨¦ no te marchas a otro pa¨ªs?? La mujer respondi¨®: ?Porque en este pa¨ªs no hay un Gobierno tir¨¢nico. ? Confucio dijo: ?Tiene raz¨®n esta mujer. Un Gobierno tir¨¢nico es mucho m¨¢s terrible que los tigres. ?
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